LIBRO VOCACIONAL RECOMENDADO
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AMEDEO CENCINI

LA VERDAD DE LA VIDA

Formación continua de la mente creyente

San Pablo, Madrid 2008 , 622 pág. con índices

 

La presente obra es la última de la trilogía que comenzó en 2003 con La formación permanente; continuó en 2007 con El árbol de la vida y concluye con el presente título en 2008. Las tres están unidas por la palabra vida. El último de la trilogía es como una aplicación actualizada de temas ya expuestos en los dos anteriores. El autor lo expresa así en el prólogo: ...queremos proseguir las reflexiones, precisar más todavía semejante modelo y deducir algunas aplicaciones del mismo para la vida y para el camino de formación del creyente en la Pascua del Señor (p. 15).

Con este objetivo divide el libro en tres partes:

1a) Entre el decir y el hacer, (la Verdad) se halla en medio del mar (de la falsedad).

2a) Quid est veritas?

3a) El camino de la verdad.

Mediante algunos ejemplos de vida nos acerca a formas concretas de vivir que se traducen en maneras de ser veraces, modos de actuar y decidir que suponen una quiebra importante en el ser de cada uno de los personajes allá presentados.

Pasa a continuación a mostrarnos lo que él llama El verdadero problema. Hace un análisis del pensamiento débil que sólo puede llevar a una verdad débil y se pregunta si existe una formación en la verdad y qué clase de formación. Alerta sobre la idea actual de que la verdad está sólo en el ámbito intelectual y los diversos reduccionismos a los que se ve sometida al estrecharse su ámbito de ser. Nos habla, en este apartado, de la docibilitas que va más allá de la docilidad y es la capacidad de abrirse a la verdad hasta reconocerla donde se encuentre. Concluye que la verdad es más que una virtud.

El capítulo 3° de esta primera parte aborda las áreas de la duda: autoidentidad y autorrealización (yo interior-yo exterior, la ilusión de la apariencia...); Experiencia de Dios y de su voluntad [Experiencia de Dios (por parte del hombre) y experiencia del hombre (por parte de Dios)]; Conocimiento de sí y tensión de santidad; La última de las áreas de la duda es el misterioso mundo de la afectividad-sexualidad (¿Cómo vivir la sexualidad en la virginidad? ¿Devaluando o idealizando la sexualidad? ¿Viviendo la virginidad como sexualidad pascual?).

La segunda parte Quid est veritas?, quiere ser la parte constructiva. Nos advierte que la definición se hará desde un punto de vista dinámico, con la intención de descubrir el modo de ser de la verdad y el modo de ser de quien busca la verdad. El texto base es el de Juan 14, 6 y en el Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida está ya la respuesta. Se trata de mostrar el proceso en el creyente, las etapas de esta verdad:

Todo el capítulo 4 está dedicado a la Verdad humana. Verdad como estilo, modo de ser, manifestarse, resplandecer. Nos hace caer en la cuenta de que la verdad satisface y permanece, lo falso sólo satisface al instante, con lo cual se entrecruzan amor, verdad y eternidad: sólo lo verdadero lleva a la eternidad. Y se concreta en el ser humano, no es algo abstracto, es un proceso y produce libertad, coherencia, paz, gratuidad.

Introduce también en los dinamismos de la fe-verdad y va desentrañando los diferentes rasgos de la verdad y, tras varias páginas, concluye este capítulo IV afirmando que Dios es la Verdad y que éste es el punto final de nuestra indagación. No es una verdad, ni es el Dios de los filósofos, sino el Dios personal: Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob que se encarnó en Jesucristo. Todo aquel que busca lo verdadero, busca a Dios. La Verdad es el camino a lo largo del cual el hombre encuentra a Dios y Dios encuentra al hombre.

Comienza el capítulo V indicándonos el camino particular que lleva al creyente a adherirse a Cristo. La pregunta que sigue en el aire es ésta: ¿Qué es la verdad? Continúa en nuestro cuestionar. Pero sólo hay una respuesta, la que Jesús da en su vía crucis. No responde con abstractos, sino con la mejor forma, con su vida, es el silencio misterioso y elocuente, que va escribiendo la historia de cada persona. Hay otra pregunta importante: ¿Y vosotros quién decís que soy? Se trata de superar el engaño y superar los criterios del no creyente y responder como Pedro: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. Pero después hay que ser consecuentes en la vida y no querer hacer otra cosa que seguir a Jesús: Tú ponte detrás de mí. (Pedro quiere ponerse delante, tomar la iniciativa. Esa es de Jesús). Acaba este capítulo remarcando que discípulo es el que camina detrás de Jesús.

