EL SEMINARIO, FORMADOR DE PASTORES PARA LA NUEVA EVANGELIZACION
1.Marco eclesial y social
1.1.Realidad eclesial
1.1.1.Iglesia Misterio
(Eclesiología)
En algunas Iglesias de América Latina se va logrando una mayor comprensión de sí mismas y se están produciendo síntesis teológicas propias. Sin embargo, aún existen diferencias eclesiológicas; en algunas iglesias se carece de una catequesis básica por lo cual se da la ignorancia religiosa; muchos cristianos carecen de sentido de pertenencia a la Iglesia y se sigue reduciendo la concepción de la Iglesia a su jerarquía.
(Credibilidad)
En general la Iglesia ha tenido una presencia positiva y significativa en la sociedad, es la institución más confiable y con mayor credibilidad por lo cual se espera de ella orientación ante los graves problemas sociales; la iglesia está cada vez más abierta a la pluralidad de los pueblos y más abierta al diálogo con la sociedad. Sin embargo no siempre aprovecha esta credibilidad de la que goza, se dan diferencias en la forma de enfrentarse a los problemas, aparece lenta en la toma de decisiones, da la sensación de no estar preparada para enfrentar los desafíos actuales y hay quienes rehúyen el compromiso de lo social.
1.1.2.Iglesia Comunión
Se puede reconocer un espíritu comunitario y de cooperación, una capacidad de resistencia ante el sufrimiento, abundante testimonio martirial y deseo de participar y hacer viva la fe.
(Laicos)
En muchas comunidades se está dando una mayor conciencia sobre la vocación y misión de los laicos y, gracias a su participación comprometida en diferentes áreas de pastoral, especialmente de la mujer, se está dando un desarrollo de tales comunidades. Sin embargo, en muchos lugares permanece el poco compromiso del laicado y son escasos los cauces para la formación de laicos comprometidos.
En muchos laicos está despertando el interés por la palabra de Dios a través de estudios Bíblicos, muchos están participando en cursos sobre crecimiento en la fe, matrimonio y familia; se tiene mayor conciencia de los ministerios laicales. Sin embargo, algunos miembros de la Iglesia siguen considerando los ministerios laicales como usurpación del ministerio ordenado y en algunos clérigos existe el temor de ser desplazados por los laicos, manifestando con ello un clericalismo.
(Movimientos eclesiales y apostólicos)
Se puede observar cada vez más la vitalidad y el dinamismo de algunos movimientos eclesiales. Sin embargo aún no se acaban de encontrar cauces para que tales movimientos contribuyan a la unidad y no a la dispersión de fuerzas en las Iglesias locales en orden a una efectiva coordinación pastoral, signo de una verdadera comunión eclesial; muchas veces se da un deficiente funcionamiento de cofradías y algunas exageraciones en la renovación carismática, así como una fe superficial en otros movimientos y en general no se está ofreciendo suficiente formación a todos los grupos laicales.
(Obispos)
Algunas Conferencias Episcopales reconocen en sí mismas un espíritu de comunión eclesial. Sin embargo también se dan casos de divisiones internas, ambigüedades en las orientaciones pastorales entre conservadurismo y el progresismo, en detrimento de una experiencia de comunión más evangélica que permita aprovechar el esfuerzo de todos.
Aumenta el número de obispos autóctonos.
Muchos obispos manifiestan apertura y capacidad de escucha, cercanía al clero y a los fieles, sin embargo, hay quienes no mantienen suficiente diálogo tanto con su clero como con sus fieles y se siguen dando posturas autoritarias.
(Relación diocesanos-religiosos)
Se pueden reconocer los esfuerzos de unidad que se están dando entre sacerdotes diocesanos y congregaciones religiosas. Sin embargo no se aprovechan aún todos los carismas presentes en las Iglesias locales y la acción de algunas congregaciones se muestra un tanto paralela a la acción de la diócesis dejando la impresión de un “sectarismo” dentro de la misma Iglesia.
(Diaconado Permanente)
En muchas Iglesias el Diaconado Permanente está floreciendo y dando abundantes frutos. Sin embargo en algunas no se están dando los pasos necesarios para establecerlo, aún cuando ya está regulado por la Iglesia y por las Conferencias Episcopales Nacionales.
(Sacerdocio y vocaciones)
Ha aumentado considerablemente el clero nacional; es creciente el número de sacerdotes jóvenes y muchas diócesis, con su obispo a la cabeza, tienen una gran preocupación por la vida consagrada. Sin embargo, se puede reconocer aún la escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas frente a las urgentes necesidades y en algunas Iglesias la preocupación y el apoyo en la pastoral vocacional no es el adecuado.
(Sacerdocio y formación permanente)
En muchos países se puede reconocer una preocupación por la formación permanente del clero. Sin embargo, hay cierta deficiencia en la formación teológica y pastoral básicas; faltan programas nacionales de formación continua, es insuficiente el acompañamiento a los sacerdotes jóvenes; algunos intentos de actualización de la formación son disminuidos por sacerdotes aferrados a esquemas antiguos.
En general se reconoce la labor pastoral y el testimonio de vida de la mayoría del clero. Sin embargo, se deja ver con frecuencia la falta de unión entre el clero, algunos sacerdotes han sido motivo de escándalo por su estilo de vida aburguesado y fuertemente influido por el hedonismo y el materialismo o por desviaciones en el campo moral, otros causan el desaliento por su poca iniciativa y deficiente trato humano, en algunos es evidente la incoherencia de vida y la deserción e infidelidad del ministerio sacerdotal desorienta a una buena porción del pueblo de Dios.
1.1.3.Iglesia Misión
(El pueblo)
El pueblo es amigable, de fácil trato, con sentido de humor, con sed natural de Dios, se sigue declarando católico, en su mayoría, y asume con responsabilidad sus tareas si el sacerdote se muestra amable y abierto. Sin embargo sigue avanzando el secularismo, fruto de una mentalidad liberal y hasta aniteclesial; crece también la indiferencia religiosa.
(Ministerialidad)
Se pueden reconocer manifestaciones de una Iglesia renovada, ministerial y que promueve la ministerialidad sobre todo en las periferias de las ciudades y en el interior de los países.
(Dimensión misionera)
Se está dando gran importancia a la dimensión misionera de la Iglesia y se está desarrollando el espíritu misionero correspondiente. Sin embargo falta que esta conciencia misionera se refleje en la cooperación entre las diócesis y entre los países.
(Ecumenismo)
Se percibe una real apertura al ecumenismo que se va manifestando en trabajos concretos en las iglesias locales y nacionales.
(Religiosidad popular)
La religiosidad popular es un fenómeno de la mayoría de nuestros pueblos y se da un lugar muy especial a la providencia de Dios. Sin embargo sigue siendo un reto la purificación de esta religiosidad popular que permita superar cierto fanatismo religioso y el divorcio entre la fe y la vida.
(Experiencias pastorales)
En nuestras iglesias se están dando experiencias pastorales originales y ricas, existen muchas inquietudes y propuestas para mejorar la pastoral y se puede reconocer un mayor empeño en la realización de una acción evangelizadora más orgánica. Sin embargo hay aún muchos sectores no suficientemente atendidos como es el caso del militar, económico, político, universitario, etc., es aún escaso el espíritu de comunión lo cual favorece el aislamiento y debilita los esfuerzos de los agentes de pastoral.
(Planeación)
Va creciendo una iglesia pastoralmente organizada y con objetivos claros; en varias diócesis ya existen planes pastorales y en muchas se están dando serios esfuerzos de planificación pastoral hacia una pastoral de conjunto que unifique esfuerzos y establezca prioridades. Sin embargo hace falta avanzar en una acción de conjunto y planificada; no siempre se conocen y siguen los proyectos diocesanos y parroquiales; es fuerte la tendencia del individualismo en la acción pastoral; es frecuente el poco aprovechamiento de los recursos por falta de coordinación; se sigue manifestando la falta de unidad de criterios para la evangelización y, aunque hay intentos de coordinación pastoral a nivel nacional, falta mayor coordinación y apoyo a este nivel.
(Organización y estructuras)
Se puede reconocer una Iglesia más y mejor estructurada. Sin embargo la organización eclesiástica y sus estructuras no responden eficazmente a las demandas actuales: no acaban de establecerse o de funcionar adecuadamente los Consejos presbiterales, pastorales y económicos, la concepción de parroquia, como espacio geográfico bien delimitado, no responde a los desafíos planteados por las grandes ciudades y no hay propuestas serias para hacer de las parroquias verdaderas comunidades.
a)Nueva Evangelización
(Dimensión profética)
Las iglesias están acentuando positivamente la dimensión pastoral y se ha intensificado la evangelización en favor de niños, jóvenes y adultos; su autoridad moral le ha llevado a ser mediadora en conflictos internos pues es creíble a la sociedad; nuestras iglesias en general son fáciles de convocar y manifiestan ansias de formación. Sin embargo, aunque aumenta el número de agentes de pastoral, se puede reconocer, en muchos de ellos, cierta incapacidad para comunicar el mensaje de acuerdo a la realidad pastoral; en varios lugares se ha descuidado la dimensión profética y la acción pastoral se ha reducido a favorecer lo emotivo, lo subjetivo, lo masificante y cierto sacramentalismo, lo cual hace ver que la predicación para favorecer la conversión también debe ser hacia dentro de la iglesia.
