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¿QUÉ VOCACIONES PARA UNA VIDA CONSAGRADA RENOVADA?
Amedeo Cencini fdcc
El doble interrogante que constituye el título de esta relación merecería sin duda un análisis articulado en dos relaciones distintas. Pero la convergencia natural de las dos preguntas puede justificar el intento de unificar la reflexión. La respuesta a uno de estos interrogantes remite necesariamente al otro, mientras que juntas las dos respuestas podrían constituir el primer peldaño de aquel proceso de refundación de la vida consagrada (VC=) que la Asamblea del pasado noviembre ha indicado como algo improrrogable. Es en esta óptica que se han pensado :as relaciones de esta Asamblea.
Propongo partir de la segunda pregunta. Vocaciones y VC tienen la misma relación que tienen el huevo y la gallina: (¿quién está antes: el uno o la otra?). Pienso que por lo menos a nivel lógico es oportuno proceder en primer lugar al análisis de la VC en el momento histórico actual, y por consiguiente en la perspectiva de su novedad, al análisis de la novedad y calidad de la vocación. Este segundo análisis debería brotar del primero y al mismo tiempo constituye una premisa del mismo, una condición imprescindible: si la VC se está renovando necesariamente deben adecuarse a esta novedad los que hoy la abrazan para vivirla; más aún, podemos decir que la VC no se renovará nunca si las vocaciones no son "nuevas", si no tienen la novedad que ahora intentaremos ilustrar. Por otro lado esta novedad no es sencillamente un dato sociológico, sino exigencia de este periodo de transición, de estos tiempos de éxodo. ¿Acaso no es toda la Iglesia que se va abriendo a la nueva evangelización? El documento Vita Consecrata repite en continuación que debemos "mirar hacia el futuro", para ser "renovados por Cristo día tras día"'. Y como referencia a la temática vocacional el documento conclusivo del Congreso europeo sobre las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada lleva este título significativo: "Nuevas vocaciones para una nueva Europa”(2)
No importa cómo queremos llamar este proceso de renovación ("refundación" o dinamismo de una "fidelidad creativa"), lo importante es que no podemos prescindir del mismo.
1 - Qué vida consagrada para vocaciones "nuevas"
Ciertamente una de las causas de la sufrida crisis vocacional de estas últimas décadas ha sido una cierta imagen de VC, incapaz de atraer como antes, de constituir un ideal de vida para jóvenes que se abren a la vida o de entender una cierta sensibilidad juvenil y creyente, nueva.
No pretendo en esta sede proponer un análisis histórico de este progresivo distanciamiento entre mundo juvenil y VC; quisiera más sencillamente hacer referencia a un elemento que me parece realmente estratégico en esta evolución y central en la pérdida de atracción que se constata.
1.1- El extravío de la relación
Me parece que la VC corre el riesgo de perder paulatinamente su naturaleza fundamentalmente relacional. Es probable que el fenómeno no sea muy reciente y podría reconocerse en una línea evolutiva que se ha desarrollado a lo largo de la historia a causa, también, de ciertos influjos culturales y sociales, pero que en los últimos tiempos se ha impuesto con una cierta evidencia. El renacimiento, y luego un cierto humanismo radical, la ilustración y la neo-ilustración han acabado por poner cada vez más en el centro al individuo con sus capacidades en distintos niveles, sobre todo en el campo mental e intelectual, y han delimitado cada vez más el espacio del misterio y del transcendente, de la persona y de la relación personal, del principio del ágape y por consiguiente de la fe, de lo objetivo y de lo normativo. La época postmodema ha acentuado todavía más el proceso de la autoorientación narcisista que, a su vez, ha exasperado el consiguiente proceso de cerrazón del individuo en si mismo, a pesar de que esto haya ocurrido en un proceso de extenuación general (véase el "pensamiento débil").
