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    Hacia una Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana III

     

    Las cincuenta y ocho propuestas del reciente Sínodo de los Obispos

     

     

     

    4) Agentes / Participantes en la nueva evangelización

    Propuesta 41: NUEVA EVANGELIZACIÓN E IGLESIA PARTICULAR

    La Iglesia particular, presidida por el obispo, asistido por los sacerdotes y diáconos, con la colaboración de personas consagradas y los laicos, es el sujeto de la Nueva Evangelización. Esto se debe a que en todas partes la Iglesia particular es la manifestación concreta de la Iglesia de Cristo y, como tal, inicia, coordina, y lleva a cabo acciones pastorales a través de las cuales se implementa la Nueva Evangelización.

    En la Iglesia resuena el llamado a la santidad, dirigido a todos los bautizados, invitados a seguir a Cristo y a dirigirse con amor y buena voluntad hacia todos los hombres, a fin de discernir la acción del Espíritu Santo en ellos: "como yo os he amado, que también os améis unos a otros. De este modo todos sabrán que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros" (Jn. 13,34-35). Para las primeras comunidades cristianas, la comunión era un elemento constitutivo de la vida de fe y necesaria para la evangelización: tenían un solo corazón y un solo espíritu. La Iglesia es comunión, es decir, la Iglesia es la familia de Dios.

    La Iglesia permite a cada uno de sus miembros, que sean conscientes de su responsabilidad de ser como la levadura en la masa. De esta manera, "la fe que actúa por la caridad" (Gal. 5,6) se convierte en un testimonio contagioso para el mundo en todas sus dimensiones, ofreciendo a cada persona la oportunidad de encontrar a Cristo y llegar a ser a la vez, un evangelizador.

    Es conveniente que cada Iglesia particular, cualesquiera que sean las dificultades, desarrolle un sentido de la misión entre sus fieles, cooperando con las otras Iglesias particulares.

    Propuesta 42: ACTIVIDAD PASTORAL INTEGRADA

    Cada Iglesia particular es la comunidad primaria de la misión de la Iglesia. Debe motivar y conducir una acción pastoral renovada, capaz de integrar la variedad de los carismas, de los ministerios, de los estados de vida y de los recursos. Todas estas realidades deben coordinarse dentro de un proyecto misionero orgánico, capaz de comunicar la plenitud de la vida cristiana a todos, especialmente para los alejados de la atención de la Iglesia. Este esfuerzo debe provenir del diálogo y de la cooperación de todos los componentes diocesanos, tales como: parroquias, pequeñas comunidades cristianas, comunidades educativas, comunidades de vida consagrada, asociaciones, movimientos y creyentes a nivel individual.

    Cada programa pastoral debe transmitir la verdadera noticia del Evangelio y centrarse en el encuentro personal y vivo con Cristo; también debe ser estructurado de tal forma, que suscite en todos una adhesión generosa a la fe y una voluntad de aceptar la llamada a ser testigos.

    Propuesta 43: DONES JERÁRQUICOS Y CARISMÁTICOS

    El Espíritu Santo guía a la Iglesia en la evangelización misionera "con diferentes dones jerárquicos y carismáticos" (Lumen gentium, 4). De hecho, las diócesis son "una porción del Pueblo de Dios confiada al cuidado pastoral del obispo, ayudado por su prebiterio" (Christus Dominus, 11), donde las diversas realidades carismáticas reconocen la autoridad del obispo como parte de su propia acción al servicio de la misión eclesial. El obispo tiene la responsabilidad de dar un "juicio sobre su autenticidad y el buen uso de estos dones" (Lumen Gentium, 12), como un verdadero recurso auténtico para la vida y la misión de la Iglesia.

    Los dones jerárquicos y carismáticos, que fluyen del único Espíritu de Dios, no compiten, sino más bien, son co-esenciales para la vida de la Iglesia y la eficacia de su actividad misionera (cf. Juan Pablo II, Mensaje a los participantes en el Congreso Mundial de Movimientos Eclesiales, 27 de mayo de 1998). La vida consagrada tiene un lugar especial en la dimensión carismática de la Iglesia (cfr. Mutuae Relationes, 34, Caminar desde Cristo, 32); y como tal, está completamente inserta en la comunión eclesial, y contribuyen con sus propios dones a la evangelización misionera.

