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 «Mimar es no limitar los deseos, dar la impresión a un ser de que todo le está permitido y a nada está obligado».
De los polvos de este verbo, tan magistralmente definido por Ortega y Gasset, sufrimos irremediables lodos.
Yo confío en que la ONU, que declaró 1968 año internacional de los derechos humanos y 1979 año internacional de los derechos del niño, sea lo bastante clarividente como para declarar cuanto antes un año que nos recuerde los deberes humanos y otro que recalque los deberes del niño. De no ser así temo por la supervivencia de este planeta.
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