La VC y, más en general, la actitud creyente, no podían no sufrir este influjo (que ha tenido efectos positivos también) y como a menudo ocurre en estos casos, han absorbido de manera acrítica algunas consecuencias más negativas de esa cultura. Me refiero, en particular, a una cierta desorientación en la VC de la dimensión relacional, dimensión que es típica y constitutiva de la misma, como decíamos antes. Inmediatamente después del Concilio se empezó a hablar de self-realization, e integración afectiva, con una chispa de reivindicación hasta legítima respecto a un excesivo comunitarismo del pasado, pero sin duda el proceso había empezado mucho antes, echando raíces profundas, en el individuo y en la manera de pensarse como grupo. Veamos algunas expresiones de este individualismo religioso:
· En las relaciones con la Iglesia, por ejemplo, se ha hecho evidente que sobre todo en los años antes del concilio, se advierte una cierta separación, casi una distancia psicológica de la VC, como si ésta pudiera actuar a solas y proveer con sus medios, con sus estructuras (cada vez más imponentes), con sus efectivos (que a veces parecían un ejército), con sus economías (precavidas y caudalosas) a ... la salvación suya y de los demás- Una cierta VC parecía ser autosuficiente, hasta competitiva con el clero diocesano... sobre esto nos cuentan historias no demasiado edificantes ni muy remotas. Hubo necesidad de un documento para intentar regular o establecer de nuevo un cierto tipo de relaciones con otros sujetos eclesiales3. No queremos dar toda la culpa a la VC, pero es cierto que algo faltó en nuestra sensibilidad eclesial.
- En las relaciones entre los institutos religiosos es posible notar el mismo espíritu algo individualista y hasta competitivo. A menudo nuestros carismas se ignoran y siguen marchando de manera dispersa. Hemos tenido que esperar estas últimas décadas para que nacieran, se hicieran significativos y funcionaran, ciertos organismos colegiales. Pero la cultura de la "comunión carismática" tiene dificultad en afirmarse definitiva y prácticamente, y no ha desaparecido del todo una cierta mentalidad de autogestión con episodios de concurrencia entre uno y otros instituto, en la que a veces llega a ser una verdadera "caza a las vocaciones"4
- En las relaciones con el mundo circundante y la historia, la VC ha vivido por largo tiempo una extraña relación de suficiencia y de superioridad, del viejo modelo de la fuga mundi a la lógica de una cierta distancia de inmunización. Es obvio que ha habido una parte consistente de VC que se ha insertado, y lo ha hecho del todo, en las vicisitudes terrenas, pero a menudo con la actitud del bienhechor que, por muy sincero y generoso que fuera, comparte sus bienes pero no logra que el otro sea copartícipe de su vida, de su riqueza espiritual, de su relación con Dios. Es un hecho que los religiosos nos hemos entregado como nadie, pero raramente hemos sido capaces de transmitir nuestros bienes espirituales, nuestros carismas.
..También las relaciones en la comunidad religiosa han sufrido una cierta pobreza relacional. Lo ha notado de manera abierta y preocupada el documento sobre vida fraterna en comunidad al hablar de "debilitamiento de la fraternidad" debido a un fenómeno preciso, es decir a la "falta y pobreza de comunicación" y más en particular, a la "escasa calidad de la comunicación fundamental de bienes espirituales"5, por lo cual observa el documento con extrema claridad y verdad, en nuestras fraternidades "se comunican temas y problemas marginales, pero raramente se comparte lo que es vital y central en la vida consagrada". Con consecuencias dolorosas, como la de la connotación cada vez más individualista de la experiencia espiritual 6, de la mentalidad cada vez más decidida de autogestión (el mito de la propia realización) y de la insensibilidad hacia el otro, de búsqueda de relaciones significativas y. compensatorias fuera de la comunidad (por la propia integración afectiva)7. Son observaciones pesadas que ponen el dedo en la llaga.
Parece pues bastante evidente, lamentablemente, este fenómeno de desorientación de la relación. Es como si la VC fuera algo afónica o casi muda o sordomuda, o sin un rostro preciso, incapaz de dar razón de su esperanza o de expresar la belleza de una vida totalmente consagrada al Eterno y de atraer a otros para que se unan en esta contemplación de la belleza y en la entrega incondicional de sí. Por consiguiente, se ha ido debilitando también la dimensión relacional dentro de la vida comunitaria, más aún la comunidad misma. Y la VC se ha vuelto menos comunional, menos expresiva de aquella comunión trinitaria en la que se origina toda relación terrena y de la cual la VC debería ser y hacer memoria.