    Que se hagan estudios, sea a tanto a nivel diocesano e interdiocesano, para ver en qué medida los dones carismáticos y las jerarquías son capaces de cooperar en la acción pastoral y en la vida espiritual de la Iglesia.

    Desde el Concilio Vaticano II, la Nueva Evangelización se ha beneficiado del dinamismo de los nuevos movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades. Su ideal de santidad y de unidad ha sido fuente de muchas vocaciones y notables iniciativas misioneras. El Sínodo reconoce estas nuevas realidades y las anima a usar sus carismas en estrecha colaboración con la diócesis y las comunidades parroquiales, que a su vez se beneficiarán de su espíritu misionero.

    Propuesta 44: NUEVA EVANGELIZACIÓN EN LA PARROQUIA

    La parroquia, a través de todas sus actividades, debe alentar a sus miembros a convertirse en agentes de la Nueva Evangelización, dando testimonio tanto con sus palabras como con sus propias vidas. Por esta razón, es importante recordar que la parroquia sigue siendo el entorno habitual para la vida espiritual de los feligreses. El Sínodo por tanto, alienta las visitas parroquiales a las familias como un medio de renovación parroquial. A veces sucede que la parroquia se considera solo como un lugar para eventos importantes, o incluso como un centro turístico.

    Del mismo modo, los "agentes pastorales" en los hospitales, centros juveniles, fábricas, prisiones, etc., deben tener presente que la Nueva Evangelización debe encontrar espacio en estos lugares. Es un hecho que la Iglesia debe estar presentes en estos lugares, porque Cristo ha mostrado su preferencia por las personas allí presentes. Por cuanto a ellas corresponde, a todas las Iglesias se les exhorta a abrirse a esta misión, dondequiera que estén.

    Propuesta 45: EL ROL DE LOS FIELES LAICOS EN LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

    La vocación y la misión propia de los fieles laicos es la transformación de las estructuras terrenas, para que cada comportamiento y actividad humana sea informada por el Evangelio. Este es el motivo por el cual es tan importante orientar a los laicos cristianos hacia un conocimiento íntimo de Cristo, a fin de formar una conciencia moral por medio de una vida en Cristo.

    El Concilio Vaticano II señala cuatro aspectos principales de la misión de los bautizados: el testimonio de sus vidas, las obras de caridad y de misericordia, la renovación del orden temporal y la evangelización directa (cf. Lumen GentiumApostolicam actuositatem). De esta manera, serán capaces de dar testimonio de una vida que sea verdaderamente coherente con su fe cristiana, como individuos y como comunidad.

    Los laicos cooperan en la obra de evangelización de la Iglesia, como testigos y al mismo tiempo como instrumentos vivos de la misión salvífica que comparten (cf. Ad Gentes, 41). Por lo tanto, la Iglesia reconoce los dones con que el Espíritu obra en todos los bautizados para la construcción del cuerpo, y debe proporcionar un estímulo y preparación adecuados para favorecer su celo apostólico en la transmisión de la fe.

    Propuesta 46: COLABORACIÓN DEL HOMBRE Y DE LA MUJER EN LA IGLESIA

    La Iglesia reconoce la misma dignidad de mujeres y hombres en la sociedad, como creados a imagen de Dios; y en la Iglesia, según su vocación común como bautizados en Cristo. Los pastores de la Iglesia han reconocido las capacidades especiales de las mujeres, así como su atención hacia los demás y sus dones para la educación y la compasión, de una manera muy especial en su vocación de madres. Las mujeres, junto con los hombres, dan testimonio del Evangelio de la vida con su dedicación a la transmisión de la vida en la familia. Juntos ayudan a mantener viva la fe.

    El Sínodo reconoce que hoy en día, las mujeres (laicas y religiosas), junto con los hombres, contribuyen a la reflexión teológica a todos los niveles y comparten las responsabilidades pastorales en una forma nueva, llevando adelante la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe.

    Propuesta 47: FORMACIÓN PARA LOS EVANGELIZADORES

    Este Sínodo considera que es necesaria la creación de centros de formación para la Nueva Evangelización, donde los laicos aprendan a hablar acerca de la persona de Cristo de manera persuasiva, adaptada a nuestro tiempo y a grupos específicos de personas (jóvenes, agnósticos, ancianos, etcétera).

