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¿También tú eres de sus discípulos?
El presbítero como discípulo del Señor, desde la perspectiva juánica

II

P. Fidel Oñoro, cjm
Centro Bíblico del CELAM

 

3. Hacerse buena oveja para poder ser buen pastor: las coordenadas del discipulado en Juan

Una expresión emblemática sobre el discipulado está precisamente dentro de la alegoría del Buen Pastor: “Las ovejas escuchan su voz” (10,3b). La situación de discipulado está recogida en el verbo “escuchar” . Y se trata de “escuchar” a aquel que desde el principio ha sido presentado como el “Verbo” (Jn 1,1-14).

En este mismo pasaje vemos cómo el discipulado se configura progresivamente a partir de:

  • El conocimiento personal y el llamado: “A sus ovejas las llama una por una…
  • Un gesto pascual: “Las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas…
  • El seguimiento: “Va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz…”
  • El discernimiento: “Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños” (10,3c-4).

Estos cuatro elementos determinan un nuevo tipo de interrelación dinámica y procesual entre Jesús y aquellos que son llamados; ésta se va delineando dentro del evangelio con términos precisos y con escenas elaboradas.

Por lo demás, en Juan hay tres citas en la que se presentan las cartas credenciales de un discípulo de Jesús:

  • 8,31: “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos,
  • y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres
  • 13,35: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros
  • 15,8: “La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos

Teniendo presente estas dos anotaciones previas y navegando ahora dentro de la geografía interna del Evangelio, veamos cómo se va generando y expandiendo esta relación con Jesús en cinco coordenadas:

 

3.1. Primera coordenada del discipulado: los discípulos están en lugares clave del Evangelio

Teniendo en cuenta que el término “discípulo” (en griego mathētes) aparece en el cuarto evangelio con una alta frecuencia y que casi siempre se refiere a los discípulos de Jesús , notemos:
(1) Que ellos aparecen estratégicamente mencionados en el primer signo revelatorio de Jesús (cfr. 2,1.11) y luego en la primera conclusión del evangelio (cf. 20,30).

(2) Que el cuarto evangelio se permite construir escenas en las cuales se intensifica la relación de Jesús con sus discípulos mediante un trato exclusivo con ellos:

  • En la cena y los discursos de despedida (cf. los capítulos 13 a 17)
  • En las últimas escenas (cfr. todo el capítulo 21).

(3) Que su presencia aparece de forma estratégica en pasajes clave como los del capítulo 6, donde juegan una función importante en al comienzo y al final del capítulo del “pan de vida” (6,1-15.16-21.60-66.67-71). Y lo mismo puede decirse del relato de la pasión y del día de la resurrección (18,1-14.12-27; 20,1-18.19-29; 21) .

(4) Que Juan nos entrega pasajes, que no están en los sinópticos y en los cuales Jesús dialoga expresamente con sus discípulos: en medio del relato de la samaritana (4,31-38), al principio del relato del ciego de nacimiento (9,2-5), en medio del relato de la resurrección de Lázaro (11,7-16).

 

3.2. Segunda coordenada del discipulado: Los discípulos conviven establemente con Jesús

Los discípulos conviven con Jesús. Esto lo vemos desde la primera escena de discipulado en este evangelio: “‘Rabbí… ¿dónde vives?’ Les respondió: ‘Venid y lo veréis’. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día” (1,38-39). El término “permanecer” indica convivencia prolongada con Jesús y la adhesión vital que poco a poco se le da .

A partir de este pasaje vemos a los discípulos asociados estrechamente al maestro. Es diciente la cita: “Se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos” (11,54); igualmente las palabras de Jesús en la cena: “Vosotros sois lo que habéis estado conmigo desde el comienzo” (15,27) .

Los discípulos no sólo acompañan a Jesús sino que se ocupan de sus necesidades, como la comida (4,8.31), y también le ayudan en su ministerio (4,2.38) .

 

    • Tercera coordenada del discipulado: Los discípulos se distinguen de los demás porque “creen” en Jesús

 

Muchas personas acompañan a Jesús, pero discípulos propiamente tales son los que se han hecho creyentes a través de la palabra y las obras de Jesús; así ocurre en la primera escena del ministerio público de Jesús: “Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos” (2,11; cfr. 14,1).