Quizá no es justo hablar de una responsabilidad precisa, hecha de omisiones y de incumplimientos de parte de la misma VC; en efecto, ha habido un influjo cultural, como hemos dicho antes, en el origen de todo esto. Por otro lado, esto no nos justifica y no nos absuelve, pero nos pone por lo menos en la condición de entender que hoy éste modelo cultural ha dejado de existir, y que nos vamos orientando cada vez más hacia un modelo de hombre marcado hondamente por la relación, por el ser-con, por la memoria de una relación de la que el hombre ha recibido la vida, y hacia la cual tiende el ser humano, nostalgia de unencuentro que nadie podrá arrancar nunca del corazón humano 8 . "La visión antropológica hoy plausible es la que no considera la relación como un incidente, o una especie de accesorio del hombre. Ni tampoco es posible reducir la relacionalidad al mundo psicológico o sociológico, sino que es preciso situarla en el ámbito teológico que le es propio, ámbito más ontológico que moral"9
O la VC entiende esta transición cultural y vuelve a ser hondamente relacional-comunional, o corre el riesgo de situarse fuera del contexto significativo humano, de no afrontar ninguna pregunta o no mirar a ningún rostro, de no responder a ninguna expectativa del hombre y de la mujer de hoy, y de no tener ninguna palabra que decir, ningún rostro que mostrar, ningún poder de atracción.
1.2. La recuperación de la relación
Mi hipótesis de trabajo es que el nuevo rostro de la VC sea sobre todo el rostro de la relación. "Relación" en sentido amplio y radical, justamente porque la relación está en la raíz de la vida humana; el hombre es un ser dialogal, que con el pecado ha corrido el riesgo de "enamorarse de su monólogo"10, olvidando aquella Palabra que lo ha generado que sigue llamándole e interpelándole continuamente, que lo provoca y lo inquieta, lo consuela y lo anima... La VC es la resonancia de esta Palabra, o su rostro, y el religioso es un interlocutor en voz alta de Aquel que el mundo ni ve ni oye, pero de Aquel que quiere entrar en relación con este mundo nuestro moderno y postmoderno.
¿Cómo se expresa este mundo renovado de la VC?
1.2.1. Una vida consagrada "descentrada".
Las implicaciones del modelo de relación son muy numerosas y, ciertamente, no podemos tener la pretensión de agotar su descripción en esta conversación. El concepto de "estar descentrados" parecería expresar la serie de implicaciones negativas del concepto. Indica una VC que no retiene aquel papel central que no le incumbe porque es de Dios, y por consiguiente menos preocupada de sí misma y de sus economías (en distintos niveles, no sólo ... económico). Concretamente querrá indicar a Institutos menos preocupados de si mismos y de su supervivencia, menos llevados por el afán (de mantener ciertos niveles de presencia y ciertas obras) y por el miedo (a contar menos y a no tener éxito), aquel temor, precisa el documento sobre las vocaciones que es siempre “un pesimo consejero”11 y no abre hacia ningún futuro. En este sentido debemos decir que la crisis vocacional, entre otras cosas, ha sido también para nosotros un régimen adelgazante muy saludable, que nos ha liberado de grasas inútiles y de toxinas perjudiciales, es decir de aquella pretensión autorreferencial y aparatosa que nos pone en el centro de las cosas
Es cierto que han dejado de existir los tiempos de la grandeur religiosa, el tratamiento ha tenido, no cabe duda, sus efectos, pero sigue viva la tentación de volver a asumir un papel que nos ha gratificado durante mucho tiempo. Algunas señales inoxidables de esta tentación podrían ser las siguientes: la manía de los números (cf. el pecado del censo de David) que nos lleva demasiado a menudo a rebajar la calidad de las nuevas vocaciones; el mito de la eficiencia que nos hace pasar por encima de las leyes de la eficacia evangélica, a menudo no muy parecidas a las leyes del progreso o del éxito humano, el ídolo de nuestras obras, administradas por nosotros y pertenecientes a nosotros, y mucho mejor si visibles por no decir imponentes, que nos hace paulatinamente incapaces de colaborar entre nosotros (entre varios institutos) y con otros sujetos, eclesiales o civiles, echando sencillamente una mano, y a veces genera la pretensión de generar a hijos que lleven a la fuerza nuestro nombre. Señal inquietante de la ... caída en esta tentación es la depresión que nos agarra cuando no se realizan nuestros sueños, depresión que disfrazamos con dificultad.