    El cristocentrismo trinitario (cf. Directorio General para la Catequesis, 98-100) es el criterio más esencial y fundamental para la presentación del mensaje del Evangelio en los tres momentos de la evangelización, sea por la proclamación inicial, la catequesis o la formación continua ( cf.DGC, 60-72). Toda la enseñanza y los recursos deben ser evaluados bajo esta luz.

    Propuesta 48: LA FAMILIA CRISTIANA

    Instituida por el sacramento del matrimonio, la familia cristiana como Iglesia doméstica es el lugar y el primer agente del don de la vida y del amor, de la transmisión de la fe y de la formación de la persona humana según los valores del Evangelio. Imitando a Cristo, toda la Iglesia debe dedicarse a apoyar a las familias en la catequesis de los niños y los jóvenes. En muchos casos, los abuelos tendrán un papel muy importante.

    Al mismo tiempo, la Nueva Evangelización debe hacer esfuerzos para abordar los problemas importantes en relación con el matrimonio, en el caso de los divorciados y vueltos a casar, en la situación de sus hijos, el destino de los cónyuges abandonados, en las parejas que viven juntas sin casarse, y en la tendencia de la sociedad a redefinir el matrimonio. La Iglesia, con atención materna y espíritu evangélico, debe buscar las respuestas adecuadas a estas situaciones, siendo un aspecto importante de la Nueva Evangelización. Cada plan pastoral de evangelización también debe incluir una invitación respetuosa a todos los que viven solos, para que experimenten a Dios en la familia de la Iglesia.

    Es necesario educar a la gente sobre la manera de vivir la sexualidad humana de acuerdo con la antropología cristiana, tanto antes del matrimonio, como durante el matrimonio mismo.

    El Sínodo mira con aprecio a las familias que dejan sus hogares para ser evangelizadores de Cristo en otros países y culturas.

    Propuesta 49: DIMENSIÓN PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO

    Los Padres sinodales alientan a los obispos y a los presbíteros a conocer la vida de las personas a las que sirven, de una manera más personal. Las personas buscan testigos auténticos y creíbles en sus obispos y presbíteros que viven y dan forma a la fe y a la Nueva Evangelización. El obispo es un evangelizador que predica con el ejemplo y comparte con todos los bautizados, la bendición de ser llamado a evangelizar.

    La formación permanente del clero sobre la Nueva Evangelización y los métodos de la evangelización en la diócesis y la parroquia, son necesarios para aprender modos eficaces que movilicen a los laicos en el compromiso de la Nueva Evangelización.

    Invitamos a los obispos, como principales responsables de todo el trabajo pastoral de la Iglesia, a desarrollar un plan que anime y acompañe en modo directo y personal, el trabajo pastoral del presbiterado, el núcleo del liderazgo decisivo de la Nueva Evangelización.

    En comparación con los escándalos relacionados con la vida y el ministerio sacerdotal, que deploramos profundamente, proponemos no obstante, que se manifieste gratitud y aliento al fiel servicio de muchos presbíteros. Y que se den orientaciones pastorales a las Iglesias particulares sobre un plan pastoral sistemático y organizado, que sostenga la auténtica renovación de la vida y del ministerio de los presbíteros, que son los principales agentes de la Nueva Evangelización (cf. Pastores dabo vobis, 2).

    Para que los presbíteros estén adecuadamente preparados para la obra de la Nueva Evangelización, el Sínodo confía en que se cuide de formarlos en una espiritualidad profunda, en una doctrina sólida, en la capacidad de comunicar la catequesis y en una toma de conciencia de los modernos fenómenos culturales.

    Los seminarios deben tener la Nueva Evangelización como un objetivo, de modo que se convierta en el hilo conductor y unificador de los programas de formación humana, espiritual, intelectual y pastoral en el ars celebrandi, en la homilética y en la celebración del sacramento de la Reconciliación, que son todos elementos muy importantes de la Nueva Evangelización.

    El Sínodo reconoce y alienta la labor de los diáconos, con cuyo ministerio brindan un gran servicio a la Iglesia. Los programas de formación continuada de las diócesis, también deben estar disponibles para los diáconos.

    Propuesta 50: LA VIDA CONSAGRADA

    La vida consagrada, de hombres y mujeres, ha dado una contribución muy importante a la obra de evangelización de la Iglesia en la historia.

