LIBRO VOCACIONAL RECOMENDADO
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ENZO BIANCHI –RENATO CORTI

LA PARROQUIA

Ediciones Sígueme, Salamanca 2005, 94 páginas

 

 

Presentamos este pequeño libro sobre lo que es y puede significar la parroquia, sin duda tan configuradora y vinculada a la realidad vocacional en la Iglesia.

Lo han preparado Enzo Bianchi, de sobras conocido por su obra “A los presbíteros ” y Renato Corti, obispo de Novara (Italia).

Los autores quieren repensar la parroquia desde la “conversión de la pastoral”, entendida como cambio en sentido misionero, de modo que las comunidades cristianas experimenten un impulso misionero y, libres ya de la autocomplacencia, sepan crecer hasta “la estatura de Cristo” (cf. Ef 4, 15) y anunciar el evangelio entre los hombres. “Conversión de la pastoral” que exige recuperar la centralidad de la eucaristía.

Bianchi empieza por mostrar la realidad terminológica de “parroquia” y describe al párroco como el que reside en situación de “extranjería”, lejos de su propia casa, junto a las casas de la gente. Es interesante la visión del autor sobre la parroquia en su condición pascual (mostrando la difrencia cristiana en lo cotidiano).

Se va perfilando la parroquia como una necesidad misionera y como exigencia de catolicidad. Aquí se destaca la importancia del concepto de territorialidad de la parroquia. La Iglesia ha sido hecha no para separar a los que se reúnen, sino para unir a los que están separados, porque éste es el significado de la Iglesia-asamblea, expresado claramente por san Juan Crisóstomo.

Una vez resituado y perfilado el concepto de parroquia, el autor pasa a ver cuál sería la identidad de la parroquia hoy. Para llevar a cabo esto, nos advierte que no se trata de inventar cosas especiales sino que hay que releer  los rasgos fundamentales que definen la comunidad cristiana. Estos elementos esenciales son: leitourguia, koinonía, martyría y diakonía.  Se describen con cierta profundidad y sobre todo con mucha claridad cada uno de estos rasgos. La parroquia no debera separar nunca pastoral y espiritualidad, el servicio que trata de ir al encuentro de las necesidades y el servicio que ofrece la buena noticia de Jesucristo crucificado y resucitado, el servicio a los últimos y la contribución a la construcción de una pólis caracterizada por la justicia y la paz (cf. p. 45).

Bianchi mira el futuro de la parroquia y expresa algunas de sus exigencias: la primera sería el repensar el ministerio presbiteral como servidor de la comunión (corresponsabilidad y sinodalidad de vocaciones, carismas y ministerios). La segunda sería el simplificar la vida parroquial (cuando un cristiano participa en la eucaristía dominical, se le pedirá que viva fielmente su matrimonio, que trate de amar a su familia y al prójimo, a aquellos con los que se encuentra, y se esfuerce por compartir con los necesitados el fruto de su honrado trabajo..). Y así va pasando por estas exigencias: tener en cuenta los cambios de hecho que se dan actualmente en las parroquias; evitar la fácil clericalización de los laicos.

Al terminar esta parte de Bianchi se da una breve pero jugosa bibliografía sobre la parroquia (p. 50).

En la segunda parte del libro, escrita por el obispo Corti, se nos habla de un ejercicio de discernimiento ante tantas perspectivas que se dan sobre la realidad de la parroquia. El autor se centra en ayudar a reconstruir el horizonte dentro del cual resulta posible llevar a cabo el discernimiento. Nos hace ver, basándose en algunos documentos eclesiales recientes, cómo la Iglesia necesita un lugar donde se genere la fe.

Y esto porque la fe hay que decirla en un lugar y en un tiempo. Por eso, en un primer momento,  se nos va presentando la parroquia como instrumento que permite el arraigo de la Iglesia en un lugar. También se nos presenta la parroquia como capacidad de tejer tupidas redes de solidaridad. Trata de ofrecer a todos la posibilidad de emprender caminos de redención y de salvación; de hacer visible a una Iglesia que acoge y acompaña a todos hacia el único y mismo Salvador. Se nos habla no con muchas palabras de la fisonomía de una Iglesia sencilla y humilde, de una Iglesia popular.

Caracterizadas así la Iglesia y la parroquia, Corti va dibujando el rostro misionero de la parroquia. ¿Qué significa en verdad el “servicio a la fe” de la parroquia? Basándose en la Dei  Verbum, explica que la parroquia está llamada a conjugar la tensión entre el anuncio de la Palabra, celebración sacramental, vida personal y eclesial. De aquí pasa a mostrar  esa responsabilidad nueva en parte que supone que el cristiano asume una responsabilidad apostólica ante los cristianos que sólo tienen relaciones esporádicas con la comunidad cristiana  y con otros grupos como pueden ser las personas procedentes de la inmigración.

Después de dar algunas pinceladas sobre el carácter misionero de la parroquia, el autor se pregunta: ¿dónde es engendrada la parroquia? Se nos responde con pistas claras y precisas: 1) la eucaristía, clave del proceso de crecimiento en la fe; 2) la iniciación cristiana  y la “Iglesia madre” desde su carácter estratégico (generaciones jóvenes, por ejemplo), 3) convertir la parroquia en “casa y escuela de comunión” (esto requiere cada vez más el ir dando pasos hacia una pastoral integrada).

El libro termina con un capítulo titulado “Todos responsables”, mostrándonos la responsabilidad colegial de todos los componentes de la parroquia respecto a la fe, con una capacidad real para su comunicación (bello el ejemplo que nos pone de san Agustín). Y en esta responsabilidad de todos no podemos soslayar la importancia del vínculo de la “traditio” y de los “carismas” que en todo momento va suscitando el Espíritu en la vida de la Iglesia. 

La conclusión final, aunque sólo ocupa dos páginas y media, es un buen y esperanzador resumen de sugerencias para la vida de la parroquia y especialmente para los que se dedican plenanmente al trabajo parroquial.

Buen libro pues que recomendamos a todos, especialmente a los párrocos y a los que trabajan en las parroquias y quiero mencionar las palabras de la Carta a los efesios con las que termina el libro: “Que él os haga comprender cuál es la esperanza a la que habéis sido llamados”.

 

F. Lansac