Hay un sentido eclesial y civil que parece no formar parte todavía de manera definitiva de nuestra sensibilidad más honda, y que podría ser un fruto de este estar descentrados. Somos un poco todos individualistas, como decía Rahner, y formados según arquitecturas individualistas. Y el demonio del individualismo autoreferencial muere con mucha dificultad, porque es capaz de disfrazarse y de asumir formas agradables a la vista (el concepto equívoco de santidad privada).
1.2.2. Una vida consagrada "extrovertida"
Es el aspecto positivo del discurso sobre la relación. La VC no tiene que ocupar ningún centro no sólo porque el centro es de Dios, sino porque la función de la VC misma, en esta peregrinación en el tiempo, es exactamente la de indicar el centro o el objetivo del camino, es decir la centralidad del Eterno 12.
Aquí se abren varias perspectivas y escenarios de renovación. Vamos a indicar solamente algunos de ellos, relativos al aspecto interno, la manera de pensarse de la VC, y el aspecto externo y apostólico.
a) E1 principio religioso
En el corazón de la vida religiosa, de su cultura y de su testimonio, está el llamado principio religioso, que consiste en el radical reconocimiento del Otro y de su existencia incondicional, en la radical orientación del Otro como tal13. El Otro como Dios, ante todo, pero también como prójimo, como aquel que está a mi lado. Pero todo esto no es sólo principio que está en el origen y en el corazón de la VC, sino que lo es también de toda realidad viva, el hombre siendo una unidad dialógica, hemos recordado antes, descubre su “yo” sólo a través de un “tú” , o sólo cuando se siente llamado por un “tú” nace a la vida porque fundamentalmente "llamado"; este hecho primordial se imprime definitivamente en su estructura, lo hace perennemente en diálogo, "responsorial".
Por esto el hombre es un ser religioso, en el sentido también etimológico del término14, porque es relación en la profundidad de su ser y está llamado a vivir la relación, está hecho a imagen y semejanza de la Trinidad y está profundamente marcado por la dimensión trinitaria que es la celebración suma de la relación como reconocimiento de la alteridad.
Por esto Basilio ve el sentido no sólo del monaquismo, sino del hombre mismo, en la vida comunitaria, y el cenobio como lugar del amor fraterno, de la purificación de todas las relaciones y de la caridad realizada, como ámbito de realización de la perfección del hombre15. Es ésta una afirmación de suma importancia, porque de ser verdad la VC tiene el deber sagrado de indicar que esto es concretamente posible y concretamente traducible en la realidad de la vida y de las relaciones de cada día, en la dinámica comunitaria.
Y esto no puede ocurrir si la VC no decide, por fin, asumir realmente un rostro nuevo, no pensarse ya en función de sus cumplimientos de regla y con vista a su perfección privada, sino al servicio de Dios con el cual y en el cual camina hacia la común tierra prometida. Digamos, ante todo, que la VC tiene que tener un rostro, no puede no tener su visibilidad expresiva y comunicativa, no puede ser anónima o preferir equívocamente esconderse (la falsa humildad), tiene el deber de decirse y confesar las razones de su esperanza frente al mundo y a la iglesia. Segundo: tiene que tener un rostro nuevo, y nuevo, no sólo y en primer lugar porque así atrae mejor o porque lo que dice es escuchado por el público civil y religioso, sino porque la relación es y está destinada a ser cada vez más fina y a convertirse en método, porque relación quiere decir amor, con todas las consecuencias que conlleva.
b).La relación como exégesis y verificación de la VC
Si es principio religioso es también el principio de la fe lo es también de la VC. Esto quiere decir que la comunicación es el valor más grande. "El valor del cual, de alguna manera, se desprenden todos los demás valores. En sentido evangélico es éste el valor al que están sometidos todos los demás valores, porque el amor supera todos" (1 Cor 13,13) que como un espíritu luminoso lleva a renunciar a uno mismo para que la relación no se trunque"16
Veamos, como ejemplo, por lo menos tres aplicaciones posibles de este principio a la dinámica de la renovación de la VC espiritualidad, vida común y apostolado.
