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ETAPA II: MADURACIÓN DEL VALOR VOCACIONAL

IDONEIDAD VOCACIONAL

 

JUAN CARLOS MARTOS

CONTENIDOS

 

La existencia de la llamada se expresa también en los dones de naturaleza y gracia recibidos (cf. Rm 12, 3). Estos dones son otorgados por Dios al llamado en orden a la vivencia de las exigencias de su vocación-misión. Su existencia garantiza la autenticidad de la llamada. Incluyen cualidades personales, el don de la gracia divina, dones carismáticos personales y virtudes sobrenaturales. La Iglesia llama a estos dones requisitos y permiten deducir la idoneidad del candidato. Se han de examinar y cultivar de manera global. Algunos de los requisitos señalados por la Iglesia son los siguientes:

 

          a. En general:

 

  • Recta intención: motivaciones e intereses vocacionales auténticos y válidos.
  • Plena libertad al optar por el modo de vida que conlleva una vocación.
  • Índole, es decir, temperamento, carácter y personalidad apropiados.
  • Cualidades necesarias para vivir el proyecto vocacional de vida y misión.

 

          b. En concreto:

         

  • Edad. La mínima para ingresar al noviciado es de 17 años cumplidos. Como edad máxima no hay nada establecido en el Derecho Universal. El criterio de experiencia para admitir a candidatos de edad avanzada, varía según los Institutos.

 

  • Salud física, determinada no con criterios categóricos sino estimativos que valoran si existe capacidad para vivir las exigencias vocacionales.

 

  • Índole que incluye temperamento, carácter y personalidad. Debe ser la apropiada para vivir las exigencias de la vocación en concreto:
    • el amor desinteresado a los demás,
    • la entrega incondicional y generosa al servicio del Reino,
    • una rica sensibilidad y vida afectiva,
    • la sociabilidad y la capacidad de establecer relaciones humanas,
    • la flexibilidad y capacidad de adaptación,
    • la renuncia radical a sí mismo por los valores de Reino,
    • una visión positiva y optimista de la vida, sinceridad y transparencia,
    • la responsabilidad y sensatez en la toma de decisiones,
    • la constancia y estabilidad para llevar a cabo los compromisos.

 

  • Equilibrio psicológico adecuado a la edad con comportamientos que reflejen capacidad para enjuiciar adecuadamente la realidad, amar auténticamente, estar abierto a los demás, hacer opciones libres y estables,  trabajar y ser eficiente, y adaptarse al ambiente circundante.

 

  • Capacidad intelectual, proporcionada y adecuada a las exigencias de la vocación. Se requiere aquel grado de capacidad intelectual que:

 

    • sea suficiente para que el llamado pueda entender y comprender el sentido y la naturaleza de la vocación,
    • le permita adquirir la preparación intelectual necesaria para realizar su misión,
    •  incluya, además de la posibilidad de aprendizaje, la capacidad de reflexión y de juicio ponderado sobre los acontecimientos de su vida,
    • y exista al menos como una aptitud básica que ha de ser desarrollada, enriquecida y educada después.

 

  • Idoneidad moral y religiosa, mostrando rectos criterios y buenos comportamientos humanos y cristianos, que son fundamento y garantía para la fidelidad vocacional. Esta idoneidad no es algo ya conseguido desde el principio pero debe exhibir ciertas capacidades básicas que permitan superar carencias y alcanzar el grado adecuado de idoneidad.

 

c. Posibles contraindicaciones

 

Las contraindicaciones, como aspecto negativo, son las condiciones personales del candidato que permiten deducir la falta de idoneidad del candidato para asumir el proyecto vocacional de vida. Serían de tres tipos:

 

  • Contraindicaciones en sentido estricto. Son aquellas condiciones del candidato que le excluyen de un modo absoluto para la vocación consagrada. Son las llamadas enfermedades psíquicas, que constituyen los trastornos graves de anormalidad. Entre ellas están la paranoia, la esquizofrenia, la ciclofrenia, la neurosis, la histeria, la hipocondría, psicopatías y otras.

 

  • Contraindicaciones en sentido amplio o señales negativas. Para los efectos del discernimiento vocacional, también han de ser consideradas como contraindicaciones aquellas condiciones no tan graves de la personalidad que en su conjunto presentan un cuadro negativo para vivir la vocación. Son rasgos y comportamientos de la personalidad que, considerados de una manera aislada, no constituyen estrictamente y de modo absoluto un impedimento; pero que, si se presentan en forma de constelación y considerados en su conjunto, son una verdadera contraindicación vocacional.  Entre ellas, la inmadurez global y persistente de la personalidad, la inmadurez afectiva, las reacciones propias de estados evolutivos inferiores (la edad infantil o adolescencial).

 

  • Impedimentos canónicos establecidos por el Derecho de la Iglesia.

              


 

INTERVENCIONES PEGAGÓGICAS

 

Esta ficha va dirigida directamente a Agentes de Pastoral Vocacional, en orden a  examinar la idoneidad de las aptitudes de los candidatos.

