Acompaņar la vida

 
   
Rosa María Ferreiro

 

Escribí a Madre Rosa María Ferreiro a finales de marzo, diciéndole que esperaba me felicitara por San Jorge. Y que la mejor felicitación para mí sería que escribiera otra vez algo, así como había escrito en 2007 (hoja 440: 7 días de) y en 2009 (hoja 454: Seis leis al océano).
Y me felicitó. Es la hoja 487. En la que pone el acento en el profundo cambio que se está viviendo en la Vida Religiosa más por el camino hacia “lo pequeño” y no a la visibilidad desde las grandes instituciones. Si se lee atentamente lo que escribe puede verse a Dios en medio de todo sin que se confunda el apostolado con una ONG.

JSV.
     

     Una de las cosas más bonitas de mi servicio, que ya va tocando a su fin, ha sido la comunicación con las hermanas.
     El tamaño de la Congregación -600 hermanas- me ha permitido conocerlas a todas por su nombre y ser testigo del caminar de un buen número de ellas que me escriben de vez en cuando contándome lo que viven.
     Conocer sus ideales, sus inquietudes, sus búsquedas, sus diversas ocupaciones a través de las cuales van tejiendo el Reino, es una experiencia que me sobrecoge cada vez y me hace sentirme muy afortunada. Una cosa es leer el carisma en los libros y otra verlo hecho vida en cada una de las hermanas y yo he gozado de este privilegio durante estos años.
     Escucho, acojo, medito… y trato de devolver apoyo, afecto, presencia de hermana mayor que confirma y agradece la vida entregada con el sello de la casa, es decir, “a la manera sagrados corazones”.
     Son muchas las horas que en estos años he dedicado a contestar correos convencida de la importancia de 'acompañar la vida'-con minúscula- de cada hermana (la 'intrahistoria', con permiso de Unamuno), en la que se juega la Vida  -con mayúscula- de la Congregación, este don de Dios para el mundo que se me ha confiado cuidar de 2006 a 2012.
     Este contraste entre 'las grandes cosas', como capítulos, asambleas, sesiones de consejo, etc. y el tú a tú de la relación con cada hermana en las visitas canónicas y a través del correo, me ha permitido ver cómo se hacen vida día a día las opciones generales del Instituto, teóricas por definición, a las que tanto tiempo dedicamos los que tenemos el servicio de gobierno.
     Los testimonios que siguen muestran algo de la gama de circunstancias y situaciones que me llegan de todos los continentes. En ellos late la vida de la Congregación, vida que se sabe 'habitada'…

     Mis hermanas jóvenes me están felicitando la Pascua por adelantado. ‘Se van de misiones’ y me lo cuentan con un entusiasmo no exento a veces de la duda, esa especie de pomada pegada a nuestra piel que nos hace palpar la tierra que somos…

“Justo en este momento acabo de llegar de un día intenso de visitas a dos comunidades campesinas que hemos decidido acompañar este año. Ayer nos quedamos en casa de una familia sencilla. Caminamos, visitamos y simplemente compartimos la vida con la gente. Ha sido una rica experiencia. Ahora estaba rezando y le preguntaba a Dios, ante las realidades poco gratificantes que encontramos, en qué va a mudar la realidad el solo escuchar a las personas (por el momento) y al salir me llegó un mensaje de una hermana deseándome que durante este semana santa pudiera transmitir a la gente a un Dios Amor, paz y alegría de vivir” (América Latina).

     Y al mismo tiempo que trato de confirmar, me siento confirmada yo:

“Me resonaron fuertemente de tu parte las palabras que nos dices: ‘Deseo mucho que el capítulo dé orientaciones que nos comprometan con el servicio a los pobres’. Eso me llegó al corazón y sentí tu deseo profundo y no sabes cuánto me alegra y lo mucho que lo deseo yo también.”

