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LA FAMILIA CRISTIANA:

PALANCA VOCACIONAL DEL PRESENTE Y DEL FUTURO I

A la luz del Magisterio de la Iglesia

Gabriel Calvo

Introducción

Muy al principio de mi ministerio sacerdotal llegué a intuir que Familia y Vocación estaban íntimamente relacionados y armonizados en el plan de Dios –revelado en las Sagradas Escrituras y manifiesto en los signos de los tiempos.

Hoy, después de 45 años de ministerio con matrimonios y familias de los cinco continentes, mi intuición se ha convertido en convencimiento interior que me quema y empuja al comprobar la crisis actual de las vocaciones, de los matrimonios, de las familias y de las comunidades cristianas.

Antes de pasar a una lectura de lo que los últimos Papas nos están diciendo acerca de las familias y las vocaciones, creo conveniente preparar la ‘tierra', para que las ‘semillas' de sus enseñanzas y exhortaciones penentren en nuestro espíritu y nos ‘conviertan', es decir, hagamos un cambio en nuestra manera de pensar, sentir y actuar.

Ojalá nos ayude la siguiente reflexión:

EN EL PASADO

•  Según las Sagradas Escrituras, (¿qué sucedió al hombre y a la mujer –creados en un paraíso de felicidad- cuando se sepaaron de Dios?)

Fueron poseídos por el misterio del mal, y se inició en la historia de la humanidad la ‘Cultura de la muerte'.

•  Según la teología cristiana, ¿qué aconteció cuando en la Persona del Hijo de Dios su Naturaleza Divina se unió a la naturaleza humana?

La Humanidad empezó a experimentar la esperanza de la Salvación.

•  Según la historia de la Cristiandad, ¿qué pasó cuando los cristianos se separaron de Cristo?

Se separaron entre sí, y millones de hombres y mujeres de todas las edades y en todas las naciones dejaron de creer en JESUCRISTO, como ÉL había profetizado.

EN EL PRESENTE

•  ¿Qué acontece cuando se unen un ‘tú' y un ‘yo'?. Que nace un ‘nosotros'.

•  ¿Qué pasa cuando el alma se separa del cuerpo?. Pues que viene la muerte.

•  ¿Qué sucede cuando dos átomos se unen?. Se libera la energía termonuclear. Y se libera en cadena.

EN EL FUTURO

•  ¿Qué acontecerá cuando los sacerdotes y los laicos, a la luz de las Sagradas Escrituras y del Concilio Vaticano II se unan en la nueva evangelización?.

La Iglesia se renovará según el Espíritu de su Fundador, Jesús de Nazaret, y entonces el mundo será más humano.

•  ¿Qué sucederá cuando ‘familia' y ‘llamada de Dios' se unan en nuestras mentes de ministros, de pastores y de evangelizadores, como están unidas en el maravilloso Plan de Dios de Salvación?

Empezará en la Humanidad una nueva cultura y una nueva civilización en la historia de la Humanidad: ‘La Cultura de la Vida' y la ‘Civilización de la Verdad y del Amor'. Juan Pablo II lo está profetizando continuamente.

Vemos, por tanto, que todo lo que une, se nos une y nos une procede de Dios y es impulsado por su santo Espíritu; y que todo lo que separa, se separa o nos separa es obra nuestra, impulsado por el espíritu del mal.

Una lectura pausada de lo que los últimos Papas nos dicen con perspectiva profética acerca de la familia, las vocaciones sacerdotales y religiosas, y, muy en concreto, sobre la vocación matrimonial y familiar , nos convencerá de que tenemos que pasar de una mentalidad de separación –que emana del misterio del mal- a una mentalidad de unidad que es el distintivo de Dios, nuestro Creador.

