Ignacio era muy aficionado a los llamados libros de caballerías, narraciones llenas de historias fabulosas e imaginarias. Cuando se sintió restablecido, pidió que le trajesen alguno de esos libros para entretenerse, pero no se halló en su casa ninguno; entonces le dieron para leer un libro llamado «Vida de Cristo» y otro que tenía por título «Flos sanctorum», escritos en su lengua materna. * Con la frecuente lectura de estas obras, empezó a sentir algún interés por las cosas que en ellas se trataban. A intervalos volvía su pensamiento a lo que había leído en tiempos pasados y entretenía su imaginación con el recuerdo de las vanidades que habitualmente retenían su atención durante su vida anterior. * Pero entretanto, iba actuando también la misericordia divina, inspirando en su ánimo otros pensamientos, además de los que suscitaba en su mente lo que acababa de leer. En efecto, al leer la vida de Jesucristo o de los santos, a veces se ponía a pensar y se preguntaba a sí mismo: «¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco o que santo Domingo?». * Y así fue como empezó a reflexionar seriamente en las cosas de Dios.
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Aquel «Flos sanctorum» dio pie a que Íñigo de Loyola se preguntara: ¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco, santo Domingo o san Ignacio? Ojalá estas “flores” de diciembre hagan que el lector se pregunte lo mismo.
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CARLOS GARNIER (1605-1649). En el grupo formado por: «Jean de Brébeuf, Isaac Jogues y compañeros», cuya fiesta se celebra el 19 de octubre, está Carlos Garnier, muerto el 7 de diciembre. | Su padre fue secretario del rey de Francia Enrique III. Familia muy católica: su hermano Enrique fue carmelita; José, capuchino; Antonio, diocesano. Ingresó en la Compañía de Jesús a los 18 años. En 1636 parte hacia el Canadá. Cuando llega donde los hurones se produce una lluvia muy fuerte por lo que fue llamado por ellos «Uracha» que significa «creador de lluvias». En 1639 establece la Misión de Santa María entre los hurones y trabaja entre los petuns con Isaac Jogues. En 1642 se establece en la Misión de San José, en la aldea hurona de Teahaustayé. El 30 de agosto de 1645 hace la profesión del cuarto voto en la capilla de la Misión de Santa María de manos del padre superior Jerónimo Lalemant. | La crónica del martirio dice: «El martirio de los dos misioneros Jean de Brébeuf y Gabriel Lalemant y la matanza de hurones, lejos de satisfacer la ferocidad de los iroqueses, avivó su sed de sangre. Antes de que terminara el año de 1649, ya habían penetrado hasta la comarca de Tabaco, donde el padre Charles Garnier había fundado una misión en 1641 y donde los jesuitas tenían ya dos casas. Cuando los habitantes de la aldea de Saint-Jean supieron que se acercaba el enemigo, enviaron a los hombres a su encuentro, pero los atacantes, informados por sus espías sobre la indefensa condición en que había quedado el caserío, dieron un rodeo para evitar el encuentro con los guerreros enviados en su contra y llegaron a Saint-Jean por sorpresa. En el curso de la indescriptible orgía de sangre que se produjo durante el ataque, el padre Garnier, el único sacerdote en aquella misión, corría de un lugar a otro, a la vista del enemigo, para dar la absolución a los cristianos moribundos, bautizar a los niños y a los catecúmenos y consolar a los que pudiera, sin cuidarse para nada del propio peligro. Cuando se afanaba en aquellos menesteres, fue muerto por los disparos del mosquete de un iroqués. Aun cuando estaba herido de muerte, hizo un esfuerzo para arrastrarse a atender a otro moribundo que estaba cerca, pero luego de algunos vanos intentos, quedó exánime en el suelo y un indio que pasaba a la carrera, para rematarlo, le arrojó el hacha que se le quedó clavada en la cabeza. Terminada la matanza, algunos de los indios cristianos sepultaron los restos del padre Garnier en el lugar donde había estado su iglesia» (7 diciembre).