     Nuestra comunidad más joven se ha abierto en agosto de 2011 en Indonesia, país musulmán. Desde allí llega un primer balance:

“Con gozo te comparto que la nueva comunidad empieza a andar con pasos firmes. Como todo tiempo de fundación, no es fácil, todo es nuevo, no se conoce a la gente, al barrio… Hay muchas preguntas y pocas respuestas.
Pero poco a poco, la vida va surgiendo y el milagro se va produciendo. A unos meses de nuestra presencia en Bida Ayu la gente ya nos conoce. Nuestra casa está siempre abierta, la puerta sólo se cierra por la noche o cuando todas las hermanas están fuera. Los niños vienen a menudo a visitarnos, a rezar en la capilla, a pedir ayuda para hacer sus deberes… cualquier motivo es bueno para ir a casa de las hermanas. Los jóvenes y las familias también vienen por aquí por diferentes motivos: para alguna reunión, pedir consejo o ayuda, o simplemente visitar y estar un rato.
Trabajamos acompañando a niños, jóvenes y adultos en diferentes grupos de catequesis, formación, y otras actividades parroquiales. Damos clases de religión a los niños católicos que van a escuelas públicas, favoreciendo el diálogo interreligioso. Los domingos son los días más ocupados, pues es cuando la gente está más disponible. Es realmente el día del Señor, pero no precisamente para descansar. Hemos empezado también a colaborar con un grupo de ‘Justicia, Paz e Integración de la Creación’ y a trabajar con mujeres, especialmente en la prevención del tráfico humano.
En general la gente agradece que las hermanas estén en el barrio. Es la primera comunidad religiosa en Batam que vive entre la gente y lo valoran mucho. Hay muchas peticiones, sobre todo, de atención a los niños. Es un barrio de trabajadores que no tienen con quién dejar a los niños. Es un gran reto no poder responder a todas las necesidades.
Como dice el Evangelio, la mies es mucha y los trabajadores pocos, pero con la ayuda del Señor iremos dando pasos para hacer presente de una forma más concreta el Reino de Dios entre la gente sencilla de Batam.” (Asia)

     Así me compartía lo que siente una hermana de 45 años que lleva tres años peleando con un cáncer y que tiene claro que la vida es para darla:

“Te quiero compartir  que no  cabe en mi corazón  la alegría que siento por el resultado de una operación que no sabía en qué iba a terminar mas todo salió bien. Las noticias que recibí al despertar de la anestesia fueron: ‘TODO ESTA BIEN, DIOS ESCUCHÓ TUS ORACIONES Y LAS DE TUS HERMANAS.’ Las lágrimas se me caían al presenciar tal milagro. Ahora siento la certeza de que mi Buen Dios tiene algo para mí, que lo iré descubriendo a medida que siga en su búsqueda. Me devolvió la vida por  tercera vez. Siento tanto su amor por mí que no dejo de agradecerle, y lo haré llevando la buena noticia a donde Él me envíe. Pronto volveré a la comunidad, llevando la experiencia de vivir otra vez con la confianza puesta en  Dios,  y sintiendo en mi corazón que JESÚS ES MI DIOS Y MI SALVADOR.
Que el Corazón de Jesús y el Corazón de Maria sigan guiando nuestra caminar comprometidas con el sueño de hacer realidad el reinado de nuestro Dios aquí y ahora.
El Dios de la vida quiere nuestra presencia, pues Él obra en cada una de nosotras en las diferentes realidades en que vivimos.” (
América Latina)

      La vida en comunidad es lo propio de esta forma de seguimiento que es la vida religiosa y así lo vive y lo confiesa esta joven a los pocos días de su profesión perpetua, a la que asistí:

“La noche en que pronuncié mis votos, mi alma se llenó de gozo por este Dios de Amor, unido también al afecto de mi familia, amigos, jóvenes de diferentes parroquias de Bolivia y Paraguay, senderos por donde el Señor me ha llevado.
Desde la experiencia que viví, puedo decir que soy testigo de la Palabra de Jesús que dice; “cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas o padre, o madre, o mujer o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”. Dios se anticipó a mí, regalándome esta familia de los Sagrados Corazones, por lo que le doy Gracias infinitas.
Me sentí acompañada de cerca por ti, como hermana y superiora general, y también por mis hermanas, que fueron apoyo en las caídas y levantadas de mí caminar, de la misma manera que por los hermanos de Congregación que siempre estuvieron a mi lado acompañándome.
Estos momentos fuertes de comunidad, son empuje que me da osadía para dar la vida cada vez más, pues me siento enviada y acompañada.
Termino compartiéndote que estoy convencida de que mi vida viene de Dios y vuelve a Él, en una completa configuración con los Corazones de Jesús y de María.” (América Latina)