 

LECTURA Y ASIMILACIÓN DEL DOCUMENTO

 

  • Leer atentamente el documento. Aclarar las palabras o expresiones que no se entiendan o se ignore su significado en el contexto. Después ir señalando con un lápiz:

 

    • Lo que no entiendes (¿)
    • Lo que te parece que sobra (+)
    • Lo que falta, según tu opinión (-)
    • Lo que subrayas como más importante de todo (_)

 

  • Indica los tres aspectos que para ti son los más importantes de este documento concreto.

 

NOTAS PARA LA APLICACIÓN DEL DOCUMENTO

 

  • En el discernimiento vocacional de las aptitudes vocacionales es importante tener en cuenta los siguientes factores:

 

  • La madurez psicológica del candidato en relación a las exigencias de la etapa evolutiva que está viviendo (adolescencia, juventud, adultez). Hay que verificar que el candidato haya adquirido en cada momento de su itinerario vocacional el equilibrio y la madurez psicológica propia de la edad y del momento en que se encuentra (comienzo del acompañamiento, opción de ingreso en un centro de formación,...).

 

  • Aunque no se debe exigir al candidato desde el comienzo una madurez absoluta, no obstante la persona que ayuda al candidato en el discernimiento ha de tener presente, como puntos de referencia:

 

    • el cuadro global de los rasgos de una personalidad equilibrada y madura que se exige a toda persona normal;
    • y el tipo de capacidad y comportamientos que se derivan de las exigencias concretas de la vida claretiana (madurez afectiva, capacidad de renuncia, capacidad de relación, desprendimiento, disponibilidad, adaptación y otras).

 

  • No siempre es fácil señalar los límites entre lo normal y anormal. No obstante, hay signos muy patentes de anormalidad que se puede detectar a simple vista; otros requieren una observación más detenida; y otros, un análisis psicológico más especializado y profundo.

 

  • Las contraindicaciones y, sobre todo, los rasgos negativos de la personalidad, no aparecen externamente y con nitidez en los primeros estadios del desarrollo personal. A veces se encuentran en la personalidad en forma de disposiciones internas que no se manifiestan al principio de una manera clara; sólo a través de algunos síntomas e indicios de menor importancia. En el discernimiento hay que tenerlos en cuenta y valorarlos adecuadamente.

 

  • Una simple señal negativa no es excluyente para la vida claretiana. No obstante, para obtener un adecuado juicio sobre las posibilidades del candidato hay que tener en cuenta:

 

  • la centralidad de la señal negativa en el conjunto de la personalidad;
  • la etapa evolutiva de la persona;
  • y los recursos humanos y sobrenaturales de que dispone para superarlo.

 

  • La complejidad de la dimensión psíquica exige que, para el discernimiento, se acuda y se pida el parecer de los expertos en el campo psicológico. También en esta área de la personalidad se ha de acudir a especialistas para detectar posibles contraindicaciones. Los informes psicológicos que se exigen han de ser lo más completos y exhaustivos posibles, salvando siempre el derecho de la persona a su propia intimidad y buena fama.

 

  • Buscar de ampliar la información a través de circunstancias que faciliten la autenticidad de las manifestaciones espontáneas del candidato. Como campos de observación nos pueden servir, entre otros, el contacto con la familia, el juego, las informaciones de terceros (compañeros, profesores, vecinos...), la vida ordinaria, el trabajo... etc.

 

  • Localizar aquellos puntos concretos que precisan un trabajo de maduración y seguimiento.

INSTRUMENTO DE AUTOANÁLISIS DE IDONEIDAD PERSONAL

 

Presentamos este instrumento que, o bien así o bien con las correcciones, acomodaciones o añadidos que se vean oportunos, puede ayudar a la introspección personal de cara al discernimiento de la idoneidad vocacional.

 

 

TEMAS DE AUTONÁLISIS

1.

 

Valoración de la propia salud (enfermedades tenidas hasta ahora, situación actual). Alimentación, descanso, higiene.

 

2.

 

Rasgos más ordinarios de tu personalidad, temperamento y carácter... ¿cómo te ves? ¿cómo te ven los demás? Cualidades y defectos.

 

3.

 

Composición de tu familia. Relaciones que mantienes actualemente con ellos. Problemas familiares.

 

4.

 

Estudios cursados hasta ahora. Análisis de los fracasos y éxitos académicos. Hábito de lectura. Capacidad de comprensión y juicio.

 

5.

 

Perfil psicológico personal. Problemas psicológicos habidos. Lo más llamativo de tu psicología.

 

6.

 

Análisis de las relaciones con amigos y compañeros. Afectividad y agresividad. Manera de afrontar y vivir las renuncias.

 

7.

 

Uso de los bienes propios y ajenos. Uso del dinero. Análisis del consumismo. Capacidad de trabajo.

 

8.

 

Nivel de sinceridad, autenticidad  y espontaneidad (no son la misma cosa).

 

9.

 

Capacidad personal para tomar decisiones. Fidelidad a la palabra dada. Capacidad de reacción a las frustraciones normales de la vida.

 

10.

 

Análisis de tu historia religiosa. Momentos importantes de tu experiencia religiosa personal. Relación fe-vida.

 

11.

 

Personas más influyentes de tu vida. Tu relación con los “iguales” (hermanos, compañeros...) con los “superiores” (profesores, jefes, autoridad...) o con los “inferiores” (débiles, necesitados...)

 

12.

 

Ideales de vida que mantienes. Tus sueños. Tus aspiraciones y deseos más profundos.