Con el capítulo 6, Verdad crucificada, acaba la segunda parte del libro. Mira ésta desde diferentes enfoques: El enfoque teológico; El enfoque psicológico: resaltando esa idea tan querida por Cencini de pasar del bien recibido al bien entregado. Pone tres historias: D. Miguel, fray Francisco y el P. Luís, modelos de saber vivir y saber morir; y el enfoque pedagógico: la cruz como el camino educativo para el creyente.

La tercera parte la llama Elcamino de la Verdad. A partir de la afirmación de Jesús: Yo soy el camino y con tres capítulos titulados, El conocimiento, La experiencia y La sabiduría, es la parte más directamente dirigida a la práctica de la formación permanente, o mejor, donde ésta se va concretando. Nos dice que la formación permanente ordinaria ha de tener como base el saber leer, y no un saber leer cualquiera, sino la inteligencia de las Escrituras. Con un proceso de Lectio que ocupa cada momento del día: «Lectio matutina», «Lectio divina», «Lectio continua», «Lectio vespertina» (o «nocturna»), con una formación permanente extraordinaria que tiene por nombre actualización y actualizarse inteligentemente.

Comienza el capítulo 8 con una aclaración de lo que es la experiencia. Con ella se hace la mayor personalización; en definitiva, la experiencia es el nombre que ponemos a nuestros errores, experiencia es como el viaje efectivo del individuo que sale de sí mismo para encontrase con una realidad nueva. Dos palabras nos llevan a esta nueva manera de percibir y valorar la experiencia. La formación permanente ordinaria estará en saber escribir (la historia como historia sagrada) la vida como historia de fe. La otra palabra es compartir.

El capítulo 9, La sabiduría. Nos dice en la pág. 499: El transcurso en tres etapas, que marca la evolución progresiva de la búsqueda de la verdad, termina con la sabiduría, punto de llegada ideal de un camino destinado a durar toda la vida. Es, pues, el momento culminante de este camino. Por eso dejará bien claro lo que entiende por sabiduría: el modo de aproximarse a la realidad engeneral. Se sirve de un ejemplo, Ana, para que su idea quede firmemente asentada. La sabiduría se puede ver como experiencia continuadora y estable, como cambio de identidad y novedad de vida, como dimensión espiritual y existencia. Y, citando a Sant 3,17, nos dice que la sabiduría es pura, pacífica y conciliadora. Nos dirá que está constituida por elementos como ser enamorado yser contemplativo. La palabra clave para !a formación permanente ordinaria es saber comunicar con una necesidad imperiosa de encontrar la lengua apropiada a la situación y los signos que cada comunidad puede entender. También la libertad de dejarse evangelizar. La formación permanente extraordinaria: la integración (La santidad como integración del bien y del mal, los tiempos y ritmos de la formación permanente extraordinaria).

Como resumen del contenido del libro citamos el que pone en la contraportada: La verdad ha dejado de ser algo que hay que estudiar y se ha convertido en pasión, coherencia de vida, formación para toda !a existencia y toda la vida. O de toda la persona. La invitación de la verdad no puede contentarse con decir, predicar y convencer, sino que es llamada, ante todo, a ser verdadero, verdadero en las palabras y en los sentimientos, en la cara y en los gestos, verdadero en la carne y en los sentidos, en las convicciones y en las relaciones, verdadero en lo que celebra y en lo que anuncia, según la verdad que se halla en Cristo Jesús: verdad crucificada de quien está dispuesto a dar la vida por lo que cree. Este libro narra la existencia del sacerdote y de la persona consagrada como una continua búsqueda de verdad iniciada un día, al escuchar la promesa del Maestro, y celebrada hasta el final, cuando la vida misma se cumpla en elgesto más verdadero, el de la muerte, que nos hace semejantes a Cristo, a la verdad  completa.

Alonso Morata Moya

(Aparecido en la revista SEMINARIOS, n. 188)