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NOËL CHABANEL (1613-1649). Ayer, san Carlos Garnier; hoy san Noël Chabanel, su compañero. Francés también, entró en la Compañía a los 17 años. Ordenado sacerdote, fue profesor de retórica. ¡Los hurones! Llegado a Quebec, lo primero era aprender la lengua., pero… [San Noël Chabanel es el patrono de todas las Casas jesuitas donde sus misioneros aprenden los idiomas de la misión… -Maison Chabanel para los jesuitas de lengua francesa, y Chabanel house para los de idioma inglés- .debido a la extraordinaria dificultad que tuvo el santo en aprender la lengua hurona]. Cabezón como el que más decide hacer voto de permanecer para siempre entre los hurones. El 20 de junio de 1647: «Jesús, por tu disposición admirable, has querido llamarme para ser ayudante de tus apóstoles en este país de los hurones. No me he mostrado digno, pero tengo el deseo de responderte. Yo, Noël Chabanel, en presencia del Santísimo Sacramento, hago mi voto de perpetua permanencia en esta misión de los hurones. Te ruego aceptarme como esclavo perpetuo de esta misión y de hacerme digno de este sublime oficio». 7 de diciembre, es asesinado Carlos Garnier. Noël, al día siguiente. Iba a la Isla de los cristianos, se detuvo exhausto y murió a manos de un hurón, Luis Honarreennha, que arrojó su cuerpo al río Mohawk. Los jesuitas un mes más tarde tropiezan con un hurón… lleva el sombrero y la manta de Noël… la sospecha de la traición… el hurón apóstata confesó su crimen…lo había matado por odio a la fe… el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada (8 diciembre).
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ANTONIO GRASSI (1592-1671). «Presbítero de la Congregación del Oratorio, varón humilde y pacífico, que con su ejemplo impulsó a los hermanos a observar la Regla». Este resumen de su vida llama la atención: alguien que con su vida mejora a los que están con él. Bondad irradiante que heredó de su padre. De niño frecuentaba la iglesia de los oratorianos. A los 17 años se queda con ellos. Durante los años de estudio los compañeros le consideraban un «diccionario ambulante». La serenidad fue su característica: «Jamás le vi salirse de sus casillas» decía el jesuita Maziotti. Pero lo curioso…
En 1621, a los veintinueve años de edad, cuando llevaba ya varios de ser sacerdote, tuvo lugar un acontecimiento que dejó una huella indeleble en la vida del P. Grassi. La cicatriz corporal que le quedó fue muy leve, pero la impresión espiritual muy honda. Se hallaba orando en la iglesia de la Santa Casa de Loreto, cuando un rayo cayó sobre él. El suceso es tan extraordinario que vale la alegría de transcribir el relato del santo:
«Sentí una sacudida y me encontré como fuera de mí mismo. Me parecía que mi alma estaba separada de mi cuerpo y que estaba desvanecido... Después, oí un gran estruendo, como el de un rayo. Abrí los ojos y vi que había rodado escaleras abajo. En el piso había fragmentos de piedra, y el sitio estaba lleno de humo tan espeso que parecía niebla. Al principio creí que se había derrumbado el techo; pero, cuando levanté los ojos, vi que estaba intacto. Después, me di cuenta de que me faltaba un trozo de piel en un dedo, y me acordé de que había oído decir que un sacerdote de Camerino había muerto fulminado por un rayo y que la única herida que había sufrido era el levantamiento de la piel de la mano. Por eso, al ver mi dedo, pensé que iba a morir. La idea me pareció tanto más verosímil cuanto que tenía una sensación de calor intenso en el costado. Traté de mover las piernas, pero habían perdido la sensibilidad. Me dio miedo pensar que aquel calor ardiente me iba a llegar al corazón y me iba a matar. Estaba indefenso, tirado sobre la escalera, sin poder moverme. Pensé, ya que no moriría en el Oratorio, que tenía por lo menos la dicha de morir en un santuario de la Madre de Dios. Entonces, alguien se me acercó, y yo le dije que no podía moverme. Él fue a pedir auxilio. Trajeron una silla, me sentaron, y nuevamente perdí el conocimiento. Pero me daba cuenta de que mi cabeza, mis brazos y mis pies colgaban como guiñapos y de que tenía entorpecida la vista y el habla, pero conservaba el oído. Alguien empezó a sugerirme los santos nombres de Jesús y María».