En el evangelio vemos cómo el “creer” pasa por tres etapas:

  • Se le “cree” a Jesús. Por ejemplo: “Créeme, mujer, que…” (4,21; ver también 14,11).
  • Se “cree” en la identidad y la misión de Jesús. Por ejemplo: “Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (6,69) .
  • Se “cree” en la persona de Jesús, uno se adhiere a él. Por ejemplo: “Para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (13,16) . Este el grado cumbre, el que es condición indispensable para recibir la “vida eterna” que Jesús ofrece .

El evangelio de Juan hace notar procesos pedagógicos en camino de la fe . Los discípulos van descubriendo poco a poco a Jesús como el Cristo y el Hijo de Dios. Así cumple su programa expuesto en conclusión: “Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (20,30-31) .

El vocabulario del “creer” a lo largo del evangelio se va enriqueciendo con sinónimos , pero permanece vigente que el discipulado ocurre en el centramiento de la propia vida en la de Jesús.

 

3.4. Cuarta coordenada del discipulado: Los discípulos tienen dificultades para comprender a Jesús, pero el Maestro los conduce para que logren conocerlo

El camino de la fe no es un camino fácil. Juan también expone la dificultad de los discípulos para comprender en profundidad el significado de las palabras, de los hechos y de la identidad de Jesús durante su ministerio terreno. Con todo, en el evangelio se muestra cómo los discípulos llegan a comprender la identidad, el sentido de ministerio del Maestro y la propuesta el evangelio.
(1) La incomprensión de Jesús

Esto se puede observar en algunas escenas ejemplares:

  • Los discípulos muestran extrañeza cuando lo encuentran conversando con una mujer (4,27)
  • Los discípulos malinterpretan sus palabras acerca del misterioso alimento (4,32-33) e igualmente sobre el sueño de Lázaro (11,11-13).
  • Los discípulos no comprenden el sentido de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén (12,16).
  • Los discípulos no entienden varias de los gestos y palabras de Jesús durante la cena (13,7; 14,4-5; 16,16-18).

Considerando el evangelio de forma linear podemos notar que no es igual el discipulado antes y después de la crisis galilea reflejada después del discurso del pan de vida. Un amplio grupo de seguidores se escandaliza con la propuesta de Jesús: “Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?” (6,60). La respuesta de Jesús no parece satisfacerlos y llega momento difícil: “Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él” (6,66). De aquí en adelante el grupo de los seguidores genuinos de Jesús, con contadas excepciones, parece coincidir con el grupo de los Doce .

A éstos Jesús les explica una y otra vez y, aunque dicen haber entendido sus enseñanzas y su origen divino (16,29-30), la deserción a la hora de la pasión mostrará lo contrario: “¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo” (16,31-32).

(2) La comprensión de Jesús

Pero esto no quiere decir que los discípulos no lleguen a conocer a Jesús completamente. Es el caso de la confesión de fe de Pedro, la cual en principio es correcta (cfr. 6,69). De hecho, Jesús mismo afirma que el pastor y las ovejas se conocen profundamente: “Conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí” (10,14; cfr. 17,7-8.25).

A la luz de la pascua es que el conocimiento de Jesús llega a su culmen:

  • Después de la resurrección comprendieron el sentido de las palabras de Jesús en la expulsión de los vendedores del Templo: “Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús” (2,22).
  • Igualmente la otra acción simbólica de la entrada de Jerusalén: “Esto no lo comprendieron sus discípulos de momento; pero cuando Jesús fue glorificado, cayeron en la cuenta de que esto estaba escrito sobre él, y que era lo que le habían hecho” (1216).
  • A esta comprensión postpascual se refería Jesús cuando le dijo a Pedro en el lavatorio de los pies: “Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde” (13,7).
  • Y, sin duda, la promesa hecha a todos: “Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros” (14,20)

Por esta razón, el discipulado no es completo sin la experiencia pascual. En este momento el discípulo recibe la guía del Espíritu Santo: “El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho” (14,26).