(Corrientes religiosas)
Nuestros pueblos tienen una gran hambre de Dios y por conocer la Palabra de Dios; un amor a la Eucaristía, a la Virgen María y al Papa; así como una arraigada religiosidad popular y una seria preocupación por la evangelización. Sin embargo hay una creciente influencia de corrientes religiosas, espirituales y pseudoespirituales que confunden a la población pues se puede observar cierta indiscriminación en el seguimiento de ofertas espirituales, así como un florecimiento de sectas que, dada la escasa preparación de los cristianos católicos, ganan terreno.
b)Promoción humana
(Ante la injusticia)
Se puede reconocer que la iglesia es más sensible a las realidades humanas y que se ha pasado de un asistencialismo a esfuerzos de trabajo en promoción humana en apertura a organizaciones no gubernamentales y en el favorecimiento de la solidaridad cristiana. Sin embargo la diferencia entre ricos y pobres es escandalosamente marcada; la Iglesia a veces se deja ver más bien estática, conformista y preocupada por la sacramentalización,necesita levantar su voz con más firmeza frente a las injusticias que padece una gran parte de la población de América Latina (corrupción, violencia, impunidad, etc.).
(Compromiso social)
La jerarquía va tomando distancia respecto al poder político y el magisterio de los obispos de América Latina ha alentado el compromiso social en favor de la vida, la justicia, la reconciliación y la paz, dando más relevancia a la enseñanza social de la Iglesia. Sin embargo aun hace falta mayor compromiso de parte de la jerarquía y mayor empuje a la acción social de la iglesia, no hay previsión para adelantarse a la problemática que agobia a la población y no siempre se atienden los efectos del tiempo de la dictadura militar.
(Familia)
Se está dando más atención pastoral a la familia. Sin embargo la descomposición familiar con el alto índice de divorcios, madres solteras y niños abandonados, está rebasando la respuesta pastoral de la iglesia.
(Pobreza)
Se observa la búsqueda de una descentralización pastoral con el afán de llegar a todos, se tiende a ser una iglesia insertada entre los que menos poseen y hacer suya la opción por los pobres, por una evangelización especialmente preocupada por los grupos marginados y campesinos. Sin embargo falta una mayor decisión en asumir la opción por los pobres y preocupa el que seamos una iglesia económicamente dependiente.
(Clero - pobres)
Nuestra iglesia es, en general, pobre; la mayor parte del clero vive cerca del pueblo y en un clima de austeridad muy coherente con el evangelio, no gozan de muchos recursos financieros y algunos reflejan en su vida la opción por los pobres. Sin embargo algunos sacerdotes muestran poca sensibilidad hacia el clamor de quienes menos poseen. No siempre orientan en materia social, manifiestan poco compromiso con las propuestas pastorales de las Conferencias Episcopales y, en muchos momentos, parecen más bien espectadores, lo cual puede ser interpretado como complicidad con las situaciones de injusticia.
(Medios de comunicación social)
Se están aprovechando los medios de comunicación social y los avances tecnológicos para difundir el mensaje cristiano, a pesar del monopolio que en este campo suele darse en muchos países. Sin embargo aún es poco significativa la penetración en y a través de estos medios.
(Ecología)
Crece en la Iglesia la conciencia ecológica.
c)Cultura cristiana
(Inculturación)
La iglesia reconoce y valora su historia y, dentro de ella, la participación activa que ha tenido en la educación que ha conformado la sociedad latinoamericana y que forjó una “cultura católica” que está actualmente en crisis por la penetración de antivalores aún en el seno de la iglesia; recientemente ha manifestado una mayor preocupación por asumir la cultura, aprovechar los avances sociales, científicos y económicos y buscar la inculturación del Evangelio en los diversos grupo humanos, sobre todo entre los indígenas, a pesar de la gran influencia del secularismo. Sin embargo faltan cauces concretos para promover la inculturación del Evangelio y de la fe, por ejemplo en la liturgia, y se deja ver poca comprensión hacia las vocaciones de cultura indígena.
1.2.Realidad social
1.2.1.Contexto social
No pocas sociedades del Continente viven bajo el signo de la incertidumbre, agravadas por una creciente crisis de valores, altos niveles de analfabetismo, cansadas y sin aspiraciones de progreso, con lideres políticos mediocres, con el temor de un inminente estallido social y sumergidas en profundas crisis económicas.
No obstante las agresivas políticas de control de la natalidad, impulsadas por muchos de nuestros gobiernos, la población crece y también mejoran los niveles de vida, aunque en menor escala.
A pesar del abandono en el que se encuentra la mayoría de nuestra población aún manifiestan anhelos de superación y desarrollo, claman por oportunidades que les permitan vivir dignamente.
Se incrementa la lucha contra el proceso de elaboración, consumo y tráfico de la droga.
Se impone como un deber recuperar la dimensión festiva de la vida de nuestros pueblos.
Hay una mayor conciencia y sensibilidad ante la promoción y defensa de los derechos humanos.
Al interno de los países se abren espacios para el diálogo y la generación de consensos entre los diversos actores de la vida social y política.
Se promueven manifestaciones populares, eventos de concientización para hacer valer los derechos y las propuestas de la sociedad civil.
Sindicatos y asociaciones continúan activos en la sociedad, no obstante los limitados espacios de acción que les permiten. Se incrementa su participación en la consolidación de la democracia, la paz y la justicia. Junto con ello crece la participación de la mujer.
En el ámbito social los problemas más agudos son los generados por el narcotráfico, la corrupción, la inseguridad ciudadana, incremento de pandillas juveniles bien organizadas, alcoholismo, injusticias sociales, prostitución, bajos salarios, mortalidad infantil, analfabetismo, pocas oportunidades para los jóvenes, falta de conciencia cívica etc.
Entre otros problemas en el ámbito social se señalan: la precaria inversión social del Estado, la carencia de un Estado de Derecho, el retorno a posturas populistas encarnando ciertos mesianismos alienantes de parte de algunos dirigentes políticos. Además el militarismo sigue siendo una peligrosa amenaza para nuestros pueblos.
Nuestros pueblos carecen de un adecuado proyecto de nación capaz de convocar a todos los sectores en la búsqueda de un desarrollo integral y de una sólida consolidación de la paz, la justicia y la democracia.
Crece la dependencia económica y cultural de los Estados Unidos de Norteamérica en muchos de los países americanos. El “sueño americano” continúa vivo en la memoria colectiva de amplios sectores de la población.
1.2.2.Contexto político
En la mayoría de nuestros países, aunque con muchas dificultades, se ha avanzado en la democracia, muchos alcaldes están empeñados en servir realmente a sus comunidades y crece el deseo de soberanía y libertad. Se está dando más participación ciudadana aunque aún falta educación democrática.
Se ha avanzado en la conquista del derecho a la libertad de expresión y se percibe un deseo de cambio, de progreso y de solucionar los grandes problemas que afectan a la sociedad. Sin embargo a nivel político las expectativas no han sido siempre satisfechas por los últimos gobiernos, por ello también es grande la desilusión con respecto a la política y ésta va perdiendo credibilidad.
Aunque hay más conciencia de los problemas, debido a que se ha desarrollado el diálogo social, y se empiezan a encontrar soluciones a algunos de ellos, el mal funcionamiento de las instituciones políticas y sociales en general y la incompetencia y lentitud del sistema judicial en particular, han dado lugar a la expansión de la corrupción, la injusticia y la impunidad, por lo cual se suele concluir que no hay voluntad política para resolver las situaciones más agudas.
Se incrementa considerablemente el número y la participación de las organizaciones no gubernamentales, sus afiliados y sus simpatizantes.
1.2.3.Contexto económico
El modelo dominante es el neoliberal y, con él, el proceso de la globalización que va penetrando y facilitando las inversiones económicas de la comunidad internacional. El turismo es una fuente importante de ingresos en América Latina.
Aunque ha habido cierto desarrollo tecnológico y económico en algunos sectores, por ejemplo las comunicaciones, el mayor problema, expresado de diversas formas, que se constata y se denuncia, es el enriquecimiento de pocos y el empobrecimiento de muchos, efecto y causa del subdesarrollo ante el que no se ven iniciativas para superarlo. Se afirma que la pobreza es galopante y extrema, el enriquecimiento descontrolado y el empobrecimiento masivo.
Esta situación económica está favoreciendo la fragmentación social pues es creciente la brecha social entre las clases más pudientes que se van haciendo minoría y las clases menos favorecidas que se van haciendo mayoría, lo cual hace que el clima de desconfianza gane terreno.
A los altos índices de pobreza corresponden altos índices de desempleo. Las fuentes de trabajo son insuficientes y algunas de las que existen, como algunas maquilas, son centros de explotación.
Es un fenómeno destacado también el tráfico de drogas y el lavado de dinero
Derivadas de los fenómenos anteriores se hace ver el incremento de la violencia,la inseguridad social y la desprotección ciudadana.