Jesús nos lo revela claramente en Mateo 19, 6, cuando unos fariseos, para ponerlo a prueba, le preguntaron: ‘¿Puede uno separarse de su mujer por cualquier motivo?'. A lo que Jesús respondió:

“No habéis leído que el Creador, desde el principio, los hizo varón y hebra, y que dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos uno solo? De manera que ya no son dos, sino uno solo.'” Y a continuación concluye por su cuenta:

“Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”

En estas circunstancas Jesús nos regaló uno de los grandes principios del discernimiento espiritual.

Por consiguiente, como lo que realmente nos interesa en este artículo es tratar de descubrir lo que Dios nos dice a través del profetismo de los últimos Papas acerca de la armonía existente entre vocación y familia, me voy a limitar a ofrecer aquellos textos del Magisterio de los Papas de estos últimos tiempos que considero más desafiantes, iluminadores y esperanzadores.

No voy a hacer comentarios de los textos. Sólo voy a coordinarlos, rtitulándolos y enfatizándolos.

Así el lector tendrá oportunidad de reflexionar y descubrir por sí mismo, y acaso incluso cambiar de mentalidad.

CLAVES DE INTERRELACIÓN PROFUNDA ENTRE MATRIMONIO, FAMILIA Y VOCACIÓN

Importancia y transcendencia de la familia para la vocación cristiana.

“Recuerdo con profunda emoción el encuentro que tuvo lugar aquí en Nagasaki entre un misionero que acababa de llegar y un grupo de personas que, una vez convencidas de que era un sacerdote católico, le dijeron: ‘Hemos estado esperándote durante siglos'. Habían estado sins acerdote, sin iglesias y sin culto durante más de doscientos años, Y, sin embargo, a pesar de las circunstancias adversas, la fe cristiana no había desaparecido; se había transmitido dentro de la familia de generaración en generación. De esta manera, la familia cristiana demuestra la inmensa importancia que tiene en lo que se refiere a la vocación a ser cristiano.” (JUAN PABLO II, en la Catedral de Nagasaki: 25/II/81).

Matrimonio y sacerdocio

“ Todo el pueblo de Dios debe dar testimonio del Misterio de Cristo y de su Reino, pero este testimonio no es el mismo para todos. Dejando a sus hijos seglares casados la función del necesario testimonio de una vida conyugal y familiar auténtica y plenamente cristiana, la Iglesia confía a los sacerdotes el testimonio de una vida totalmente dedicada a las más nuevas y fascinantes realidades del Reino de Dios...

“Si al sacerdocio le viene a faltar una experiencia personal y directa de la vida matrimonial, no le faltará, ciertamente, a causa de su misma formación, de su ministerio y por la gracia de su estado un conocimiento acaso más profundo todavía del corazón humano, que le permitirá penetrar aquellos problemas en su mismo origen y ser así de valiosa ayuda con el consejo y con la sistencia, para los cónyuges y familias cristianas. (Pablo VI, ‘Sacerdotalis Coelibatus': 24/VI/67).

El celibato y el matrimonio, dones de Dios y vocaciones complementarias

“El celibato es precisamente un ‘don del Espíritu'. Un don semejante, aunque diverso, se contiene en la vocación del amor conyugal verdadero y fiel, orientado a la procreación según la carne, en el contexto tan amplio del Sacramento del Matrimonio. Es sabido que este don es fundamental para construir la gran comunidad de la Iglesia, Pueblo de Dios. Pero, si esta comunidad quiere responder plenamente a su vocación en Jesucristo, será necesario que se realice también en ella –en proporción adecuada- ese otro ‘don': el don del celibato “por el Reino de los Cielos”.. . (Juan Pablo II a los Sacerdotes: Jueves Santo: 8/IV/79)

Los hogares verdaderamente cristianos facilitan el brote y el crecimiento de la frágil flor de la vocación en el alma de los niños

“En el pensamiento de la Iglesia un hogar verdaderamente cristiano es el ambiente en el que se nutre, crece y se desarrolla la fe de los niños y donde aprenden a hacerse no solamente hombres, sino también hijos de Dios.”