    En este momento de la Nueva Evangelización, el Sínodo exhorta a todos los religiosos, hombres y mujeres, y a los miembros de institutos seculares, a vivir radicalmente y con alegría su identidad de consagrados. El testimonio de una vida que expresa la primacía de Dios y que, por medio de la vida colectiva, expresa la fuerza humanizadora del Evangelio, es una poderosa proclamación del Reino de Dios.

    La vida consagrada, plenamente evangélica y evangelizadora, en profunda comunión con los pastores de la Iglesia y con la colaboración de los laicos, fieles a sus respectivos carismas, proporcionará una contribución significativa a la Nueva Evangelización. El Sínodo pide a las órdenes y congregaciones religiosas de estar totalmente disponibles para ir a las fronteras geográficas, sociales y culturales de la evangelización. El Sínodo invita a los religiosos a acercarse a los nuevos areópagos de la misión.

    Dado que la Nueva Evangelización es ante todo una cuestión espiritual, el Sínodo insiste también en la importancia de la vida contemplativa en la transmisión de la fe. La antigua tradición de la vida consagrada contemplativa, en sus anteriores formas de vida comunitaria estables de oración y de trabajo, sigue siendo una poderosa fuente de gracia en la vida y misión de la Iglesia. El Sínodo confía en que la Nueva Evangelización atraerá a muchos otros fieles a optar por esta forma de vida.

    Propuesta 51: LOS JÓVENES Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

    En la Nueva Evangelización, los jóvenes no solo son el futuro sino también el presente (y regalo) en la Iglesia. No son solo destinatarios sino también agentes de evangelización, especialmente con sus coetáneos. Los jóvenes están en el proceso de búsqueda de la verdad y del sentido de la vida que Jesús, que es la Verdad, y su amigo, puede proporcionar.

    A través de cristianos adultos ejemplares, de los santos, especialmente los santos jóvenes, y a través de los ministros comprometidos con jóvenes, la Iglesia es visible y creíble para los jóvenes.

    Donde quiera que estén, en casa, en la escuela o en la comunidad cristiana, es necesario que los evangelizadores encuentren a los jóvenes y pasen tiempo con ellos, que les propongan y los acompañen en el seguimiento de Jesús, les guíen a descubrir su vocación en la vida y en la Iglesia. Mientras que los medios de comunicación influyen mucho en la salud física, emocional, mental y espiritual de los jóvenes, la Iglesia, a través de la catequesis y de la pastoral juvenil, se esfuerza en capacitarles y equiparles para discernir entre el bien y el mal, para elegir los valores del Evangelio en lugar de los valores del mundo y a formar sólidas convicciones de fe.

    Las celebraciones de la Jornada Mundial de la Juventud y el YouCat, son herramientas especiales de la Nueva Evangelización.

    Propuesta 52: DIÁLOGO ECUMÉNICO

    La dimensión ecuménica en el compromiso de la Nueva Evangelización es algo que destaca. Esto corresponde a la oración de Jesucristo "que todos sean uno" (Jn. 17,21). La credibilidad de nuestro servicio al Evangelio será mucho mayor si somos capaces de superar nuestras divisiones. Además de confirmar la identidad católica y la comunión, la Nueva Evangelización promueve la colaboración ecuménica, que muestra cómo la fe dada en el Bautismo nos une.

    Los padres sinodales aprecian el progreso en el diálogo ecuménico desde el Concilio Vaticano II. A pesar de las dificultades del pasado, este diálogo se ha demostrado sobre todo en este Sínodo, con la participación del patriarca ecuménico Bartolomé I, el arzobispo de Canterbury, doctor Rowan Williams, y de los delegados fraternos. Los padres sinodales han manifestado su deseo de que la Iglesia continúe su compromiso en este camino de unidad y de caridad.

    Propuesta 53: DIÁLOGO INTERRELIGIOSO

    El diálogo con todos los creyentes forma parte de la Nueva Evangelización. En particular, la Iglesia invita a los cristianos a perseverar y a intensificar las relaciones con los musulmanes, de acuerdo con las enseñanzas de la Declaración Nostra Aetate. A pesar de las dificultades, este diálogo debe continuar. Esto siempre depende de la adecuada formación de los interlocutores, de su fundamento eclesial auténtico como cristianos y de la actitud de respeto por la conciencia de las personas y por la libertad religiosa de todos.