1.2.4.Contexto cultural educativo
Nuestro pueblo es en general sencillo, alegre, festivo, hospitalario, con un alto aprecio por la vida, sufrido, con capacidad para la sobrevivencia, bastante religioso, y va tomando conciencia de sus derechos y sus deberes; pero con frecuencia se pueden constatar incoherencias en el comportamiento popular y poca memoria histórica, sobre todo de la historia más reciente.
En general se reconoce un extendido orgullo nacionalista, aunque no siempre crítico, por lo cual la penetración de lo extranjero hace que, sobre todo entre los jóvenes, se sigan otros estilos de vida que no reflejan los valores de nuestros pueblos.
En su mayoría la sociedad es alfabetizada, se está incrementando el trabajo social como parte del proyecto académico y hay mejoras en algunos aspectos de la educación escolar, aunque faltan iniciativas para acabar con el analfabetismo.
Es una sociedad solidaria que acoge y coopera, sobre todo en situaciones de emergencia, sean nacionales o internacionales.
Los medios de comunicación están al servicio del sistema y por su influencia se va introduciendo una mentalidad hedonista, consumista y superficial.
Se difunde una conciencia laxista que lleva como primera consecuencia la pérdida de los principios y valores éticos y morales.
Crece la conciencia ecológica, aunque aún es indiscriminada la tala de árboles.
1.2.5.Contexto específico de algunos sectores
(Familia)
En las familias se constata una creciente desintegración, con la pérdida consecuente de los valores familiares, debida a la incomunicación, las migraciones a causa de la pobreza y el desempleo.
La familia se ve también afectada por la reciente escalada de programas de planificación familiar que desembocan en una cultura antinatalista y abortista.
Se está favoreciendo una niñez precoz por la influencia de los medios de comunicación y el ambiente social.
(Los jóvenes)
La sociedad consumista está absorbiendo el deseo de trascendencia del joven y éste termina perdiendo el sentido de su vida, por lo que se puede reconocer poca militancia y compromiso de los jóvenes.
(La mujer)
Aunque hay una recuperación del papel de la mujer y ésta misma se ha abierto más camino en la sociedad, de manera que participa cada vez más activamente, es aún discriminada y explotada, poco se le considera en el campo político y social y es aún muy fuerte el machismo.
(Los indígenas)
Hay cada vez más conciencia de la dignidad, lengua e identidad del mundo indígena y mejor atención a ellos; sin embargo, faltan causes para el desarrollo de las comunidades indígenas de modo que logren la relevancia social que se merecen. Vamos hacia una sociedad tecnificada en desmedro del trabajo humano.
1.3.Prospectiva social
1.3.1.Prospectiva desde lo económico
Es difícil visualizar un escenario, pero parece que caminamos hacia una sociedad donde habrá ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres. El proceso de implementación del proyecto neoliberal acentúa la fragmentación y exclusión social y pone en evidencia el empobrecimiento de la clase media y la condición de miseria de la mayor parte de la población. El modelo económico adoptado no parece dar respuesta a la crítica situación de los pueblo de América Latina.
Crece simultáneamente la tecnología y la pobreza con exclusión, pues la tecnología reemplaza la mano de obra haciendo crecer el desempleo. La lógica de exclusión de las mayorías pobres crecerá en la medida en que aumente la acumulación extrema de riquezas en manos de una minoría. Este proceso se da no sólo entre las personas sino también entre los países.
Se participa en el proceso de globalización en su fase negativa en base a una economía como fin en sí misma y con la tendencia de la modernidad y la posmodernidad. Este proceso provoca una perdida de la identidad cultural.
Los índices macro económicos comienzan a tambalearse y la situación micro económica es desesperante.
La deuda externa tiende a seguir creciendo y el déficit fiscal va aumentando.
El índice de corrupción aumenta y va tomando formas casi institucionales.
Dada la critica situación de las economías nacionales, los gobiernos realizan reajustes pero no se tocan los intereses de los sectores poderosos de los países, aunque esto signifique un estancamiento en los problemas en el cual la mayoría queda a merced de la cúpula de poder económico y político.
Se camina hacia un desarrollo económico muy desequilibrado, con notable centralización y perjuicio para el campo en beneficio de la ciudad. Hay un desgaste de los recursos y faltan proyectos de desarrollo sostenido.
Tendencia a la privatización de los servicios nacionales y búsqueda de una reconversión industrial y productiva.
Caminamos hacia una sociedad más individualista y fragmentada donde cada quien sigue su estilo de vida.
Intensificación de las migraciones, con el consecuente crecimiento desordenado de las ciudades, el hacinamiento, la despersonalización y el abandono del campo.
Aunque existen gestos de solidaridad, iniciativas populares y proyectos para atender problemas sociales, se va perdiendo el sentido del bien común, la conciencia de solidaridad y va en aumento el interés por la gratificación personal e inmediata, el hedonismo y consumismo, contra la fraternidad, la solidaridad y la justicia.
La actual tendencia fortalece la visión economista de la vida, el culto a la eficiencia, a la rentabilidad, a la competitividad y la lucha por el lucro y el poder.
Expansión del materialismo favorecido por la globalización que hará más difícil la vivencia de la fe.
Se pierde la sensibilidad ante las injusticias y el atropello del más pobre.
1.3.2.Prospectiva desde lo político
Corrupción política generalizada y falta de líderes comprometidos con la realidad social del país. Los partidos políticos, en general, y los políticos, en particular, están mas preocupados por mantener el poder de acuerdo a sus intereses, que por servir al pueblo. Es alarmante el deterioro de los valores humanos cristianos en muchos de los lideres políticos.
Desarrollo del crimen organizado y del narcotráfico.
El estado se desentiende de sus obligaciones sociales.
Dada la transición que en muchos países se ha dado de la guerra a la democracia, si no se da respuesta a las situaciones sociales, la gente pedirá mano dura para detener la delincuencia y será una tentación fuerte volver a la dictadura militar o a una forma de gobierno que sea fuerte y populista. Permanece el peligro de una sociedad militarista, violenta, y confrontativa, dada la poca voluntad política en buscar la aplicación de los acuerdos de paz y favorecer la integración y la reconciliación.
Se seguirá un aprendizaje de vida política tanto del pueblo como de los gobernantes. Apuntamos hacia caminos de organización básica para promover la solidaridad entre los pobres y hacia una consolidación de amplios espacios de libertad para ellos.
Persiste una mala administración de los recursos del estado que parecen casi botín del grupo que gobierna.
Mientras que en algunos países se vislumbra una consolidación del sistema democrático, pues se asumen pactos de gobernabilidad, en otros se camina hacia un desencanto ante el sistema democrático por sus escasos logros en el campo económico, la prepotencia de la clase política y su distanciamiento de los intereses y necesidades de la población.
En muchos países no logra articularse un proyecto de nación; el estado sigue siendo excluyente, racista y controlador de la población.
En algunos países se vislumbra un fortalecimiento del estado de derecho, una descentralización del poder público al rescatar el sistema de justicia, la seguridad ciudadana y revertimiento de la crisis económica.En esta línea la sociedad civil avanza en la unidad sectorial, las alianzas creativas, las conciliaciones y la capacidad negociadora.
Aunque en algunos países crece la incertidumbre política, en otro se camina hacia una mayor soberanía política y estatal.
1.3.3.Prospectiva desde lo cultural
Se ve una relajación o pérdida del sentido antropológico-existencial, donde el hombre es considerado como un mecanismo más que deberá permitir el desarrollo armónico del engranaje de la sociedad enmarcada en un modelo neoliberal, dejando el problema ontológico como mera reivindicación poética ya anticuada, de tal manera que el hombre ya no puede permitirse pensar en su dignidad, en los valores últimos que dan sentido y razón a su existencia.
La sociedad camina hacia una mayor libertad como ethos cultural, aunque se privilegia cada vez mas lo externo y fugaz contra lo ético, lo interior y lo permanente.
En el orden de los valores imperará cada vez más la permisividad exagerada y una insensibilidad creciente ante el dolor ajeno.
Será necesaria una acción por la que la humanidad tome conciencia de la dignidad de la persona humana, de su primacía en el mundo y de su centralidad en todo, así como la primacía de la vida sobre otro valor, de la ética que humanice la técnica, la justicia y solidaridad rigiendo los sistemas.
Por la fe sabemos que Dios es el dueño de la historia y que El la llevará hacia donde quiere, sabemos que la Iglesia es un pequeño resto de esperanza; sin embargo, la sociedad avanza hacia un relativismo moral y religioso contra los valores que se consideraban fundamentales.
En medio de estos cambios será más difícil profesar la fe católica.
Crecerá el secularismo y el ateísmo práctico; seguirá creciendo la mentalidad antinatalista y el indiferentismo religioso.
Caminamos hacia una sociedad pluralista, con influjo secularista y de diversos movimientos y grupos religiosos.
La religiosidad estará regida por sentimientos y no por creencias, por la subjetividad contra la verdad objetiva.
El país y nuestras Iglesias se dirigen hacia una gran encrucijada afectados por la incertidumbre política y una gran desorientación religiosa que lleva a otros a dejar la Iglesia.