En el tiempo postpascual –que es el nuestro- el Espíritu Santo sigue obrando como Maestro, enseñando poco a poco todo lo que Jesús tiene para decirle a sus discípulos y para guiarlos por su camino, pero que de momento no están en condiciones de aprender: “Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros” (16,13-14).

 

3.5. Quinta coordenada del discipulado: La relación de fe y de conocimiento es dinamizada por el amor

Se ha hecho lugar común afirmar que Juan es el evangelista del amor. Es cierto, pero esto hay que verlo de forma concreta en dinamismo del discipulado .

Este dinamismo pasa por tres fases:

(1) El amor de Jesús como experiencia “fundante”

Jesús nunca pide que lo amen, lo que manda es que se amen los unos a los otros: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros” (13,35).
En esta cita hay que tener en cuenta que:

  • El amor de Jesús por ellos, que se comprende plenamente en la Cruz, es el modelo del amor entre los discípulos .
  • Jesús no los ama para recibir la contraprestación, sino para hacerlos capaces de amar.
  • Se trata de una novedad distintiva de los seguidores de Jesús .

Como afirma luego, este amor que salva es el fruto abundante que da gloria al Padre: “La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos” (15,8). Y consiste en esto: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (15,13). Por tanto, amando a la manera del Maestro, el discípulo se dona a sí mismo aún con el sacrificio de su propia vida.

(2) El amor por Jesús implica la obediencia a su Palabra

Avanzando, vemos que Jesús le enseña a sus discípulos que el amor no es un simple sentimiento religioso, por eso el criterio para juzgar el verdadero amor es querer junto con el amado: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (14,15) . Esto quiere decir que el discípulo lleva a cabo los deseos expresados en las “palabras” (o “mandamientos”) de Jesús .

(3) El amor se vuelve trinitario

Ahora bien, no se trata de un amor exclusivo con Jesús. La relación se expande, Jesús anuncia que los discípulos que lo aman con hechos, serán amados por él y por el Padre: “El que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él” (14,21) . El discípulo entonces recibirá el don de la inhabitación del Padre y del Hijo en él: “Vendremos a él, y haremos morada en él” (14,23).

En 16,27 encontramos una afirmación sorprendente de Jesús. Le dice a sus discípulos que el Padre, puesto que ellos aman apasionadamente a Jesús como amigo (“porque me queréis a mí”; en griego “pephilêkate”) el Padre mismo los amará tiernamente (“Padre mismo os quiere”, en griego “phileo”).

En fin…

En síntesis, podemos decir que la característica más importante del discipulado es el centramiento de la vida en Jesús.

Este centramiento es causado inicialmente por el mismo Jesús, por la fuerza del amor que despliega a lo largo de todo su ministerio, especialmente desde la Cruz: “Cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (12,32).

La relación estrecha con Jesús tiene como fundamento el amor primero del Maestro, pero supone el camino de la fe. Juan se encarga de describir la naturaleza, los modos y los itinerarios de la fe.

Pero ésta no es finalidad en sí misma. El creyente, como el Dios revelado en el Evangelio, se desborda hacia fuera en el amor y compromiso con la vida de todos con las mismas actitudes y acciones de Jesús: “El que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre” (14,12).

El discipulado es una realidad dinámica que va creciendo al interior de proceso que parte de la raíz de la fe, que crece en el conocimiento de Jesús y que florece en el amor por Jesús y fructifica en el amor fraterno . En otras palabras, confesando su fe en Jesús como el Cristo e Hijo de Dios (cfr. 20,30-31), el discípulo entra en íntima relación con Jesús y hace lo que él pide en su Palabra . Y lo que el Maestro pide tiene que ver con la continuación de su misión salvífica en medio de la historia humana.

 

  • En conclusión

Tenemos que llegar al final de nuestra ponencia. Nos corresponde ahora, en este seminario-taller, a partir de la Palabra, delinear juntos los rasgos específicamente presbiterales a la luz de la teología del ministerio y, sobre todo, de los desafíos que nos plantean estos nuevos tiempos. La lectio divina vamos a hacer dentro de poco sobre la página del Buen Pastor en Juan, será nos dará nuevos ingredientes para el ejercicio.