Vosotros, queridos padres y madres de familia aquí reunidos, nos habéis expresado en esta peregrinación vuestro deseo de ofrecer vuestros hijos generosamente a Dios si Él los llamara un día a su servicio.” [# 7] (Juan XXIII, Alocución a los Equipos de Nuestra Señora: 3/V/59).

El número de vocaciones, índice de la salud moral de las familias

“ El problema del número suficiente de sacerdotes afecta de cerca a todos los fieles, no sólo porque de él depende el futuro religioso de la sociedad cristiana, sino también porque este problema es el índice, preciso e inexorable, de la vitalidad de fe y amor de cada comunidad parroquial y diocesana. Testimonio de la salud moral de las familias cristianas. Donde son numerosas las vocaciones al estado eclesiástico y religioso, se vive generosamente de acuerdo con el Evangelio.” [# 3]

(Paulo VI, J.V.: 11/IV/64)

Santidad matrimonial y vocación de los hijos

“Los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del Matrimonio, por medio del que significan el misterio de la unidad y del fecundo amor entre Cristo y la Iglesia y de él participan (Efs 5, 32), se ayudan mutuamente pasra ser santos en la vida conyugal y en la aceptación y educación de la prole, y así tienen su propio don en el Pueblo de Dios dentro de su estado de vida y condición...

En esta que podríamos decir ‘iglesia familiar', los padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe con la palabra y con el ejemplo, y conviene que alienten la vocación propia de cada uno, con especial cuidado la vocación sagrada. [# 11 de la Constitución Dogmática Lumen Gentium –sobre la Iglesia- del Concilio Vaticano II: 21/XI/64]

Necesidad de sacerdotes santos para evangelizar a las familias

“En el curso de una de las sesiones del Sínodo, la Madre Teresa de Calcuta habló así a los obispos reunidos: '-¡Dadnos santos sacerdotes! -¡Enviadnos sacerdotes santos como siervos de Cristo y administradores de los misterios de Dios!'. Y ¿de dónde deben salir estos sacerdotes, sino de las familias que viven en el espíritu de Cristo? Por esto se ha indicado el signo de la unión entre la vocación familiar y la vocación sacerdotal.” (Juan Pablo II, del saludo dle rezo del Ángelus:12/X/80).

II: LA DIMENSIÓN VOCACIONAL EN LAS FAMILIAS ES ESENCIAL Y BÁSICA

Porque las familias son:

Célula fundamental de la Sociedad de la que procede toda vocación

“En la familia nacen nuevos ciudadanos de la Sociedad humana, quienes por la Gracia del Espíritu Santo, quedan constituidos en el Bautismo hijos de Dios, que perpetuarán a través del tiempo el Pueblo de Dios (LG, 11. Esta imagen divina de la familia, renovada y santificada por Jesucristo, en nuestro tiempo es frecuentemente empobrecida, ofuscada e incluso profanada. (GS, 47). Por ello hace falta reflexionar nuevamente sobre las palabras de Jesús: “al principio no fue así” (Mt 19, 8). Es necesario que el Sínodo ‘manifieste lo que quiere decir seguir a Cristo en la vida matrimonial y familiar'” (Juan Pablo II al Consejo de la Secr, del Sínodo: 23/II/80).

Forja de los futuros hijos dignos de la Iglesia

“Formidable labor ésta de reehacer todo un mundo desde sus cimientos; pero si se quiere acometer esta empresa con probabilidades de éxito, es cosa cierta que el primer elemento orgánico que habrá que fortificar serça siempre la familia, repetidamente llamada ‘célula de la Sociedad'. Lo que ella sea será todo el cuerpo; y bien demuestran haberlo comprendido los que la asaltan por todas partes, con la complicidad de las fuerzas del mal y de las pasiones desencadenadas.” [# 2]