Falta un mejor y más profundo sentido de pertenencia a la Iglesia.
Se continuará avanzando en la búsqueda de la unidad entre los cristianos.
Emerge también una crisis de identidad cultural, en que la sociedad esta siendo bombardeada por una artillería que tiene los mas sofisticados instrumentos condicionantes y que tienen como ideadores a las grandes potencias económicas, a las ONGs, a los centros de poder interno y otros que nos están conduciendo hacia un relativismo e indiferentismo caótico, en donde lo inmediato e individual es la norma a seguir en detrimento de la persona, de lo social, cultural y comunitario.
Las propuestas generales de la sociedad parecen orientarse por el positivismo y por los modelos estereotipados de la eficacia.
Nuestras sociedades avanzan hacia un pluralismo social, cultural y religioso. Nuestras sociedades serán más abiertas e influenciadas por lo novedoso.
Aunque existe cierto optimismo por los inicios del milenio, éste se va desdibujando por las dificultades cotidianas.
Es cada vez más notable la falta de proyectos, de ideales, de sueños, en los jóvenes, muchos de los cuales se evaden, incluso en la droga.
Es notable la pérdida de esperanza y descrédito de las instituciones.
Se contempla un acelerado proceso de urbanización con la consecuente pérdida creciente de las identidades regionales. Vamos caminando hacia una sociedad cada vez más individualista y fragmentada, hacia una sociedad más uniforme, hacia una notable pérdida de identidad por ser absorbida en la sociedad global mundial, con la consecuente pérdida de la propia identidad y de los valores autóctonos. Se produce un desarraigo cultural y se abre a un nuevo mestizaje.
Progresiva y acelerada disolución de la familia. La institución familiar es quizá la más golpeada y la que está en mayor crisis en nuestro medio, lo cual nos permite entender la degradación en los valores.
Crecerá la influencia de los Medios de comunicación social y seguirá creciendo su monopolio al servicio de los intereses de los sectores dominantes.
Ante una cultura universalizada difusa se tenderá a una incubación de diversos etnocentrismos, racismos y discriminaciones variadas.
Se da una mayor búsqueda del sentido de la vida, mayor valoración de la ecología y nuevas formas de solidaridad en la sociedad, sin embargo, no se ve que el problema de los deshechos ni la contaminación por los vehículos será disminuido, al contrario, tiende a aumentar. Esto tendrá un efecto sobre el papel de la iglesia y la misión de los laicos.
En el orden de lo social se está entrando cada vez más en un desorden y degradación social jamás pensados. En nuestros días todavía son muy perceptibles las secuelas del conflicto armado. El ambiente generalizado de confrontación y violencia aún es parte del cotidiano vivir. Esto trae como consecuencia la formación de una sociedad acostumbrada a la violencia, altos índices de violencia institucionalizada y de delincuencia a todos los niveles. El crimen común, organizado y hasta institucionalizado es una realidad que crece y toma fuerza.
Los conflictos sociales se irán agudizando y la violencia aparece como una tentación, así como formas de gobierno autoritarios y despóticos.
La movilidad humana y la migración se acentuarán. Las ciudades van creciendo por la emigración provocada por el desempleo, la violencia, delincuencia y la desintegración familiar.
La recuperación de la Memoria Histórica será un permanente desafío no sólo para las diversas instancias eclesiales sino también para las entidades civiles, gubernamentales e institucionales.
Seguirá avanzando la modernización en la educación, sin embargo el desmejoramiento de la Salud y la Educación, sobre todo en las áreas marginadas, se incrementará de no aplicar medidas urgentes de corto y largo plazo.
1.4.Desafíos que ha de enfrentar la Iglesia
1.4.1.Desafíos que ha de enfrentarla iglesia “ad intra”
La iglesia ha de mantener su identidad sin replegarse, ha de redescubrir el Concilio Vaticano II, asumir su eclesiología y mantenerse fiel a sus principios para no distorsionar el mensaje evangélico. Debe vivirse la santidad eclesial.
Ha de enfrentar el desafío de ser una Iglesia cordial, acogedora, personalizante y comunitaria. Formar comunidades eclesiales al estilo de las primeras comunidades cristianas.
La Iglesia debe ponerse al día y salir al paso de situaciones que presenta la sociedad, tomando en cuenta los respectivos análisis. Ha de asumir su papel de ser sal y luz del mundo Por otra parte ha de hacer una renovación y un proceso de apertura a una sociedad más descristianizada. Ha de superar la tentación de ser una iglesia uniformista en su mentalidad y poco pluralista. Una Iglesia que debe discernir su papel en el mundo, sin dejarse dominar por el absolutismo pero tampoco caer en la tentación de aislarse.
Internamente la Iglesia ha de propiciar un mayor diálogo y una mayor atención a la diversidad ministerial, con un énfasis en la comunión y participación. Dicha unidad eclesial se ha de manifestar en las comunidades diocesanas y parroquiales y se ha de manifestar en la solidaridad en el interior de la iglesia.
La Iglesia ha de ir desarrollando en cada uno de sus miembros el sentido de pertenencia.
Ha de asumir el desafío de aprovechar el gran potencial de los laicos, ofreciéndoles una adecuada formación. Formar las personas para asumir la evangelización en el nuevo mundo globalizado.
“Aggiornamento” en cuanto a la jerarquía y los agentes eclesiales activos, quienes deben mantenerse en continua actitud de revisión sobre el modelo eclesiológico con el cual asumen el servicio que prestan. Un gran reto será transformar la mentalidad de “régimen de cristiandad”, mediante hechos palpables de presencia evangelizadora en ambientes donde la Iglesia es tenida como ausente y desconocida (universitario, urbano-marginal, profesional, medios de comunicación, etc.), o bien como una instancia ética, de moral personal. La Iglesia de los próximos años, más que fenómeno masivo, tendrá que asumir el reto de ser fermento en medio de la masa. Ha de mantener la fe y la confianza en la autoridad ante los “ismos” (tendencias reduccionistas). Dar razón de la fe y hacer que esta cale en la vida. ¿Cómo tener una actitud de apertura, semejante a la de Cristo, para todos los ambientes?
El desafío de transformar nuestros seminarios, haciéndolos más ágiles y eficaces, no sólo para una sólida formación inicial de los presbíteros, sino también para mantenerlos al día y sin que los apague el avance del secularismo.
1.4.2.Desafíos que ha de enfrentar la iglesia “ad extra”
a)Ad extra en cuanto al contexto
El secularismo y la indiferencia religiosa. Nos referimos a ese acelerado proceso de des-cristianización de la cultura, por causa de diversas corrientes (post-modernidad, sociedad de consumo, materialismo, etc.) en donde la ciencia, la técnica y el racionalismo han relegado lo religioso al ámbito de lo privado. ¿Cómo debe proyectarse la Iglesia en esta época?
En contraste con lo anterior, la iglesia también ha de enfrentar el desafío de la defensa del humanismo, frente al desprestigio de lo puramente racional. Defensa de la vida desde su inicio hasta su término. Saber enfrentar los problemas bioéticos y los desafíos del crecimiento demográfico. Ha de promover la cultura de la vida.
Un desafío inevitable es el de la globalización en todas sus vertientes, especialmente en sus dimensiones cultural y económica.
El liberalismo económico. Un desafío de la época es sin duda la dinámica del libre mercado, mostrada en la globalización económica, porque imprime en las conciencias de las personas y en el “modus” relacional de los grupos formales o informales (incluyendo ambientes familiares, comunales, laborales, estatales, etc.), de manera sistemática, constante y atractiva, actitudes contrarias al espíritu evangélico de las bienaventuranzas. Además que tales políticas aumentan el problema de la brecha ascendente entre pocos ricos cada vez más ricos y muchos pobres cada vez más pobres, esto es, la pirámide del sistema que favorece a los poderosos y genera la creciente pobreza y la exclusión social.
No hay que olvidar la corrupción generalizada e institucionalizada. En tal contexto se ha de hacer realidad la dimensión social de la fe y propiciar la formación política de los laicos, también saberse adecuar a las circunstancias históricas para poder responder adecuadamente a la necesidad y a la sed de Verdad que tiene el hombre; analizar cuidadosamente los mecanismos económicos, políticos y científicos y tecnológicos para poder buscar en ellos elementos que sirvan a la evangelización y poder evangelizar esos estratos de la sociedad. ¿Cómo fomentar la sociedad de comunión, participación y solidaridad?, ¿qué hacer para lograr un mayor sentido de la justicia al interior de nuestra sociedad?, ¿cómo trabajar con quienes son producto de la exclusión social?
La Iglesia ha de enfrentar el desafío del aumento de la influencia de los grupos religiosos libres y sectas y ha de presentarse como una Iglesia viva y atractiva que responda a las auténticas necesidades de las personas y de la sociedad.
Será necesario reforzar la identidad cristiana que se ve mezclada con superstición e influencias de la new age. Evitar cierto espiritualismo que algunos movimientos y grupos apostólicos reflejan en sus programas. Fenómenos como el sincretismo y el eclecticismo religioso se dan con frecuencia. Algunos no evangelizados se sienten atraídos por lo desconocido y lo mistérico de las seudoreligiones orientales.