    Fiel a las enseñanzas del Concilio Vaticano II, la Iglesia respeta a las otras religiones y a sus seguidores, y está feliz de trabajar con ellos en la defensa y promoción de la dignidad inviolable de cada persona.

    Propuesta 54: DIÁLOGO ENTRE FE Y CIENCIA

    El diálogo entre la ciencia y la fe es un campo vital para la Nueva Evangelización. Por un lado, el diálogo requiere la apertura de la razón al misterio que la trasciende, y la conciencia de los límites fundamentales del conocimiento científico. Por otro lado, también se requiere una fe que esté abierta a la razón y a los resultados de la investigación científica.

    Propuesta 55: EL ATRIO DE LOS GENTILES

    Las comunidades eclesiales abran una especie deAtrio de los Gentiles, donde creyentes y no creyentes puedan dialogar sobre cuestiones clave: los grandes valores de la ética, el arte y la ciencia, y la búsqueda de lo trascendente. Este diálogo se dirige en particular a "aquellos para quienes la religión es algo extraño, para quienes Dios es desconocido y que, a pesar de eso, no quisieran estar simplemente sin Dios, sino acercarse a él al menos como Desconocido" (Benedicto XVI, Discurso a los miembros de la Curia romana, 21 de diciembre de 2009).

    De manera particular, las instituciones educativas católicas podrían promover un diálogo que nunca se separe del "primer anuncio".

    Propuesta 56: GESTIÓN RESPONSABLE DE LA CREACIÓN

    La gestión responsable de la creación también sirve para la evangelización de muchas maneras. Es un testimonio de nuestra fe en la bondad de la creación de Dios. Demuestra un sentido de solidaridad con todos los que dependen de ella para sus vidas, y para su sostenimiento, de los bienes de la creación.

    Demuestra la solidaridad intergeneracional con los que vienen después de nosotros, y es un testimonio claro del uso responsable y equitativo de la tierra, nuestro hogar común.

    Conclusión

    Propuesta 57: LA TRANSMISIÓN DE LA FE CRISTIANA

    "Serán mis testigos" (Hechos 1,8). Desde el principio, la Iglesia ha entendido su responsabilidad de transmitir la Buena Nueva. La tarea de la Nueva Evangelización, siguiendo en esto la tradición apostólica, es la transmisión de la fe. El Concilio Vaticano II nos recuerda que esta tarea es un proceso complejo que involucra la fe y la vida de todo cristiano. Esta fe no se puede transmitir en una vida que no se forma de acuerdo con el Evangelio o en una vida que no encuentra su significado, verdad y futuro en el Evangelio.

    Por esta razón, la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana llama a todos los creyentes a renovar su fe y su encuentro personal con Jesús en la Iglesia, a profundizar su comprensión de la verdad de la fe y a compartirla con alegría.

    Propuesta 58: MARÍA, ESTRELLA DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

    El Concilio Vaticano II presentó a María en el contexto del misterio de Cristo y de la Iglesia (cfr.Lumen gentium, 52-68). El papa Pablo VI la declaró "Estrella de la Evangelización".

    Ella es por lo tanto el modelo de la fe, de la esperanza y del amor. Ella es el primer apoyo que lleva a los discípulos al Maestro (cf. Jn. 2). En el Cenáculo, es la madre de los creyentes (cf. Hch. 1,14).

    En cuanto Madre del Redentor, María se convierte en testigo del amor de Dios: Ella cumple libremente la voluntad de Dios. Ella es la mujer fuerte, que junto con Juan, permanece al pie de la Cruz. Ella intercede siempre por nosotros y acompaña a los fieles en su camino hacia la cruz del Señor.

    Como Madre y Reina, es un signo de esperanza para los pueblos que sufren y los necesitados. Hoy ella es el "misionero" que nos ayudará en las dificultades de nuestros tiempos, y con su cercanía abrirá los corazones de los hombres y de las mujeres a la fe.

    Fijemos nuestra mirada en María. Ella nos ayudará a proclamar el mensaje de salvación a todos los hombres y mujeres, para que ellos también puedan convertirse en agentes de evangelización. María es la Madre de la Iglesia. A través de su presencia, la Iglesia puede convertirse en un hogar para muchos y Madre de todos los pueblos.