Haced, pues de vuestras familias verdaderos centros de santidad: donde el Señor esté siempre presente con su Gracia; donde se ore en común, para assistir luego, también en común, al culto divino y a la recepción de los Sacramentos; donde la ley de Dios sea observada exactamente; donde cada uno de sus elementos aspire a la perfección con los medios que la misma vida de familia le procura y dentro de sus deberes propios; donde se forgen los espíritus de los futuros hijos dignos de la Iglesia; donde haya calor y fuego suficientes para irradiarlos en beneficio de todos los que os rodean; donde reposen traquilamente los ojos de Dios que sabe que alí se hace continuamente su santísima y adorable voluntad”. [# 3] Pío XII a los Equipos de Matrimonios españoles: 13/VIII/ 58).

Jardín primero y más natural de toda vocación

“El jardín primero y más natural donde deben germinar y abrirse como espontáneamente las flores del santuario, será siempre la familia verdadera y profundamente cristiana. Las excepciones a esat regla de la providencia ordinaria son raras y no hacen sino confirmarla.” [# 81]

(Pío XI, “Ad Catholici Sacerdotii”: 20/XII735)

Vivero de vocaciones

“La familia es el primer ejercicio de vida cristiana, la primera escuela de fortaleza y sacrificio, de derecho moral y de abnegación. Ella es el vivero de vocaciones sacerdotales y religiosas y también de empresas apostólicas para el laicado cristiano; la parroquia adquiere dignidad nueva y fisonomía inconfundible y se enriquee con nueva ninfa vital de almas regeneradas que viven en la gracia del Señor...” [# 13] (Juan XXIII, en el Santuario de Loreto (Italia): 4/X/ 62)

Tierra donde nacen y crecen las vocaciones

“Como sabéis, las vocaciones nacen, se desarrollan y maduran en la familia. Casi siempre son fruto de familias donde se vive intensamente según los principios de la fe. Las vocaciones maduran en un laicado consciente, plenamente realizado gracias a la fe y responsable en su tarea en el medio en el que vive (JUAN PABLO II, a los Obispos de Angola, Santo Tomé y Principe en su Visita AD LIMINA, 20/10/81).

Semillero de vocaciones

'Para hacer madurar una vocación es necesario la aportación de la familia. En mi exhortación de la misión de la familia cristiana en el mundo actual, he escrito que ella es 'el primero y mejor semillero de vocaciones a la vida consagrada al Reino de Dios'(FC 63), efectivamente el servicio llevado a cabo por los cónyuges y padres cristianos en favor del Evangelio es esencialmente un servicio eclesial, es decir que se realiza en el contexto de la Iglesia entera en cuanto comunidad evangelizada y evangelizadora."

"En efecto, el seminario desarrolla un papel unico y determinante. Pero todo parte de la familia y todo está condicionado por ella en última instancia. Por esto, también vosotros, queridos familiares, participáis de la vocación de estos muchachos". (JUAN PABLO II, a un grupo de Vocaciones del Pontificio Seminario Romano Menor: 20/12/81)

Campo y fermento vocacional

"Campo por excelencia donde germinan, se abren, crecen y prosperan las vocaciones a consagrarse por amor del Reino de los Cielos”, a la vida sacerdotal y religiosa, son las familias según Dios, fermentadas por la levadura evangélica y capaces de asegurar el futuro de la humanidad, que pasa precisamente por la familia (F.C). (Juan Pablo II, Sto. Tomé y Principe: 4/11/ 84)

Vaso de cultivo de la flor de la vocación

"No hay quien no vea que el papel de la familia en lo que respecta a la vocación de los hijos es importantísimo: la familia es el vaso de cultivo de la flor de la vocación; así como fácilmente la puede tronchar, asi fácilmente la puede cultivar; y en la inmensa necesidad que hoy tiene la Iglesia de almas puras y generosas que se consagren al Señor, este primer cuidado que proteje y no impide, no empuja pero tampoco retarda el germinar de una vocación, adquiere una importancia extraordinaria, que coloca 1a acción de la familia entre los coeficientes más activos y más meritorios de la eficacia apostólica de la Iglesia en el Mundo de hoy." [#1]