La Iglesia ha de enfrentar la consecuencia de la cultura posmoderna que subraya el subjetivismo intimista, el consumismo y el relativismo, a la vez que ha de continuar su esfuerzo ante las consecuencias del el modernismo, con su propuesta de materialismo excesivo, ateísmo, desacralización y pérdida de valores cristianas y morales. Será necesario el anuncio de Jesucristo en un mundo “neo pagano”, “post cristiano” y el avance de los fundamentalismos.
La Iglesia ha de enfrentar el desafío de la crisis de paradigmas, desencanto y desesperanzas de la utopías, pérdida del sentido axiológico y consecuentemente de los valores cristianos, desintegración familiar. Fortalecer la familia y los valores del Evangelio.
La Iglesia ha de responder también al desafío de la falta de solidaridad y comunidad, así también al incremento de la violencia en la sociedad, al tráfico de drogas y de armas. Ha de comprometerse en la defensa radical de la ecología y en la difusión de una mayor toma de conciencia de la misma ante la población en general.
Un reto grande será cómo evangelizar una cultura de la tolerancia, donde todo está permitido y el criterio es “sentirse bien” y en donde se rechaza todo aquello que tengan que ver con normas y obligaciones.
La Iglesia vive inmersa en un mundo sediento de verdad y a la vez dominado por la técnica que no siempre reconoce la centralidad del hombre y en el que un buen grupo de la generación de jóvenes no conoce y no sigue los valores que ofrece Jesús.
La Iglesia ha de enfrentar el desafíos de un contexto político inestable en busca de la consolidación de un estado de derecho. Ha de comprometerse en la defensa y promoción de los Derechos Humanos. Ha de ser y aparecer como una Iglesia justa y liberadora.
No puede desentenderse de los nuevos retos que plantean las ciencias, así como una sociedad más escéptica y hasta hostil. Debe mostrar capacidad de diálogo y tolerancia con las nuevas corrientes políticas, filosóficas y económicas.
b)Ad extra en cuanto a la misión
El principal desafío de la Iglesia, por tratarse de su misión fundamental para todo tiempo y lugar, es el primer anuncio que busca la conversión personal y social. ¿Qué decir de Cristo hoy y, cómo hacerlo? Ante un mundo efectivista la Iglesia deberá hablar más con los hechos que con las palabras. Ha de ser la Iglesia del testimonio, de la credibilidad y del compromiso. Presentar a Jesucristo como respuesta siempre nueva a las cuestiones que surgen de la sociedad.
De los primeros retos que ha enfrentar la iglesia está el de la evangelización de los bautizados. Para lo cual ha de asumir el desafío de la nueva evangelización y la catequesis.
Superación de la esquizofrenia, fe – vida y la tarea de proponer caminos de evangelización a los alejados.
El desafío de la inculturación del evangelio. Propiciar un auténtico diálogo entre evangelización y cultura, promover el surgimiento de una iglesia con rostro autóctono, lograr inculturar la fe y la liturgia, de modo que tenga incidencia real en la sociedad y se fomenten los valores humanos y cristianos, hoy en retroceso.
Asumir un rol protagónico en la lectura de la realidad, iluminarla con los criterios de la Doctrina Social de la Iglesia que tiene como inspiración al Espíritu Santo y desde allí comenzar a vivir y actuar de una manera osada, arriesgada y profética una instancia más en armonía con el Evangelio.
La religiosidad popular debe ser purificada, completada y dinamizada por el Evangelio. Dar el protagonismo que demanda el pueblo indígena.
Desafío permanente será también el promover las diversas vocaciones: laicales, religiosas y ministeriales. ¿Cómo vivir el cristianismo?
Se presenta a la Iglesia el desafío de la falta de líderes que fomenten la unidad y animen la fe. Será necesario potenciar al Clero a través de programas de formación continuos para responder a los desafíos cambiantes de su ministerio, de manera que los presbíteros no se queden desfasados y se supere la incoherencia de vida y la infidelidad en el ministerio ordenado buscando que tengan más claridad y fidelidad en su vocación, vivan insertados en la realidad de la sociedad, no interesados en el protagonismo sino en evangelizar y estén dispuestos a atender a una población que crece. Será necesario atender al problema de las diferencias económicas y culturales entre los sacerdotes.
Es necesario ahondar en la colegialidad episcopal y la fraternidad presbiteral, así como en un talante mas abierto y dialogal de la Iglesia sobre todo en sus más altas instancias jerárquicas.
Será necesario fortalecer la formación de los agentes de pastoral, consolidar las estructuras de participación pastoral y atender a la formación de los laicos.
Nos enfrentamos a una insuficiencia de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, y en algunos países el predominio de clero de edad avanzada.
Será necesario que la jerarquía de la iglesia se sirva de equipo de especialistas, como consejeros, que ayuden a la reflexión sobre la problemática que la iglesia enfrenta en medio de una sociedad con grandes y complejos problemas socio políticos y económicos. Se deben buscar y profundizar en nuevos métodos de trabajo en la pastoral vocacional. Lograr que los consagrados sean hombres y mujeres de Dios, de testimonio cristiano, capaces de llegar al martirio.
Una prioridad en las tareas de la evangelización será el servicio a los jóvenes de los sectores urbanos y rurales.
Contrarrestar la pérdida de valores mediante una propuesta atractiva de los valores evangélicos.
Aprovechar el testimonio martirial manteniendo viva su memoria para que las nuevas generaciones no olvide el costo de la paz y la convivencia que disfrutan.
Será necesario que la Iglesia refuerce su opción por los pobres de forma no exclusiva sino incluyente.
Una exigencia permanente para la Iglesia será, el adecuado manejo de los medios de comunicación, de manera que su imagen pública revele la verdad sobre sí misma y establezca un diálogo con la sociedad a través de estos medios. Igualmente tendrá que aprender a no hacer cosas para el pueblo sino con pueblo ¿Cómo continuar evangelizando a través de éstos medios de comunicación?
La Iglesia ha de ser más encarnada, de manera que su nueva evangelización provoque una fuerte promoción humana y, acompañada de un testimonio de vida auténtico, cargada de alegría y de esperanza, anime creativamente la experiencia cristiana.
Un desafío de especial relevancia será la pastoral urbana y de elites, para lo cual será necesario crear y afianzar proyectos diocesanos y nacionales.
Urgen dar respuesta a quienes migran del campo a la ciudad, de manera que conserven e integren sus valores y tradiciones y tengan la posibilidad de insertarse en su nuevo contexto de vida con respeto y apego a su dignidad humana
Tarea pendiente es también la atención a la mujer y su participación en la vida y acción de la Iglesia.
La Iglesia debe fortalecer el diálogo y el ecumenismo con otras iglesias. Así mismo será necesario avanzar en el diálogo interreligioso.
Trabajar aún más por la educación formal e informal será otra de sus tareas ineludibles.
La Iglesia ha de despertar a la dimensión misionera y aprovechar las oportunidades para contribuir seriamente a la misión “ad gentes” para lo cual será necesario fomentar el afán misionero de obispos, presbíteros, diáconos permanentes, religiosas, religiosos, y fieles laicos, creando cauces de formación, coordinación y de cooperación entre todos.
La Iglesia ha de aprender a no depender de las estructuras del gobierno, además como institución tendrá que aprender a vivir con recursos propios porque disminuirán las ayudas del gobierno y de los organismos internacionales.
Hay una creciente toma de conciencia de la realidad y sus desafíos, ello permite que se inicien búsquedas en el nivel de la identidad cultural y en la aceptación del misterio de la encarnación.
2.Marco de la formación en los seminarios
2.1.Perfil real de ingreso de los candidatos
Los jóvenes que están ingresando a los seminarios, como hijos de su tiempo, han asimilado los acentos de la época que viven, lo cual no necesariamente es positivo o negativo y presentan otras características que ciertamente dejan ver sus luces y sus sombras en cada una de las áreas.
Poseen los rasgos fundamentales de la actual cultura postmoderna utilizando los medios modernos a su alcance.
Tienen una escala de valores diferentes a las de generaciones anteriores y son sorprendentemente realistas frente a su propia situación y ante la sociedad en la que viven.
Dan primacía a lo emotivo sobre lo intelectual.
Están imbuidos de la cultura urbana, incluso quienes provienen del mundo rural.
Poseen un fuerte sentido de competitividad.
Hijos de su época, viven intensamente el momento.
Proceden de diferentes culturas.
La mayoría provienen de familias pobres o con dificultades económicas, ellos mismos en su mayoría son pobres.
Muchos jóvenes proceden del campo, con mucha disponibilidad, pero más tarde se van aburguesando y tienden a huir de la situación de pobreza de su familia.
Aumenta el número de vocaciones de adultos. Los jóvenes que ingresan tienen un nivel superior de escolaridad y han tenido experiencia laborales, afectivas, etc.
2.1.1.Rasgos desde el área humana
a)Rasgos positivos
Son jóvenes acogedores, honestos y dispuestos a compartir su tiempo y sus cosas, con más libertad para entablar relaciones de amistad.