El planteamiento del discipulado implica un nuevo llamado para el presbítero en América Latina: una nueva escucha profunda de la Palabra que llama, constituye y envía; una renovación de la entrega creyente y oblativa; una nueva manera de comprender su presencia en medio del pueblo; una nueva misión con disposición martirial, dentro de una gran apertura para los nuevos tiempos de la sociedad y de la Iglesia.

Si tuviera que resumir lo que se espera de un presbítero en la Iglesia y la sociedad de hoy, lo propondría como un prisma con siete lados que se integran entre sí:

  • Presbítero “creyente”
  • Presbítero “mártir”
  • Presbítero “comunitario”
  • Presbítero “encarnado” en la realidad junto con su pueblo
  • Presbítero de los “signos” de vida
  • Presbítero “unificado y unificante” (hombre reconciliación)
  • Presbítero “intérprete del Espíritu” y guiado por Él

Los presbíteros estamos llamados ser hombres generadores de relaciones fuertes y profundas en un contexto que jalona hacia la disgregación, la marginación y el individualismo. Es desde aquí se hace aún más significativa una vida entera orientada hacia la autodonación.

NOTAS

Que se refiere al discipulado lo confirman citas como la de 6,45: “Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí”. Sobre el valor salvífico de esta entrada en el discipulado: “El que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida” (5,24)

Una reformulación de esta parte central la encontramos en 10,27: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen”.

Esta cita merece una ejemplificación. La definición del discípulo genuino como el que permanece en su palabra y quien es liberado (8,31-32) se verifica en la curación del ciego, quien, actuando con base en la palabra de Jesús (9,7.11.15), fue liberado no sólo de su enfermedad física sino también de la tiniebla espiritual al hacerse discípulo de Jesús (9,28) y venir a conocer quién es verdaderamente Jesús (9,17.31.35-38). Un excelente estudio sobre este pasaje y una exploración del tema del discipulado a partir de él en: O. Muñoz, Mathetes. Un estudio exegético-teológico en el cuarto evangelio, a la luz de Jn 8,31-32 (Tesis Pontificia Universidad Gregoriana; Roma 1988).

Aparece 78 veces en Juan, mientras que en es mucho menos en los otros evangelios (73 en Mateo, 46 en Marcos y 37 en Lucas). Habría que agregar el término “con-discípulo” (11,16). Además, “discípulo” es el cuarto término con mayor frecuencia en Juan, después de “Jesús”, “Padre” y “Dios”.

Es notorio que 74 de las 78 veces el término se refiera a los discípulos de Jesús. Cuatro veces, cuando se refiere a otros discípulos, sean de Juan bautista (1,35.37; 3,25) o de Moisés (9,28), el término es usado en conexión con algunos de ellos que se hacen discípulos de Jesús (1,35.37) o están dudando (3,25) o están a punto serlo (9,28). Esta es una clara indicación del exclusivo interés del discipulado en Juan. cfr. G. Mlajuzhyil, op. cit, pg. 280.

Efectivamente, la presencia de los “discípulos” se enfatiza en los capítulos donde mayormente se refleja el tiempo de la Iglesia: 12 veces en Jn 6 y 20 veces en Juan 20-21

Cf. M. BRUNINI, Maestro, dove abiti? Donne e uomini alla secuela di Gesù nel Vangelo de Giovanni (Dehoniane; Bologna 2003).

Otras citas que refieren la convivencia de Jesús con sus discípulos: 2,2.12; 3,22; 6,3; 9,2; 13,5; 18,1-2. O implícitamente: 2,17.22; 11,7; 12,16.

Pero tengamos presente que este aspecto no es tan subrayado por Juan.

Cf. Jn 1,50; 6,69; 14,10-11; 16,30; 17,8

Cf. Jn 11,17.42; 13,19; 17,8.21.