*Espiritualidad: compartir el don
La espiritualidad, por ejemplo, es esencialmente relación con el Dios de la relación, con el Dios-Trinidad, con el Dios-comunión, con el Dios que tiene él también un rostro, un rostro preciso, y que ha decidido desvelamos este rostro en el hijo Jesucristo, un rostro paterno y materno, con todos los incontables detalles "contados" por el evangelio. Entonces nuestros carismas se convierten en revelación del rostro de Dios, mejor dicho, cada carisma revela un aspecto particular del rostro divino, mientras que todos los demás carismas juntos desvelan el único rostro de la Trinidad santísima. Una cualquiera espiritualidad, por consiguiente, indica en seguida una relación y es en sí misma celebración de una relación ("tu rostro busco... muéstrame tu rostro"). Ahora bien, todo esto no puede tener un significado puramente interpretativo del acontecimiento espiritual, no es pues un hecho de contenidos, sino que expresa una cuestión de método, es decir que indica que la espiritualidad por su naturaleza hay que comunicarla, no puede quedarse muda e inexpresada, no está hecha para consolar al orante y para gratificar sus expectativas y ambiciones, sino que es un don que procede desde arriba y que, como todos los dones que vienen de Dios, tiene como destinatario no al individuo o la institución, sino la Iglesia, mejor dicho, el mundo entero. Es un don hecho para la edificación de la comunidad, como nos dice claramente Pablo con su teología de los carismas, nosotros somos solamente titulares de los dones, y los destinatarios son la iglesia y el mundo. Por tanto una auténtica espiritualidad tiene que poderse comunicar con palabras sencillas y accesibles, de lo contrario no es verdadera espiritualidad17. El nuevo rostro de la VC no hay que buscarlo Dios sabe dónde, es nuestra espiritualidad participada con el pueblo de Dios, sacada fuera de un lenguaje para iniciados y a menudo expresada en una lengua que no es la corriente y no todos comprenden; nuevo rostro es una espiritualidad que no queda encerrada en un contexto de "práctica de piedad" o que es demasiado oficial, y poco comprensible, o secuestrada en textos sagrados y archivos sagrados, sino vivificada por el encuentro con la historia, con la vida de la iglesia, con las necesidades actuales, con los signos de los tiempos, con la cultura moderna..., un rostro y una espiritualidad aculturados; rostro nuevo de la VC es ante todo el don del Espíritu traducido con la sabiduría del Espíritu en un lenguaje sencillo, el lenguaje de los simples, de los pobres, a los que el primer servicio que hay que prestar es justamente éste: la traducción en lengua y dialecto locales de nuestras riquezas espirituales. Y sin olvidar que al actuar así no hacemos nada de extraordinario altamente merecedor, porque esos dones los hemos recibido para ellos, y sólo si se los entregamos de nuevo en sus manos nosotros mismos los podemos comprender y gustar. De lo contrario, el don queda en nuestras manos, se agota, pierde color y calor, pierde vigor y se vuelve repetitivo. Nosotros, entonces, nos convertimos en los guardianes del museo y el rostro de la VC envejece y se cubre de arrugas, no tiene nada que decir porque se ha colocado fuera de la relación, y la palabra, lo sabemos, nace de la relación. El rostro nuevo de la VC es un rostro mucho más eclesial y mundano, mucho más marcado y vivificado por la relación con la Iglesia y el mundo actual.