Son jóvenes espontáneos, generosos, sencillos, entusiastas y, en general, disponibles a la propuesta formativa y al servicio.
En general son sinceros, afectuosos y alegres, con facilidad para la amistad y la fraternidad, capaces de adaptarse a las nuevas formas de vida del Seminario.
Muchos de ellos reconocen su vulnerabilidad y buscan ayuda.
Tienen un gran sentido de superación y algunos son portadores de grandes ideales.
Abiertos a la solidaridad en situaciones de emergencia y cooperadores.
Con mayor sensibilidad hacia el respeto y cuidado de la naturaleza.
Son portadores de grandes cualidades, algunos con capacidades de trabajo manual y artístico: música, canto, teatro, etc.
Algunos han desarrollado la creatividad.
Tienen ideas nobles y están deseosos de cambios personales y sociales.
Con un espíritu optimista.
Entregados a lo celebrativo y festivo, con sentido del humor y del juego.
No parecen traer resentimientos, prejuicios o intransigencias. Aceptan sinceramente el pluralismo social, no se escandalizan ante las diferentes escalas de valores y aceptan con naturalidad las discrepancias, se ven libres y tolerantes.
La familia va perdiendo su protagonismo en el proceso de socialización de los adolescentes y jóvenes. El papel de los amigos y la ritualización de la imitación se convierten poco a poco en las claves de la nueva socialización juvenil.
b)Rasgos negativos
Vienen con carencias humanas básicas.
Muchos provienen de familias desintegradas, no bien constituidas y/o carentes de una experiencia sana de paternidad. Muchos de ellos carecen de una madurez afectiva y algunos sufren bloqueos psicológicos debido a estas situaciones, problemas graves y difíciles de superar. Es frecuente que se dé la búsqueda de figuras sustitutas como resultado de estas carencias afectivas. La carencia afectiva no trabajada adecuadamente genera jóvenes demandantes.
Poseen una tendencia a la emotividad, sobre todo cuando enfrentan algunas situaciones difíciles, como la enfermedad. Se refleja una fragilidad emocional, rehúyen lo racional y se aferran a lo emotivo y sentimental.
En general tienen una baja autoestima.
Muchos jóvenes han tenido experiencias traumáticas.
Poca capacidad para enfrentar conflictos y falta de ánimo para superar las dificultades.
Evidencia un cierto narcisismo psicológico y espiritual, al parecer basado en un individualismo. Este narcisismo tiene una de sus expresiones más claras en el afán de protagonismo.
Con dificultades para aceptar la corrección, lo cual refleja cierta inestabilidad emocional que les hace extremadamente sensibles.
Muchas veces pasivos o agresivos ante la autoridad, en lo cual reflejan cierta rebeldía.
Las dificultades en la obediencia están estrechamente unidas a la carencia de criterios.
Precavidos en el trato interpersonal.
Muchos han renunciado a la utopía de trabajar por la transformación del mundo. Prestan escasa atención a los programas políticos y canalizan sus energías reivindicativas hacia objetos personales o del pequeño grupo. Son individualistas, carecen de sentido comunitario y encuentran problemas para el trabajo cooperativo.
Poseen una preocupación excesiva por la imagen personal a la cual dan gran atención.
Muestran pérdida del sentido del deber, poseen una tendencia a buscar lo fácil, una vida cómoda y, en general, carecen del sentido de sacrificio, encuentran seria dificultad de establecer una jerarquía de compromisos y responsabilidades. Se rehúye todo lo que implica responsabilidad y esfuerzo; por ello rechazan, o bien les cuesta mucho, el asumir un reglamento por convicción.
Llegan cargados de desilusión respecto a las cuestiones políticas y son poco críticos y poco sensibles ante los graves problemas y sociales.
Carecen de grandes utopías en contraste con las generaciones anteriores y no encuentran razones para abrazar un ideal sólido.
En general son muy necesitados de estímulos y motivaciones, con gran inmadurez afectiva.
Son muy indecisos e inseguros, lo cual da lugar a la búsqueda de seguridad y refugio en esquemas seudopiadosos, litúrgicos y clericales.
La mayoría de los jóvenes están pocos convencidos de que haya decisiones para siempre y, por tanto, son poco dado a opciones a largo plazo, evaden los compromisos, no tienen constancia para seguir un proyecto que han comenzado, les falta formación de la voluntad la cual suele ser débil. Tienen una manera cambiante de vivir.
Para muchos, el ministerio presbiteral es considerado como un status.
De perfil consumista y con tendencia al hedonismo.
Muchos jóvenes han tenido experiencias génito–afectivas prematuras.
Algunos jóvenes llegan con personalidad fragmentada o con cierta fragilidad psicológica.
No es frecuente que tengan conciencia de la psicología de su pueblo y su cultura, generalmente no han reflexionado sobre la realidad de su pasado y de su familia.
Necesitan afirmar el valor de su persona y tomar conciencia de su talentos personales para ser conscientes de la contribución que puedan hacer a la Iglesia y a su pueblo.
Transculturizados y con poca formación social y cultural.
Muy golpeados por el ambiente social del que proceden.
2.1.2.Rasgos desde el área espiritual
a)Rasgos positivos
Tienen hambre de Dios. Buscan más vida espiritual. Con sensibilidad social especialmente para con los pobres. Muestran una gran tendencia a la acción misionera de la Iglesia.
Los jóvenes llegan con una sincera búsqueda de significado en el campo espiritual.
Muchos poseen un profundo sentido religioso, ciertas prácticas religiosas y acogen fácilmente elementos de religiosidad popular en la vivencia de su fe.
La mayoría posee un sentido de pertenencia parroquial, por lo cual buscan grupos significativos y de referencia.
La mayoría han tenido experiencias de promoción vocacional significativas en el acompañamiento.
Muchos jóvenes manifiestan un gran deseo de responder al llamado y de servir desinteresadamente.
Muestran interés por la liturgia.
b)Rasgos negativos
Carecen de experiencia de vida de oración, en muchos de ellos la oración corre el peligro de ser evaluada desde la experiencia de gratificación emocional, deja de ser encuentro en la fe con el misterio de Dios.
Presentan características más tradicionales en cuanto a la vida de Iglesia.
Un gran número de candidatos provienen de espiritualidades emotivas, sin raíces en el seguimiento de Jesús.
Llegan imbuidos de una mentalidad relativista ante la verdad y ante lo ético.
Con poco sentido de austeridad y vida comunitaria.
Algunos jóvenes confunden el ámbito vocacional con el profesional; necesitan aclarar los motivos personales y evaluarlos a la luz de la fe.
Falta claridad sobre la vocación al ministerio presbiteral.
La vida célibe les presenta grandes retos, algunos no están convencidos de su valor.
Con mucha religiosidad popular pero con poca experiencia eclesial, poca claridad de lo que es la iglesia, la fe y la vocación cristiana.
Muy activistas, con tendencias a la dispersión y poco meditativos, con serias dificultades para el silencio y la interiorización.
Escaso sentido de fidelidad, tienen serias dificultades para asumir decisiones y compromisos para siempre. Si lo decisivo es el presente, si se busca la gratificación inmediata, se relativiza la fidelidad.
2.1.3.Rasgos desde el área intelectual
a)Rasgos positivos
Ningún seminario reportó rasgos positivos en esta área en los jóvenes que ingresan.
b)Rasgos negativos
Marcados por el subjetivismo.
Poco espíritu de diálogo y debate.
La enseñanza recibida en la primaria y la secundaria es muy deficiente y en general poseen una pobre formación académica y cultural. Son portadores de grandes lagunas en el conocimiento, consecuencia de la formación intelectual precedente.
Presentan diferencias significativas en escolaridad.
Sufren problemas de concentración, de asimilación educativa y de atención en clase; muchos no han desarrollado hábitos de estudio, gusto por la lectura, ni una conciencia crítica de la realidad.
Llegan con una gran pereza intelectual.
2.1.4.Rasgos desde el área pastoral
a)Rasgos positivos
Son conscientes de una entrega generosa de su propia vida al servicio de Dios en sus hermanos y tiene deseos de anunciar a Cristo.
Muchos han tenido el testimonio de fe de algún sacerdote que les ha animado.
Varios provienen de movimientos o se han acercado a la iglesia en retiros y convivencias juveniles.
Algunos provienen del seminario menor y son más conscientes de la iglesia, pero suelen tener más dificultad para la entrega; con frecuencia son más calculadores.
Algunos han sido animadores de grupos juveniles.
La mayoría provienen de experiencias de primer anuncio, especialmente de la pastoral juvenil.
Muchos de los jóvenes llegan con experiencias apostólicas.
Algunos ya poseen aun cierta visión de la realidad.
b)Rasgos negativos
Contemplan el quehacer pastoral más bien “ad intra” de la Iglesia.
Tienen poco sentido de compromiso social.
Poca disponibilidad al sacrificio personal.
2.2.Incidencias del cambio cultural en los seminarios
2.2.1.En la formación humana
El cambio cultural incide en los seminarios, sobre todo en el aspecto humano, por la fragilidad, la falta de resistencia al fracaso, la búsqueda del éxito inmediato y el individualismo. Hay una tendencia a la "practicidad", a lo inmediato, a lo "útil".