Cf. Jn 3,16.18.18; 6,29.35.40; 7,5.31.38.39.48; 8,30; 11,25.26.45.48; 12,11.36.37.42.44.46; 14,1.12.

Cf. Jn 1,12; 3,16.36; 6,40; 11,25-26.

Cf. el estudio específico de la pedagogía de Jesús con sus discípulos en el cuarto evangelio a partir del análisis de escenas, en: F. Oñoro, El encuentro con Jesucristo vivo en la pedagogía de san Juan (CELAM; Bogotá-Santiago-México 2000).

G. Mlakuzhyil (op. cit., pg. 300-304) ha hecho notar que en el camino de descubrimiento mesiánico de Jesús en Jn 1,35-51 hay doce elementos: (1) Otro da testimonio de Jesús (v.36); (2) escuchar el testimonio (v.37); (3) seguimiento de Jesús (v.37-38); (4) buscar a Jesús (v.38); (5) Venir y ver por sí mismo (v.39); (6) Permanecer con Jesús (v.39); (7) Descubrir la identidad mesiánica de Jesús (v.41); (8) Buscar a otros (v.41); (9)Anunciar a Jesús a otros (v.41); (10) Conducir a otros a Jesús (v.42); (11) Descubrir que se es conocido por el Cristo (v.42); (12) Transformación de uno mismo (cambio de nombre) (v.42). Estos se repiten en es el mismo pasaje y a lo largo del evangelio.

Entre ellos: “recibir a Jesús”, “venir a Jesús”, “buscar a Jesús”, “escuchar a Jesús”, “guardar la palabra de Jesús”, “permanecer con Jesús”.

Interesante la anotación de R. Moreno: “A partir de este momento son ellos [hoi dodeka], con toda probabilidad, los que acompañan a Jesús en los restantes episodios en que aparecen los ‘discípulos’ [mathetai]” (art. cit., pg.272).

El Espíritu Santo se recibe en la glorificación de Jesús (cf. 7,39; 19,30; 20,22).

El tema del amor se desarrolla de manera especial dentro el primer y el tercer discurso de despedida: 13,31-14,31 y 16,4-33. Sobre la disposición del tema en estos discursos, cf. Y. Simoens, La gloire d’aimer. Structures stylistiques et interprétatives dans le Discours de la Cène (AnBib 90; Rome 1981). Para un tratamiento más amplio remitimos a: F. Segovia, Love Relationships in the Johnannine Tradition (Scholars; Chico 1982) y J. C. Thomas, He Loved Them until the End. The Farewell Materials in the Gospel according to John (Fountain; Pune-India 2003).

Que el amor de Jesús por el discípulo tiene la prioridad, lo muestra la forma quiásmica en que está dispuesta la frase: “Un nuevo mandamiento os doy: (a) que os ameis unos a otros, (b) como yo os he amado, (c) que vosotros también os améis unos a otros” (14,34; cf. 15,12).

Como señala G. Mlakuzhyil (op. cit., pg. 286, n.148) esta novedad se comprende si comparamos con la norma del Levítico: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18; citado en Mt 19,19; Mc 12,31). Es claro que quien ama a otro solamente como a sí mismo no necesita morir por esa persona. En cambio, quien ama como Jesús ama a los otros, ama más que a sí mismo (ver, por ejemplo, cómo lo hace con Lázaro: 11,11.15-16.50-52).

Esto es tan importante que Jesús lo repite 4 veces en 10 versículos (14,15-24: 15.21.23.24).

De la misma manera que el amor de Jesús por el Padre se revela en el “llevar a cabo” la voluntad suya expresada en sus mandamientos (cf. 4,34; 14,31; 15,10).

Cf. Jn 13,1.24; 15,9.11; 17,23

Sobre el amor de los amigos (philos): 11,3.11; 15,15.

Reelaboramos aquí la metáfora hindú utilizada por G. Mlakuzhyil, op. cit., pg. 287, quien termina con la conocida moraleja: “A good coconut tree is known by the coconuts it produces”.

Cf. las conclusions sobre el discipulado en el cuarto evangelio en M. R. Hillmer, op. cit., pg.93.

 

 


(tomado de la página web CELAM)