     En un medio completamente secularizado y en una Iglesia envejecida como la de la ciudad desde la que me escribe esta hermana, hay que reorganizar todo de acuerdo a los recursos que se tienen y el obispo no ha dudado en confiar responsabilidades pastorales importantes en su diócesis a una hermana:


“El obispo me ha nombrado delegada de “Caritas y diaconía.” Me ha dicho que él me ha confiado este trabajo porque yo soy una hermana de los Sagrados Corazones, hermana de san Damián que ha dado su vida a Dios comprometiéndose con los excluidos. Me pide que me dedique sobre todo a los pobres de nuestra sociedad. Me ha dado la misión de promover la amistad con ellos.
Este trabajo me pone en contacto con los enfermos, prisioneros, indigentes, así como con los directores de los hospitales, los profesionales y los voluntarios. Me encuentro también con personas comprometidas en la pastoral de jóvenes, la formación, las asociaciones, etc. A través de estas visitas, escucho sus alegrías y también las dificultades y críticas a la Iglesia, intento apoyarles en su compromiso así como reflexionar y responder a sus preguntas.
¡Son muchos desafíos a afrontar! Pero ¿no tenemos para todo eso un buen ejemplo con nosotros? En efecto, yo creo que nuestro hermano Damián ha sido un gran ejemplo de esta amistad de Jesús con los pobres y excluidos. ¡Él puede ayudarnos e inspirarnos en este trabajo!” (Europa)

     A veces lo que toca es ‘estar junto a la cruz’… sin poder ofrecer soluciones, como le ha ocurrido a esta comunidad que pertenece a la parroquia de la que eran los niños fallecidos en el accidente que se nombra:

«¡Se acercan las fiestas de Pascua! El mes pasado hemos quedamos impactadas por la tragedia del autobús de los niños de las escuelas belgas en Suiza. Veintidós niños de doce años murieron en el acto. Igualmente los seis adultos, maestros, cuidadores y conductores. Veinte niños sobrevivieron al accidente ocurrido en el túnel. Ha habido mucha empatía dentro y fuera del país. ¿Quién puede imaginar el inmenso sufrimiento de los padres que vinieron a la escuela a buscar a sus hijos el día que regresaban de esquiar y se enteraron allí del fatal accidente ocurrido en Suiza, sin saber si su hijo estaba vivo o muerto? Nuestras hermanas han estado en la escuela parroquial de Heverlee acompañando a los angustiados padres... Ese mismo día y los días siguientes, muchas personas se reunieron para buscar su apoyo en Dios y en los demás y dar apoyo a los otros. Estos acontecimientos, ¿no nos despiertan para ver y escuchar a la gente de nuestro alrededor y de más allá con un corazón abierto? Así podremos levantamos hacia a Aquel que es la VIDA, y que nos la prometió en abundancia.» (Europa)

     En esta carta de una hermana joven aparecen dos realidades dramáticas que se dan a diario en África: las muertes de niños y de jóvenes por la malaria endémica y por el SIDA y las muertes por accidentes debidos a la falta de condiciones de seguridad básicas. También nosotras, por malaria y por accidentes de coche, hemos perdido hermanas en RD Congo. Un precio que pagan nuestras misioneras que asumen correr la suerte de las personas a las que acompañan.