Cuando volvió plenamente en sí, el P. Grassi, que seguía pensando que iba a morir, pidió la extremaunción. El médico aconsejó que se la administrasen, pero que antes se le trasladase a su convento. «Entonces comprendí que, en cuanto creemos que la muerte está cerca, nos volvemos indiferentes a todas las cosas del mundo y caemos en la cuenta de su vaciedad... Después, me dieron un poco de sopa. La noche fue tranquila». A los pocos días, el P. Grassi estaba completamente restablecido. La ropa interior que llevaba cuando recibió la descarga del rayo, estaba desgarrada; el beato la dejó en el santuario como ex-voto. Él mismo cuenta que el choque le curó para siempre de la mala digestión. Pero el efecto más importante fue que, a partir de entonces, comprendió que su vida pertenecía a Dios de una manera especial, de suerte que no se le pasaba día sin darle gracias por haberle preservado y, todos los años hacía una peregrinación a Loreto con la misma intención (13 diciembre).
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MARTÍN MARTÍNEZ PASCUAL (1910-1936). La fotografía refleja el rostro de un sacerdote español, capturado por milicianos republicanos, instantes antes de ser fusilado en el mes de agosto del año 1936.
El autor de la instantánea es el fotógrafo alemán Hans Gutmann, que posteriormente se nacionalizó español y cambió su nombre por el de Juan Guzmán.
El sacerdote de la imagen, sería el beato Martín Martínez Pascual presbítero y mártir, miembro de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, que recibió en la misma persecución y en el mismo día -18 de agosto de 1936- la corona de la gloria, en la localidad de Alcañiz (Teruel) aunque el fotógrafo sitúa el lugar del fusilamiento en la localidad de Siétamo (Huesca), distante unos ciento cuarenta kilómetros de Alcañiz, diferencia que puede deberse al lugar de la sepultura o del Registro civil.
La fotografía la tenía en su despacho el Decano de la Facultad de Teología de San Dámaso, Pablo Domínguez, recientemente fallecido en accidente de montaña. Preguntado éste por la fotografía afirmó:
"La conseguí en Moscú, en un congreso. Me gustó y, al leer las frases del recuadro, me interesé mucho más. Es la fotografía -lo explicaba brillándole los ojos, se sentía emocionado y con ganas de imitarle; parecía que hablaba de sí- de un sacerdote español, el Beato Martín Martínez, operario diocesano, natural de Valdealgorfa (Teruel), diócesis de Zaragoza. Se la tomó un fotógrafo ruso-hoy sabemos que es alemán- que estaba entre los republicanos, durante la guerra civil española. Fijaos bien en su mirada firme, los brazos en jarras, seguro y valiente... Se la tomaron unos segundos antes de fusilarlo".
Sin duda que la enorme fuerza de la mirada del sacerdote a las puertas del cielo debió desconcertar a sus verdugos que esperarían de su víctima una actitud menos digna con la que tranquilizar sus conciencias. Martín Martínez Pascual, nace en Valdealgorfa, diócesis de Zaragoza y provincia de Teruel, el 11 de noviembre de 1910. Operario diocesano. Ordenado sacerdote el 15 de junio de 1935, fue educador en el colegio vocacional de Murcia y profesor en el seminario de Murcia. Enamorado de su sacerdocio, contagiaba su fervor a los demás. Fue martirizado el 18 de agosto de 1936, cerca del cementerio de su pueblo de Valdealgorfa, cuando contaba 25 años de edad y 14 meses de sacerdocio.
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SARA SALKAHÁZI (1899-1944) «En Budapest, Hungría, beata Sara Salkaházi, mártir» (27 diciembre).
Nació el 11 de mayo de 1899 en Kassa-Košice, Hungría. Provenía de una familia acomodada. Era una mujer inteligente, profesora y periodista. En contacto con sus alumnos, conoció los problemas sociales de los pobres, que después denunció en sus artículos periodísticos. Para ampliar sus horizontes y experimentar directamente lo que implicaba ser discriminado, aprendió el oficio de encuadernadora y también trabajó para una modista. Se afilió al partido socialista cristiano y fue redactora de su periódico, ocupándose sobre todo de problemas sociales femeninos.