* Vida común: comunión de santos y pecadores
Otro ejemplo que podemos hacer es el de la comunidad, o del concepto de fraternidad. El redescubrimiento de la relación, y del principio religioso como radical orientación e incondicional aceptación del otro, podría cambiár radicalmente el sentido de las relaciones intracomunitarias, y justamente a partir de lo que hemos visto hasta ahora sobre la espiritualidad. Si la espiritualidad tiene una naturaleza y una destinación relacionales, todo esto tiene un significado inevitable e inmediato en lo relativo a la relación de los que comparten esa misma espiritualidad, que por su naturaleza ha de ser compartida. Porque nadie posee el don por entero, mientras que a cada uno se le da de una manera absolutamente única y original; es solamente el compartir entre los miembros de una comunidad que permite que un carisma resplandezca en toda su belleza y fuerza de atracción. Y entonces se trata de compartir los bienes del Espíritu, la Palabra de Dios, las intuiciones espirituales, la experiencia de Dios, el cansancio de la ruta, pero también las dudas y las incertidumbres hasta los límites y las flaquezas, en la diversidad e irrepetibilidad de cada uno. La relación en comunidad no es solamente intercambio dialogal, palabra a palabras sueltas, es decir irresponsables o vanas, sino que asume una forma y configuración del compartir, que suscita la comunión, es decir que da solidez y profundidad al vínculo entre nosotros. Como dice el documento sobre Vida fraterna: "el vinculo de fraternidad se hace tanto más fuerte cuanto más central y vital es lo que se pone en común"18. El nuevo rostro de la VC será, entonces, un testimonio visible, evidente y convincente, de fraternidad real o de cómo es posible construir unidad en la diversidad, comunión en el compartir frente al Dios del bien y del mal (comunión de santos y pecadores); en un mundo en el que, por un lado los confines de todo tipo tienden a ser cada vez menos definidos y en el que, por otro lado, parecen crearse vallas cada vez nuevas, como muros de hielo, dentro y fuera del corazón del hombre, se hace cada vez más urgente este tipo de testimonio; rostro nuevo de la VC será una cierta interpretación de la perfección como "superación de las divisiones, de los antagonismos, de las separaciones", pero sobre todo como capacidad y libertad para "integrar en el amor todo aquello que por lo general trunca las relaciones y lleva a encerrarse en uno mismo”19 Un nuevo rostro de la VC será la propuesta de una santidad no solamente individual, sino también comunitaria, construida juntos, en la capacidad de asumir el uno la diversidad y el pecado del otro, sin contentarse con aceptar y perdonar, sino "buscando con pena y paciencia crecer juntos, delante de Dios y siempre más unidos, compartiendo perdón y gracia”20. Conozco algunas comunidades que además de los tres votos clásicos, hacen una especie de promesa de "perfecta vida de comunión": ¿no podría ser también ésta una señal de este nuevo rostro de la VC, expresado en
muy variadas formas? La relación auténtica con Dios, al devolver a la persona la verdad de su ser, la rehabilita de nuevo para todas las relaciones, revividas en el gozo de la libertad. Se experimenta, entonces, que la oración, la relación con Dios, produce amistad (relación con el hombre) y la amistad genera oración, y que juntos, oración y amistad dan gozo, serenidad, creatividad, capacidad de testimonio contagioso.
*Apostolado: la cultura del rostro
Por último un ejemplo relativo a la dimensión apostólica. En la era de la nueva evangelización la VC está llamada a entrar en una nueva relación con el hombre, marcada más profundamente por el principio religioso, como radical reconocimiento de la existencia incondicional del otro. Este principio no se aplica, lo hemos dicho antes, exclusivamente a Dios, sino que justamente a partir de El, se extiende hacia el otro, a todo "otro". Aceptación incondicional o reconocimiento radical no significa solamente empatía o benevolencia genérica, ni tampoco simple neutralismo, sino por el contrario, asunción de responsabilidades frente al otro, visión de un rostro nuevo y descubrimiento de su dignidad y belleza. Como dice bien Levinas: "La epifanía del otro es ipso facto mi responsabilidad