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INSTRUMENTOS: SITUACIONES DE ENTREVISTADOS

Juan Carlos Martos

CASOS FRECUENTES

 

 

El adolescente y el joven tienen grandes dificultades en la comunicación interpersonal, pues sus ideas y sus sentimientos están confusos. El ambiente fragmentado, superficial, consumista y divergente aumenta la extraversión y la falta de identificación. El resultado final es la angustia. A pesar de todas estas dificultades y limitaciones, el joven debe ser tratado como adulto. Con profunda confianza en sus posibilidades. Presentamos algunos modelos de personas tipo con las que nos podemos encontrar:

 


1. La persona difícil de convencer

 

Busca siempre la ocasión de oponer su pensamiento al nuestro. Siempre encuentra motivo de polémica. Si calla, puede tratarse de una persona que tiene miedo y que no quiere entrar en discusión. Para volverle a su situación normal habrá que provocarle para que discuta. Ante esta personalidad:

- Mantener en todo momento el control del diálogo.

- No entrar en polémica.

- No hacerle razonamientos.

- No buscar sus puntos débiles para argumentar.

- Poner en su boca nuestra tesis.

 


2. La persona que no se compromete

 

A veces encontramos personas que no parecen reaccionar a ninguna observación. Esto a veces puede obedecer a diferentes factores: cautela, resentimiento, miedo, falta de interés... Ante esta personalidad:

- Ayudarle con preguntas que le lleven a tomar posiciones.

- Puede ser que la persona esté irritada porque considere que el ser valorada, observada o aconsejada, es interferirse en sus asuntos particulares. Comprobada esta causa, evitar tomar posiciones radicales.

- Estar muy atentos a su menor muestra de interés. Procurar desarrollar estas muestras mediante preguntas que le den ánimo, como, por ejemplo, pedirle opinión sobre el tema que es "precisamente el que más nos interesa".

- Mostrarse muy interesado en su tema favorito.

- Si pide opinión, darle la que él espera de nosotros.

- Hacerle ver que sus puntos de vista coinciden, será la mejor forma de ganarse su voluntad.

 


3. La persona que se deja convencer fácilmente

 

Puede ser que lo haga sinceramente, pero lo más probable es que trata de no crearse problemas. Esta persona está convencida de lo absurdo de exponer su verdadero parecer porque "nadie hace nada por nadie". Suele ser una persona que no discute jamás y no porque no tenga nada que discutir, sino porque ella posee la verdad. Ante esta personalidad:

- Es necesario asegurarse de que su pregunta o exposición sea claramente comprendida.

- No hay que tratarle con amabilidad excesiva. Las preguntas deben ir dirigidas a su emotividad profunda.

- Trato firme y sin concesiones hasta obligarle a descubrirse.

- Preguntas y expresiones breves, claras y tajantes.

 


4. La persona irritable

 

Habrá que buscar la causa. La respuesta más adecuada es una gran dosis de paciencia, tacto y prudencia. Es muy importante tener en cuenta el ámbito donde se envuelve, el miedo familiar, su trabajo, sus relaciones laborales, su educación. Ante esta personalidad:


- Escuchar hasta que termine totalmente.

- No interrumpirle.

- Evitar hacer excesivo uso de la palabra.

- Mantener una postura pasiva.

- Utilizar preguntas generales.

- Estar atento a las palabras en que ponga más énfasis. Pueden darnos una pista sobre la causa de su irritación.

 


5. La persona nerviosa

 

Si se trata de un nerviosismo natural, al verse en un ambiente desconocido cuyo control escapa de sus manos, bastarán unas cuantas preguntas generales de fácil respuesta para que recupere el control de sí misma. Cuando el nerviosismo permanece después de haber respondido a aquellas preguntas de forma entrecortada e incoherente, debemos ponernos en guardia:

- Es necesario primero que se ponga cómoda.

- Llevar la conversación a temas familiares y hacerle hablar de ellos.

- Presentar casos familiares sobre los mismos temas.

- Alabar sus respuestas si se ve que esto aminora su tensión.

- Evitar preguntas concretas cuando se observan nuevos signos de tensión. Tranquilizarle con preguntas generales.

- Si utilizamos preguntas indirectas, descubrimos su opinión sobre los demás. Esto nos puede dar pistas sobre el origen del nerviosismo.

 


6. La persona impaciente

 

Se muestra tranquila hasta que se comienza a preguntarle. Sus continuos movimientos de manos, cambio de postura, son reflejo de su impaciencia. Ante esta personalidad:

- Utilizar siempre que se pueda preguntas concretas. No divagar.

- Mantenerse el mayor tiempo posible lo más próximo al punto de tensión.

- Hablarle con claridad, ser breve y conciso.

 


7. La persona taciturna

 

Sus respuestas monosilábicas y su falta de interés rompen continuamente la unidad del diálogo. Ante esta personalidad, que suele ser muy susceptible:

- Utilizar preguntas concretas y rápidas.

- No dedicar muchas preguntas para un mismo tema.

- Pasar con rapidez de un tema a otro.

- Hacerle salir de sí misma.

- Razonar con ella lógicamente.

 


8. La persona charlatana

 

Es la que habla inconteniblemente de cualquier tema. Se sale con frecuencia de lo que se está tratando. Tiene mucha verbosidad, pero su argumentación suele carecer de lógica interna. Ante esta personalidad:

- Procurar tomar la palabra a la menor pausa que tenga.

- Usar preguntas concretas que no le den ocasión a divagar.

- Ponerle ante problemas concretos para su solución.

 

9. La persona que todo lo sabe

 

Tratará de imponerse en la primera ocasión. Su característica sensible puede provocar, pero no perder el control. Suele poseer una buena memoria para los hechos, datos y para narrar sucesos extraños. Sin darse cuenta, hiere la susceptibilidad de los otros. Ante esta personalidad:

- La forma de ayudarle es hacerle preguntas concretas y bien dirigidas. Con ellas se obtienen toda clase de datos.

- Hay que llevarle de forma que parezca que es ella quien lleva el diálogo.

- En ciertas ocasiones, será necesario bajarle los humos.

 

 


 

INTERVENCIONES PEGAGÓCICAS

 

Esta ficha va dirigida directamente a Agentes de Pastoral Vocacional. Presenta una serie de personajes-tipo con peculiaridades significativas que en ocasiones pueden ralentizar o estorbar la tarea del acompañamiento vocacional. Es útil repasarlos y comentarlos por separado. Pueden ayudar las siguientes cuestiones:

 

 

  • Leer atentamente el documento. Aclarar las palabras o expresiones que no se entiendan o se ignore su significado en el contexto. Después ir señalando con un lápiz:

 

    • Lo que no entiendes (¿)
    • Lo que te parece que sobra (+)
    • Lo que falta, según tu opinión (-)
    • Lo que subrayas como más importante de todo (_)

 

  • Indica los tres casos más frecuentes que en tu praxis de acompañamiento hayas podido encontrar. ¿Te aportan algo las indicaciones pedagógicas que se ofrecen en el documento?

 

  • ¿Conoces algún caso más, sacado de tu experiencia, que no esté de alguna manera contemplado en este catálogo y que te interese comentarlo en común con los otros?

 

    • De todo lo dicho y escuchado, saca tú mismo tus conclusiones personales de cara a tu trabajo de acompañante de otros.