 |
 |
 |
 |
 |
 |
|
VOCACIÓN A LA VIDA RELIGIOSA
"Los religiosos, también
ellos, tienen en su vida consagrada un medio privilegiado de
evangelización eficaz. A través de su ser más
íntimo, se sitúan dentro del dinamismo de la Iglesia,
sedienta de lo absoluto de Dios, llamada a la santidad. Es de
esta santidad de la que ellos dan testimonio. Ellos encarnan
la Iglesia deseosa de entregarse al radicalismo de las bienaventuranzas.
Ellos son por su vida signo de total disponibilidad para con
Dios, la Iglesia, los hombres. Por esto asumen una importancia
especial en el marco del testimonio que... es primordial en
la evangelización. Este testimonio silencioso de pobreza
y de desprendimiento, de pureza y de transparencia, de abandono
en la obediencia puede ser, a la vez que una interpelación
al mundo y a la Iglesia misma, una predicación elocuente,
capaz de tocar incluso a los no cristianos de buena voluntad
sensibles a ciertos valores" (Evangelii nuntiandi, 69).
"La profesión de los consejos evangélicos aparece
como un distintivo que puede y debe atraer eficazmente a todos
los miembros de la Iglesia a cumplir sin desfallecimiento los
deberes de la vocación cristiana. Porque, al no tener
el pueblo de Dios una ciudadanía permanente en este mundo,
sino que busca la futura, el estado religioso, que deja más
libres a sus seguidores frente a los cuidados terrenos, manifiesta
mejor a todos los presentes los bienes celestiales -presentes
incluso en esta vida- y sobre todo da un testimonio de la vida
nueva y eterna conseguida por la redención de Cristo
y preanuncia la resurrección futura y la gloria del reino
celestial" (Lumen gentium, 44).
"La vocación religiosa es un gran problema de nuestros
tiempos... Es necesario reafirmar con fuerza que dicha vocación
religiosa pertenece a la plenitud espiritual que el mismo Espíritu
Santo suscita y plasma en el pueblo de Dios. Sin las órdenes
religiosas, sin la vida consagrada por medio de los votos de
castidad, pobreza y obediencia, la Iglesia no sería plenamente
ella misma" (Juan Pablo II a los Superiores generales, 24-IX-78).
"Los consejos evangélicos son consagraciones para el
seguimiento y para su doble estructura místico-política.
1) La pobreza como virtud evangélica es la protesta contra
la dictadura del tener y del poseer o de la pura autoafirmación.
Impele a la solidaridad práctica con aquellos pobres
para quienes la pobreza no es en absoluto una virtud, sino una
situación vital y una imposición social. 2) La
castidad como virtud evangélica es expresión de
un radical sentido aprehendido y de un inextinguible anhelo
por el "día del Señor". Empuja a la
ayuda solidaria a aquellos para quienes ser célibes significa
soledad, "no tener a nadie", para quienes el celibato
no es ninguna virtud, sino destino de la vida; la castidad como
virtud evangélica empuja a ponerse al lado de los que
son cercados por la ausencia de esperanza y por la resignación.
3) La obediencia es la entrega radical y sin cálculos
de la vida al Dios Padre que levanta y libera. Lleva a la cercanía
práctica para con aquellos para quienes la obediencia
es señal de sometimiento, de minoría de edad y
de humillación" (J.B.Metz, Las órdenes religiosas,
Barcelona 1978).
"La vida consagrada, arraigada desde antiguo en los pueblos
de América Latina, es un don que el Espíritu concede
sin cesar a su Iglesia como "un medio privilegiado de evangelización
eficaz" (EN 69). El Padre, al proponerse liberar nuestra
historia del pecado, germen de indignidad y muerte, elige en
su Hijo, mediante el Espíritu, a mujeres y hombres bautizados
para un seguimiento radical de Jesucristo, dentro de la Iglesia.
Por su consagración aceptan gozosamente, desde la comunión
con el Padre, el misterio del anonadamiento y de la exaltación
pascual. Negándose, pues, radicalmente a sí mismos,
aceptan como propia la cruz del Señor, cargada sobre
ellos y acompañan a los que sufren por la injusticia,
por la carencia del sentido profundo de la existencia humana
y por el hambre de paz, verdad y vida. De este modo, compartiendo
su muerte, resucitan gozosamente con ellos a la novedad de vida
y, haciéndose todo para todos, tienen como privilegiados
a los pobres, predilectos del Señor. Son especialmente
llamados a vivir en comunión intensa con el Padre, quien
los llena de su Espíritu, urgiéndolos a construir
la comunión siempre renovada entre los hombres. La vida
consagrada es, así, una afirmación profética
del valor supremo de la comunión con Dios entre los hombres
(cf. ET 53) y un eximio testimonio de que el mundo no puede
ser transfigurado ni ofrecido a Dios sin el espíritu
de las bienaventuranzas (LG 31)" (Documento de Puebla 739-44).
"Innumerables personas, renunciando al mundo, se han consagrado
a Dios mediante la profesión pública de los consejos
evangélicos según un carisma específico
y en una forma estable de vida en común, para el multiforme
servicio apostólico del pueblo de Dios. Es un testimonio
espléndido y variado, en el que se refleja la multitud
de dones otorgados por Dios a los fundadores y fundadoras que,
abiertos a la acción del Espíritu Santo, han sabido
interpretar los signos de los tiempos y responder de un modo
clarividente a las exigencias que iban surgiendo poco a poco...
Los religiosos y religiosas deben continuar en cada época
tomando ejemplo de Cristo el Señor, alimentando en la
oración una profunda comunión de sentimientos
con él, de modo que toda su vida esté impregnada
de espíritu apostólico y toda su acción
apostólica esté sostenida por la contemplación" (Vita consecrata 9).
|
|
 |
 |
 |
 |
 |
 |
|