En 1929, cuando tenía 30 años, solicitó ingresar en el instituto de las Religiosas de la Asistencia, congregación húngara fundada por Margit Schlachta para promover obras caritativas y sociales en favor de la mujer, actualmente presente en Estados Unidos, Canadá, México, Taiwan y Filipinas. Emitió los votos temporales en el año 1930. Eligió como lema de su vida religiosa las palabras de Isaías: «Heme aquí: envíame» (Is 6,8). Desempeñó su primera labor apostólica en su ciudad natal, donde organizó la obra caritativa católica. A continuación, fue enviada a Komárom con la misma finalidad. Creó una publicación católica femenina, gestionó una librería religiosa, dirigió un hospicio para pobres y también se dedicó a la enseñanza. Los obispos de Eslovaquia le encomendaron la organización del movimiento nacional de jóvenes. En aquella época impartía cursos de dirección y publicaba manuales.
En su corazón Sara albergaba el deseo de ir a misionar a China o a Brasil, pero el estallido de la segunda guerra mundial no se lo permitió. Después de algunas incomprensiones con sus superioras, en 1940 emitió los votos perpetuos. Como directora nacional del movimiento católico de jóvenes trabajadoras creó el primer colegio húngaro para trabajadoras, cerca del lago Balaton. En Budapest abrió casas para trabajadoras y organizó cursos de formación. Cuando el partido nacionalsocialista húngaro alcanzó el poder y comenzó a perseguir a los judíos, las Religiosas de la Asistencia dieron refugio a muchos. Por su parte, sor Sara, con grandes sacrificios y poniendo en peligro su vida, les brindó alojamiento en las casas que había fundado para las trabajadoras.
Durante una redada en Budapest, los soldados la detuvieron y la condujeron hasta un muelle a orillas del Danubio. Allí, mientras se hacía la señal de la cruz, la fusilaron, juntamente con la catequista Vilma Bernoviczs y las personas que había escondido en su casa. Era el 27 de diciembre de 1944; después arrojaron su cuerpo al río. Fue beatificada el 17 de septiembre de 2006 en Budapest.
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CATALINA LABOURÉ (1806-1876). Zoe Labouré, hija de un campesino de Fain-les-Moutiers, fue la única de una numerosa familia que no asistió a la escuela, ni aprendió a leer ni a escribir. Cuando su madre murió, Zoe tenía ocho años. Algún tiempo después, su hermana mayor, Luisa, ingresó en el instituto de las Hermanas de la Caridad. A los catorce años, Zoe se sintió también llamada a la vida religiosa. Su padre se opuso un tanto; pero finalmente, en 1830, Zoe consiguió ingresar en la casa que tenían las Hermanas de la caridad de San Vicente de Paúl en Chatillon-sur-Seine. En religión tomó el nombre de Catalina. Después… vino lo de la Medalla Milagrosa. Catalina trató siempre de permanecer en la sombra. [La popularidad de la medalla creció rápidamente, sobre todo a partir de la conversión de Alfonso Ratisbonne, un judío alsaciano que había aceptado, sin entusiasmo alguno, llevar la medalla y más tarde, tuvo una aparición de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en la iglesia de Sant'Andrea delle Trate, de Roma. En seguida, recibió el bautismo y posteriormente se ordenó sacerdote y fundó la congregación religiosa de los Padres y las Hermanas de Sión]. Desde 1831 hasta su muerte, ocurrida el 3I de diciembre de 1876, la santa vivió sin hacerse notar en el convento de Enghien-Reuilly, donde ejerció los cargos de portera, encargada del gallinero y encargada del cuidado de los ancianos del hospicio. Solo ocho meses antes de su muerte, Catalina reveló a su superiora, la Madre Dufes, las gracias extraordinarias que había recibido. La humilde Catalina hasta hoy ha conseguido ser la última santa que figura en el Martirologio el último día del año (31 diciembre).