volver al menú
 

ETAPA II: MADURACIÓN DEL VALOR VOCACIONAL

CONCIENCIA DE LLAMADA

 

JUAN CARLOS MARTOS

CONTENIDOS

 

La vocación es una comunicación de Dios que se hace entender a través de signos vocacionales. Dios se acomoda al hombre. Utiliza una sabia pedagogía para dar a conocer su voluntad. Él se hace presente y audible sacramentalmente a través de experiencias concretas, normalmente no extraordinarias, que jalonan la biografía de una persona. Cualquier experiencia humana, lugar, persona o circunstancia pueden convertirse en vehículo de encuentro de Dios con el hombre. A esos acontecimientos singulares los llamaremos señales de la llamada. Por su densidad, resultan fáciles de localizar y diferenciar en la propia historia personal. Sin ellas, el candidato no adquiere conciencia vocacional. Se deben examinar siempre en el proceso de discernimiento.

 

SEÑALES DE LLAMADA MÁS FRECUENTES

 

Aunque son innumerables, entre las señales de llamada más frecuentes suelen estar éstas:

 

  • El proceso de maduración de la propia fe, que contiene una serie de encuentros significativos con el Señor en momentos de la historia personal.

 

  • La vida de la Iglesia como llamamiento. La vida de la Iglesia ofreceuna inestimable ayuda a los llamados en orden a que ellos respondan adecuadamente a la llamada de Dios transformándola en opción fundamental.

 

  • La sensibilidad hacia los problemas de los hombres. Hay necesidades que en sí mismas son un reclamo, que despiertan un apremiante sentido de compasión y disponibilidad.

 

  • Las llamadas personales. Las que ha recibido directamente el individuo concreto y le han dejado con inquietudes, con dudas, con miedos... Esa herida suele ser uno de los más claros indicios de vocación.

 

  • Los modelos de identificación, esto es, aquellas personas con nombre y rostro, que han prendado al candidato. Aunque sean idealizadas al comienzo, asumen el papel de una auténtica llamada.

 

  • Las casualidades de la vida: aquellas circunstancias que, sin pretenderlo, han abocado al llamado a enfrentarse con la posibilidad de una llamada.

 

  • Las cualidades personales especiales y significativas. Para Dios llamar equivale a dar. Dios no llama a nadie para algo sin antes haberle dotado de lo necesario para llevarlo a cabo. Y los dones y la vocación de Dios son irrevocables (cf. Rm 11,29).

 

  • La Palabra de Dios y la  oración personal. En ellas el Señor va despertando una libertad y una disponibilidad enormes en el orante. A lo largo de los procesos que se suscitan se pueden evidenciar las insistencias de la llamada de Dios.

 

  • Fantasías en la niñez y en la adolescencia. El modo repetido de imaginarse a sí mismo en el futuro suele nacer de un dinamismo interior preconsciente que puede ser revelador de una vocación.

 

Estas y otras muchas señales suelen ser ambiguas, al menos al principio. No evidencian de una vez por todas la llamada. Que no aparezcan muy definidas no es razón para no responder. La vocación es siempre un misterio de fe y de amor que se despierta en el hombre poco a poco. Sin amor de amistad, que genere confianza y disponibilidad, no puede haber respuesta positiva ante la llamada, como tampoco la hay sin libertad exterior e interior.

 

ORIENTACIONES PARA EL DISCERNIMIENTO DE LAS SEÑALES DE LLAMADA

 

  • Han de ser positivas. Estas señales manifiestan la llamada vocacional como acontecimientos o como dones de Dios. Sin ser necesariamente extraordinarias, deben presentar una cierta relevancia en la vida de la persona llamada. Éste debe mostrar que efectivamente ha tenido experiencias de llamada y las puede narrar incluso. No basta la simple suposición. Si el discernimiento repetido da como resultado la duda seria, hay que desaconsejar seguir hacia delante.

 

  • Se manifiestan, en tantas ocasiones, bajo la forma de gérmenes vocacionales. Aparecen a veces en la persona de una manera germinal, en forma de indicios más o menos evolucionados. Hay que tener habilidad para detectar esos gérmenes y confianza en la persona que los muestra, pues los indicios, cuando son positivos, se pueden desarrollar posteriormente con el esfuerzo de voluntad y la ayuda del Espíritu del Señor hasta alcanzar su plenitud.

 


 

INTERVENCIONES PEGAGÓGICAS

 

Esta ficha va dirigida a reconocer, detectar interpretar y discernir las señales de llamada en el candidato que está realizando su proceso de discernimiento y de clarificación vocacionales. Sin ellas, la conciencia de ser llamado no existe. Hay que estar, sin embargo, abiertos a la acción del Espíritu que puede sorprendernos con su manifestación siempre novedosa.

 

LECTURA Y ASIMILACIÓN DEL DOCUMENTO

 

  • Leer atentamente el documento. Aclarar las palabras o expresiones que no se entiendan o se ignore su significado en el contexto. Después ir señalando con un lápiz:

 

    • Lo que no entiendes (¿)
    • Lo que te parece que sobra (+)
    • Lo que falta, según tu opinión (-)
    • Lo que subrayas como más importante de todo (_)

 

  • Indica las señales vocacionales más frecuentes según tu experiencia pastoral en el trabajo con los candidatos.

 

INDICACIONES PARA EL DISCERNIMIENTO

 

La mejor ayuda que ahora tiene que prestarle el acompañante será el de enseñarle al candidato a descubrir y leer sus signos vocacionales. Ofrecemos los criterios que siguen para el aprendizaje de esta lectura:

 

  • Confeccionar el itinerario vocacional esquematizando los acontecimientos particularmente significativos de autoconciencia vocacional.

 

  • Distinguir en cada uno de esos acontecimientos los siguientes aspectos:
  • Lo que pasó (el hecho objetivo)
  • Lo que me pasó (resonancia afectiva y comportamental del sujeto)
  • La interpretación que da el sujeto.

 

  • Es particularmente importante el punto de interpretación personal que el sujeto da al signo para que tenga densidad específica. En la interpretación se destacará el "código" o conjunto de criterios mediante los cuales el sujeto da sentido y llega a "ver que Dios llama". El acompañante aquí es solamente testigo cualificado que guía la experiencia,... sin suplir.
  • La percepción vocacional conviene ratificarla y confirmarla en distintos momentos y circunstancias anímicas, de manera que adquieran carácter de convicción.

 

  • Conviene acompañar, además, las conductas reactivas a la percepción de la llamada de Dios en el signo vocacional, valorando la misma:
    • Resistencia a reconocer el mismo
    • Acogida gozosa y cordial
    • Recelos, temores, miedos ...
    • Claridad, facilidad,
    • Rapidez, lentitud... etc.

 

  • Los signos vocacionales tienden a multiplicarse con el tiempo. Ello no porque no existan antes, sino porque se tiene más luz para ver. Pero para el momento inicial de discernimiento en el que nos encontramos podrían bastar un número suficientemente representativo para que le candidato tenga la confianza de sentirse realmente llamado.

 

  • Puede ayudar también en esta línea la elaboración de una “autobiografía vocacional”. Un posible modelo lo ofrecemos en documento aparte.