Se percibe, sobre todo en quienes participan del proceso previo del ingreso al Seminario, el temor por adquirir un compromiso de por vida. Se podría entrever en ello el elemento de la mentalidad moderna de lo instantáneo, lo fugaz y desechable. La sociedad actual favorece la falta de compromiso para siempre, lo observamos fácilmente en el ámbito matrimonial.
Se da un desagrado por las normas y estructuras y una dificultad para someterse a la autoridad.
Se constata un espíritu vulnerable a la comodidad y el confort, al “estar yo bien” y, simultáneamente, una tendencia a la ley del mínimo esfuerzo, un espíritu “light”, de poca exigencia, menor esfuerzo, no al sacrificio y a la austeridad. Se puede entrever en ello la fuerza del individualismo actual, poco dado al sacrificio y a la inmolación por los demás. Esto está favoreciendo una mentalidad relativista, hedonista, materialista y superficial centrada en el tener en la que se destaca la influencia del consumismo, todo lo cual es opuesto al Evangelio y a la vida sacerdotal.
Las consecuencias del cambio cultural son: seminaristas pasivos, con poco espíritu de creatividad. Les cuesta fomentar la dimensión reflexiva y crítica, son dominados por la dispersión y el ruido, tienen poca disponibilidad al silencio, se vive superficialmente, sin ideales, sin compromisos estables, serios y verdaderos.
Se fortalece la tendencia a llenar espacios afectivos con el tener o buscar una seguridad. Esto se refleja en el afán de poseer bienes materiales seducidos por la moda.
Los jóvenes vienen de familias y sociedades fragmentadas y el tiempo de formación en el Seminario resulta insuficiente para transformar, sanar y educar.
Se produce en los jóvenes un cambio de identidad cultural, pérdida de raíces culturales; algunas veces nos quieren hablar sus lenguas autóctonas, se sienten atraídos por una cultura de lo pasajero, tienen miedo a interiorizar las cosas, importa sólo lo externo, la cultura del cuerpo, son fáciles para relativizar valores fundamentales de acuerdo a lo que se vive.
Las incidencias de la cultura moderna son fuertes en la vida del seminarista. En todos lados el cine, la radio, la televisión, etc., son influencias enormes sobre la vida emocional y su vida afectiva. Ellos mismos no se dan cuenta de la influencia de estos medios sobre sus motivaciones y su identidad. A veces por causa de tales influencias no saben lo que quieren en la vida, no saben diferenciar entre lo que es vocación y lo que es atracción emocional, les faltan elementos para el discernimiento y se prolonga la indecisión.
La sociedad consumista crea necesidades no indispensables, mediante el impacto e influencia de los medios masivos de comunicación, no obstante su uso favorece las tareas de evangelización en un mundo cada vez más pluralista.
Los medio de comunicación social han hecho del mundo una aldea global, lo que implica gente despersonalizada, deshumanizada; dichos medios influyen en la manera de pensar y de relacionarse con los demás. Son a la vez una ventana al mundo que permite el acceso no sólo a la información sino que da ocasión para solidarizarse con los hombres y mujeres de todo el mundo desde su propia realidad. Hay una gran influencia de los medios de comunicación, lo que da como resultado una pérdida de las raíces culturales y del sentido del sacrificio. Se adoptan nuevos patrones de conducta olvidándose en ocasiones de los valores propios.
Se está favoreciendo un activismo y a la vez una pérdida de ideales e identidad.
Existe cierto desconocimiento de la propia identidad, de la historia personal que condiciona el desarrollo de las capacidades y explica sus dificultades, así como un cierto complejo de inferioridad.
Se percibe con preocupación el aumento del número de personas con problemas de identificación afectiva, el miedo a la soledad y a la violencia.
La presión del tiempo y las urgencias por la solución de los problemas dificultan el normal desarrollo. Crece el desencanto y la poca ilusión y proyecto de futuro.
Positivamente se observa más apertura y búsqueda de autenticidad en los seminaristas, lo cual exige una atención más personalizada.
Se está dando mayor apertura para participar en los procesos formativos y mayor exigencia en la formación y en la autoformación.
El actual cambio cultural crea bastante desconcierto a la hora de definir los rasgos que necesita el sacerdote del futuro, y hace que la labor formativa sea poco atrayente por difícil e insegura; muchos temen equivocarse y prefieren dedicarse a lo que tradicionalmente funcionó; se crea una inestabilidad estructural, pues no acaba de verse qué elementos son los más adecuados para educar; se crea a veces inquietud en los educadores y desasosiego en los alumnos, que no acaban de ver que se esté a la altura de lo que va demandando la cambiante sociedad. A veces muchos elementos educativos o estructurales aparecen como inadecuados, pero no se acaba de ver cómo sustituirlos, o qué los haría más eficaces, especialmente en lo intelectual y en lo pastoral.
Se exige un cambio creativo en la organización y las normas del Seminario, una formación más sólida, el fortalecimiento de la vida y de las instancias comunitarias,mayor apoyo psicológico para viabilizar la madurez afectiva y sembrar la necesidad de permanente actualización.
Se da un resquebrajamiento en la escala de valores que deja a los seminaristas en un estado de perplejidad. Se plantea el desafío de buscar una pedagogía que responda a este cambio cultural, es decir capaz de integrar los avances tecnológicos y el discernimiento de los valores que este cambio encierra. Los formadores son los primeros que deben conocer este mundo y sus cambios para saber discernir los signos de los tiempos.
La globalización afecta o puede afectar la economía del Seminario dado que depende de la generosidad de muchas personas.
2.2.2.En la formación espiritual
Desde la dimensión espiritual hay que trabajar mucho para arraigar una vida sólida en lo teologal y basar la formación para el ministerio en motivaciones profundas.
No es fácil la formación de la conciencia moral debido al relativismo cultural ya que se rechaza la ley por sí misma. Se aviva el sentimiento de lo religioso, aunque siempre es auténtica experiencia de Dios.
Se dificulta la formación espiritual por la pérdida de valores como el de la fidelidad, el compromiso a la palabra dada, la dificultad para comprometerse en forma radical y de por vida, el dejarse atraer por el tener más que por el ser, la pérdida del sentido de sacrificio (oblatividad), el indiferentismo, el individualismo y la debilidad de pensamiento.
En los últimos años el avance de la técnica ha sido vertiginoso y ha facilitado la comunicación, la movilización, etc., pero la mala utilización de estos medios influye en la pérdida de valores morales y familiares. Se llega hasta la pérdida del sentido del pecado, cuando se conforman y les parece normal ciertas situaciones de injusticia, faltas de caridad o desviaciones afectivas.
La época actual se caracteriza por la caída, o al menos por la relatividad, de paradigmas. Dentro de este contexto, el modelo tradicional ha sido relativizado y cuesta ofrecer casos ejemplares con valor determinante. A ello hay que sumar los “malos ejemplos” de sacerdotes que en alguna medida influyen en los seminaristas.
Hay una búsqueda del sentido y una nueva religiosidad. Los jóvenes reflejan los problemas y conflictos de una sociedad compleja en la que la sensibilidad posmoderna ha ejercido un notable influjo que relativiza los sistemas de significado elaborados colectivamente y transmitidos en los procesos de socialización. Se da el rechazo de cualquier pretensión de hegemonía cultural o ideológica, lo que implica la crisis generalizada de las instituciones que han sostenido, durante décadas, la socialización de los individuos (política, instituciones gubernamentales y sociales).
El tiempo actual favorece la dispersión, hay dificultades para un buen discernimiento entre lo que es esencial y lo que ha de adaptarse a cada época en la fisonomía del sacerdote (cf. PDV 5).
Podemos englobar los actuales cambios culturales bajo la nominación que conocemos como nueva cultura o cultura emergente: la globalización, más acentuada en lo económico; la especialización; el avance técnico y científico; el nuevo estilo de vida y la nueva conformación del “habitat” por la urbanización, la industrialización y el progreso indefinido así como por las conquistas científicas, técnicas e informativas. Todo este cambio incide en los Seminarios a nivel de objetivos o ideales. En la organización interna del Seminario: no siempre se favorece una formación integral, se tiende a parcializar la formación, se ve la formación irrelevante en lo económico, se ve el seminario no tanto como un tiempo y un lugar de formación, sino de especialización y profesionalización, se busca trabajar menos y se pierde el tiempo en cosas triviales. Falta de solidez en la vida interior.
Una cultura del ocio, superflua, hedonista, lúdica, afecta la vivencia celibataria y es un reto para un seguimiento convencido de opción de vida por Cristo. Es necesaria una mayor exigencia de experiencia de fe y de testimonio, así como el replanteamiento del sentido de la obediencia.
A veces prevalece una visión profesional del sacerdote (ejecutivo-empresario) más que sacramental-vocacional e igualmente una visión paralela del seminario en relación al mundo: el seminario es una cosa, el mundo real es otra.
2.2.3.En la formación intelectual
El joven se ve influenciado por culturas nocivas que han dado lugar a la falta de conocimiento para realizar un juicio crítico ante la realidad. Positivamente se percibe mayor intercambio cultural, pero se da un predominio de la cultura extranjera.