frente al otro: la visión del otro es desde ahora obligación frente a él... La conciencia es la urgencia de una destinación que lleva al otro, no el eterno retorno sobre sí mismo” 21 . Yo creo que la VC tiene que tomarse más en serio su estar en el mundo, en contacto con el hombre y con sus heridas, evidentes y ocultas, materiales y espirituales. El nuevo rostro de la VC es el rostro del hombre moderno, es el rostro de aquellos a los que el consagrado encuentra por su camino, es el rostro en particular del pobre caído en manos de los bandidos, con el cual el samaritano no tiene particulares vínculos y obligaciones que se derivan de la religión o del origen, pero a quien el "buen" samaritano ayuda con igual solicitud y generosidad. Rostro nuevo de la VC es el rostro de la iglesia como "buen samaritano" que cuida del otro, sea quien sea, porque está vivo, porque rostro original, más allá de cualquier cuestión de interés personal y de límites que el hombre espontáneamente pondría a su caridad. Y esto porque no se trata de caridad, sino de una "relación y de una responsabilidad que me constituye antes del momento en que puedo preguntarme cómo me tengo que portar y qué debo hacer” 22, como sigue diciendo Levinas, y esta relación y responsabilidad es universal, es hacia todos, no puede ser selectiva y reductora, miope y obtusa, sino que es aquello que nos hace atentos y solícitos, valientes y generosos, creativos y hábiles en implicar también a otros en el servicio, o en el compartir, una vez más, la bienaventuranza del amor que se dobla frente al necesitado. Rostro nuevo de la VC es la manera peculiar en la que cada instituto concede espacio al otro en el amor23, logrando implicar también a otros en esta responsabilidad; rostro nuevo de la VC es la cultura de la caridad y de la responsabilidad, es la cultura del rostro humano, icono misterioso, o sudario moderno, del rostro más bello y dramático de toda la historia.
1 Vita Consecrata, n.12.
2 Roma 1998, (El Congreso se celebró en mayo 1997)
3 Mutuae Relationes, 1982, bautizado de nuevo por alguien como Mutae Relationes.
4 Cf. Nuevas vocaciones para una nueva Europa,13 c) A partir de ahora NVNE 5 Vida fraterna en comunidad, 32.
6 Así habla un testigo digno de credibilidad como es Rahner: "Nosotros los ancianos, por nuestra procedencia y
nuestra formación <...> espiritualmente hemos sido unos individualistas" (K.Rahner, Sollecitudine per la Chiesa,
Roma 1982)p.452.
7 Cf. Vida fraterna, 32.
8 Pensemos en las intuiciones penetrantes de Lévinas y de Buber.
9 M.I.Rupnik, Dall'esperienza alía sapienza. Profezia della Vita religiosa. Roma 1996, p.64. 10 Ibidem, 29.
11 NVNE, 13c 12 Se trata de un modelo teológico que se refiere ante todo a la Iglesia, como explica. S.Dianich en su volumen Chiesa estroversa. Cinisello B. 1987, p.133-173.
13 Concepto de Solov'ev, expresado por Rupnik en Dall'esperienza, 49.
14 Aulo Gellio escribe en Noctes atticae: "Religious esse nefas, religentes oportet". Es nefasto estar atado, hay que ser enlaces, enlaces muy largos. El hombre y la mujer religiosos están enlazados, enlazados hasta lo infinito, con todos y más allá de todos, porque son religentes más que religiosos." (E. Peyretti, Non legati, ma colleganti, en "Rocca", 8(1999), 57).
15Cf. T.Spidlik, La sophiologie de S.Basile, Roma 1961, p.16. 16 Rupnik, Dall'esperienza, 54.
17 He desarrollado este tema en el primer volumen de una trilogia sobre el significado de la comunidad religiosa hoy: A.Cencini "Com'é bello stare insieme". La vita fraterna nella stagione della nuova evangelizzazione, Milano 1996, p.65-88 18 Vida fraterna, 32.
19 Rupnik, Dall'esperienza, 48.
20 A.Cencini, "...Come rugiada dell'Ermon. ..". La vita fraterna, comunione di santi e di peccaton, Milano 1998, p. 44 21 E.Levinas, Quattro lettere talmudiche, Genova 1982, p.67.
22 P.Vinci, "Ebraismo e filosofia in E.Levinas", en AA.VV., Filosofia ed abraismo, Firenze 1993, p.127.
23 Me parece muy justa esta observación: "La fe cristiana pone al individuo en primer lugar pero, como sucede en la comunión trinitaria, aquello que cada uno posee en particular, es aquello que lo une al otro, la peculiaridad de una persona consiste en su manera única de dar espacio al otro en el amor" (V.Bonato, II cammino verso Dio, Camaldoli 1992, p.1l) |