(PABLO VI, al Grupo de Dirigentes de la Unión de Mujeres de A.C. :3/XI/65)

Santuarios Donde Se Forman los Buenos Servidores de Dios

"Deseamos que vuestras familias sean otros tantos santuarios donde se formen los buenos servidores de Dios, los hijos fieles de la Iglesia, los ciudadanos honrados, y trabajadores, según el elevado programa que les ha trazado el Concilio. (PAULO VI, A la peregrinación Eslovena:6/IV/67).

A1go vital para las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa

La familia es también en grado supremo, algo vital para las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. La mayoría de estas vocaciones brota y se desarrollan en familias profundamente cristianas. Por eso el Vaticano II llama a la familia "el primer seminario” [Optatam totius, 2].

(JUAN PABLO II, en la Catedral de Nagasaki: 25,/II/81).

Seminario o noviciado en germen

"La familia cristiana es el primer lugar donde se desarrollan las vocaciones. Es un seminario o noviciado en germen. Esto quiere decir que vosotros, los padres, debéis profundizar y cultivar continuamente vuestra vida cristiana... Tened presente que las vocaciones eclesiásticas se desarrollan en las familias donde los sacerdotes y los religiosos son respetados y amados, donde existe un interés real por la vida de la Iglesia local y de la Iglesia universal. Así, cuando llegue el tiempo en el que vuestros hijos han de tomar una decisión en orden a escoger una forma adecuada de vida, no pensarán únicamente en términos de profesiones seculares, sino que también considerarán la posibilidad de aceptar una vocación al sacerdocio o a la vida consagrada." (J.P.II en el Pont. Ateneo, Pune [India]:1O/II/86)

" Primer Seminario"

* "La obligación de fomentar las vocaciones sacerdotales recae sobre toda la comunidad de fieles, que responderá a la misma, en primer lugar, con una auténtica vida cristiana. Principalmente conspiran a este objetivo las familias que, animadas de espíritu de fe, de caridad y de piedad, vienen a ser como el primer seminario. (Vaticano II: "Optatam totius": 28/X/65)

* "Las familias verdaderamente cristianas, si están animadas de espíritu de fe, de caridad y de piedad, constituyen como el "primer seminario" (OT:2) en cuyo seno, como enseña la gran tradición familiar que ha dado a la Iglesia tantos santos, germinan los brotes de las genuinas vocaciones masculinas y femeninas, se defiende su primer despertar, y se lleva a la madurez su espléndido fruto que, centuplicado por la gracia de estado, revierte luego en beneficio de todo el Pueblo de Dios." (#3).

(PABLO VI, Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones: 19/111/69).

* "Debemos animar a los padres en su tarea como educadores de sus hijos: los primeros catequistas y los mejores. Qué gran labor y desafío para llevarla a cabo: educar a los hijos en el amor de Dios y hacerlo real para ellos. Y, con la Gracia de Dios, qué fácilmente pueden muchas familias cumplir la función de ser un "primum seminarium" (primer seminario). ("O.T. #2); el germen de una vocacion para el Sacerdocio se nutre de la oraciórn familiar, el ejemplo de la fe y el soporte del amor.

(J.PABLO I, a Obispos de USA en su visita Ad Limina 21/IX/78)

* "Mi pensamiento y mi exhortación se dirigen también a las familias cristianas, que el Vaticano II indicó como "primer seminario" de la voca-ción (OT #2). Os corresponde a vosotros orientar en vuestro propio seno ese clima de fe, de caridad y de oración que oriente a vuestros hijos para que se adapten, en una actitud de generosa disponibilidad, a la iniciativa de Dios y a su Plan sobre el mundo." (JUAN PABLO II, a los Aspirantes al Sacerdocio o a la Vida Religiosa. Porto Alegre (Brasil) 5/7/80.)