El pensamiento posmoderno ha intentado elaborar intelectualmente la situación contemporánea centrándose en la crítica de la modernidad ilustrada y de sus sueños fallidos y elevando, a nivel de categorías interpretativas de la realidad social, la fragmentación, la diferencia, el relativismo y el individualismo, el hedonismo narcisista y el desencanto frente a las utopías supremas por la desconfianza ante la razón, los grandes relatos, los sentidos totalizantes y los fundamentos últimos de la realidad.
La sensibilidad posmoderna rechaza los universalismos y defiende los contextos locales, lo original y diferente, lo personal y concreto. La apertura cultural nos hace caer en la cuenta de que hay realidades distintas a las nuestras y que pueden ser muy ricas; los medios de comunicación contribuyen a obtener diversas visiones de la realidad.
Hay más y mejores medios que permiten mayor información, tales como las computadoras y el Internet, lo cual es positivo, en cuanto a la tecnología y la información disponible, y negativo, porque puede destruir la creatividad de los estudiantes y acentuarse la tendencia a recibirlo todo fácilmente.
La mayoría de nuestros países experimentan un creciente deterioro del sistema educativo, al mismo tiempo que se favorece la exaltación de títulos y el desprecio al trabajo manual.
Hay cierta apatía para la lectura y por ello es más urgente la necesidad de mejores métodos pedagógicos. Es necesario entrar en un proceso de autoevaluación. La globalización y la informática con gran influencia no sólo por la utilización de lo tecnológico sino por tanto bombardeo de información sin poder analizar crítica y serenamente para evitar todo intento de manipulación, alienanción e ideologización.
El consumismo y las modas hacen de los candidatos al presbiterado gente que no es capaz de obrar o pensar por sí misma y nuestros seminarios se tornan cada vez más relativistas y otros, pocos, hasta fundamentalistas.
Existen ambigüedades en cuestiones políticas, espirituales y de género.
Mayor reconocimiento de la limitación humana y de la necesidad de mayor apertura a nuevos aprendizajes.
2.2.4.En la formación pastoral
Como un valor positivo, propio de los tiempos modernos, se da el deseo de conocer objetivamente la realidad que hay que evangelizar y la búsqueda de un método pastoral que responda a esa realidad.
2.3.Respuesta de la formación a los tiempos actuales
2.3.1.En la dimensión Humana
El Seminario sí responde a los tiempos actuales porque estamos en el esfuerzo de seguir las líneas que la Iglesia ha ido marcando y la formación humana está presente en todo el itinerario formativo con la pretensión de responder a los desafíos que se descubren en la sociedad. Sin embargo, los tiempos actuales plantean realidades muy complejas, con fenómenos muchas veces indeterminados que exigen reflexión profunda, adecuada y profesional, lo cual requiere una actualización permanente; además, nuestros tiempos están en constante evolución y hay aspectos de la realidad que no se analizan con profundidad.
Se intensifica la formación de la personalidad. Sin embargo, aún es deficiente la formación en esta área, especialmente en el campo de la afectividad. Hace falta más atención al aspecto afectivo y de conquista de la madurez (ejercicio de la libertad, manejo de emociones y de sexualidad).
El Seminario sí responde a los tiempos actuales porque se hace el esfuerzo de responder al tipo de joven que se recibe en el seminario y al tipo de sacerdote que deseamos para el futuro. Sin embargo, en ocasiones la formación se deja llevar por al rutina, lo más fácil, lo que se ha hecho por tradición, y no siempre se toman en cuenta ni las invitaciones de la iglesia ni las demandas de la sociedad ni las más genuinas aspiraciones y exigencias de los seminaristas.
Se avanza en la experiencia de la vida comunitaria, en un ambiente organizado y de colaboración mutua en el trabajo, así como también en el esfuerzo en la disciplina. Sin embargo, falta más formación para la comunión y la unidad, es aún muy significativo en estilo de vida sacerdotal individualista.
Se destaca la formación de la libertad, se está posibilitando la mayor participación de los formandos, se dan espacios para la discusión y se favorece la disciplina personal. Sin embargo, falta responder a la realidad de los alumnos que proceden cada vez más de ambientes muy secularizados y con grandes limitaciones en su formación humana; se necesita un acompañamiento más personalizado que ayude a discernir el camino vocacional con el auxilio especializado de la sicología, dado que la relación entre el formando y el formador es aún muy pobre, si acaso se atiende al grupo, pero aún no se da un buen acompañamiento personal y personalizante. Se ha de pretender educar en la libertad, en un espíritu emprendedor y entusiasta y en la formación permanente.
Hay una mayor preocupación por atender las cuatro dimensiones básicas de la formación (humana-afectiva, espiritual, intelectual y pastoral), en un intento de una formación integral con la implementación de líneas y proyectos, así como con la renovación de estructuras y personas. Sin embargo, no hay suficientes criterios comunes para la formación concreta u operativa, aún cuando sí existen criterios generales para el sacerdocio y no hay un modelo definido de lo que debe ser el sacerdote diocesano, debido, entre otras cosas, a la influencia de formadores religiosos, muchos de ellos extranjeros.
Existe una conciencia crítica de la realidad, la formación no se desentiende de la realidad del joven, quien es el protagonista principal de su formación. Sin embargo, falta mayor formación en la austeridad, en la sencillez de vida para superar el aburguesamiento del clero; aún es insuficiente la formación ecológica, el amor y respeto a la naturaleza y el destino universal de los bienes de la creación.
2.3.2.En la dimensión Espiritual
El Seminario sí responde a los tiempos actuales porque se propicia un ambiente que facilita el contacto con Dios y la valorización de los valores evangélicos. Sin embargo, no obstante la formación espiritual ofrecida en el seminario, llama la atención la dificultad de vivir, ya en el ejercicio del ministerio, los valores asumidos.
Se pretende una sólida formación espiritual que cultive en los seminaristas a los hombres de Dios. Sin embargo, no siempre se responde a las limitaciones de la formación espiritual que traen los alumnos al ingresar al seminario.
Se tiene conciencia de los límites a ser superados. Sin embargo, hay aún mucho que mejorar en el acompañamiento espiritual personal y grupal. El seminarista no es aún suficientemente sujeto de su propia formación.
2.3.3.En la dimensión Académica
Se pretende una sólida formación doctrinal. A través de esta dimensión se busca que el seminarista tenga una mayor conciencia de la realidad del pueblo al que va a servir, y que asuma, como actitud, la apertura para actualizarse y con ello dar respuestas a las nuevas exigencias de la comunidad.
Por otro lado, hay serios esfuerzos por tener una formación adecuada en el campo de la filosofía y de la teología, se cuenta con profesores especializados en sus propias materias y se da apertura a la participación de profesores laicos. Sin embargo, la formación académica y científica es aún deficiente y hace falta profundizar en aspectos como el de la inculturación.
Falta potenciar más la actitud intelectual y crítica, mejorar recursos académicos y nivel educativo.
2.3.4.En la dimensión Pastoral
Crece el sentido de la Iglesia pobre misionera y servicial. Sin embargo todo este empeño queda corto a la hora de proyectarlo en la pastoral; todavía se percibe un déficit en la formación para la evangelización del mundo en toda su realidad, generalmente el mundo a evangelizar se reduce a los pequeños límites de la parroquia. La formación pastoral mira más bien al campo eclesial y no tanto hacia el exterior de la iglesia, esto favorece el que el sacerdote en lugar de salir al encuentro del mundo, se encierre en su templo.
Falta un mayor diálogo con el mundo actual para reconocer y recoger sus valores, para descubrir y asumir compasivamente su inmenso dolor. La formación para el ministerio ha de estar más atenta a los signos de los tiempos, procurando descubrir nuevos espacios para la formación. Hace falta una mejor actualización que contenga análisis más profundos de la realidad, objetivos más claros, estrategias adecuadas y líneas de acción propias. La velocidad del mundo nos rebasa y no hemos sabido seguirle el ritmo.
Es necesario profundizar más en temas políticos, económicos y sociales que ayuden a entablar un diálogo mas serio y comprometido con el mundo, falta formar en la opción preferencial, no exclusiva, por los pobres y formar para la promoción humana.
Falta reconocer y respetar la misión de los laicos, muchos de los cuales consideran que en la formación en los seminarios no los tienen en cuenta.
Falta mayor formación para la dimensión misionera.
Falta una mayor formación para el ecumenismo.
La formación pastoral está reforzada con la actividad que realizan los seminaristas en los períodos de vacaciones en sus diócesis. Sin embargo, no se están abarcando todas las facetas de la sociedad y no siempre se analizan lo métodos pastorales que se enseñan y se practican; falta integrar los programas de formación pastoral y el plan de formación académica; los formadores no siempre acompañan las actividad pastoral de los seminaristas ni ofrecen la capacitación teórica para que lleguen a ser los pastores que necesitan nuestros pueblos.
El seminario tiene aún como tarea formar en la actitud de la formación permanente y favorecer la continuidad en programas de formación en los primeros años del sacerdocio, integrados a los estudios que ya ha realizado el sacerdote.
(Tomado del Boletín OSLAM n.37)
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