«El trimestre toca a su fin y el peso del cansancio se hace sentir. A pesar de ello, nos esforzamos por terminar lo mejor posible la semana que queda.
De vez en cuando pienso en mi primo-hermano, fallecido hace algunas semanas. Es duro perder dos primos que han sido muy cercanos en el espacio de un mes solamente. Ellos y yo hemos crecido juntos. Por eso no los llamo ‘primos’ porque eran verdaderos hermanos para mí. Mi oración es que el Señor, Dios de la vida, les acoja en su Morada y les conceda la vida eterna que ellos han esperado durante su peregrinación aquí en la tierra. Por lo que a mí respecta, no cesaré de decir que sean cuales sean las etapas de vida que el Señor me conceda atravesar, mi amor por Él no disminuirá jamás. Mi convicción más profunda es que “Jesús es mi único necesario”. Por eso no falto a su cita y trato de ser fiel a mis horas de intimidad con Él y a las de las actividades comunitarias.
En cuanto las niñas del «Hogar Mama warula», (internado para niñas huérfanas de padres fallecidos a causa del SIDA y a su vez portadoras) hay un gran cambio: su estado de salud ha mejorado sensiblemente y están bonitas y muy presentables. Estoy muy contenta porque durante el segundo trimestre han mejorado los resultados escolares respectivos y espero que sigan mejorando hasta el último trimestre. Con estas niñas, te aseguro que estoy haciendo un gran ejercicio de paciencia y esto constituye una novedad en mi historia. No son pocas las realidades que aprendo de ellas y con ellas. Lo que me alegra profundamente es que cada día nuestro conocimiento mutuo se enriquece.
Puedes contar con mis humildes oraciones: durante mis horas de adoración personal, te confío a ti y a tu equipo, a la bondad de Dios.»  (África)

     Y esta mañana me llega esta respuesta de una hermana joven que me pedía hacer sus votos perpetuos y a la que le he contestado que espere un poco más, no porque dude de su vocación sino por circunstancias que le he explicado. Su acogida de este ‘contratiempo’ me parece admirable porque se fía y permanece en paz y centrada en su entrega, que es lo que importa.

“Me encuentro muy bien, después de una linda semana de misiones, que para mí fue un tiempo de reconfirmar mi opción de vida y mi compromiso con Jesús y con la Congregación. Yo quería hacer mi profesión perpetua en este año, pero si tengo que renovar y esperar un tiempo más lo haré; estoy abierta a acoger lo que me propongas. Sé que va a ser un tiempo  más de preparación y lo aprovecharé con mucho entusiasmo, alegría y disponibilidad.
Ahora seguiré aprovechando mis estudios y pastoral que tengo con personas mayores en las terapias ocupacionales y con los jóvenes en la pastoral juvenil.” (América Latina)

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     Mirando hacia atrás me doy cuenta de que la Congregación está cambiando muy rápidamente. No sólo está disminuyendo notablemente el número de hermanas en algunas partes del mundo (Europa, América del Norte) y creciendo en otras (Asia y África) sino que también va desapareciendo una concepción de vida religiosa pudiéramos llamar ‘conventual’ y va ganando terreno una vida religiosa apostólica, menos visible institucionalmente pero más ágil y cercana a la gente  y a sus problemas.
     El trabajo en la obra propia ha dejado de ser el único modo de emplear nuestras fuerzas y hoy las hermanas realizan también diferentes trabajos pastorales, profesionales o voluntariados en colaboración con otras instituciones y organismos no exclusivamente confesionales.

     Hemos necesitado muchos años para desprendernos de un estilo que nos daba identidad, seguridad y cauces de acción, para pasar a otro que hay que ir creando día a día y que no es fácil pero ahí estamos, convencidas de que vale la pena intentarlo porque es lo que hace falta hoy.
     La vocación sentida del mismo modo por todas las hermanas nos constituye en familia religiosa, no el acto jurídico de la profesión. Haber podido ver una y otra vez que más allá de las diferencias de razas y culturas, ‘sentimos a Dios y su Reino de la misma manera’ es una experiencia de la que guardaré siempre memoria agradecida. Por eso nos es posible compartir sueños, hacer proyectos juntas para contribuir con nuestras fuerzas a humanizar un poquito más cada día nuestro mundo, seguras de la fidelidad de Aquel que nos amó hasta el extremo de dar su vida para que todos tengan vida y que nos llamó a continuar su obra haciendo nuestras las actitudes, opciones y tareas de su Corazón.

Rosa María Ferreiro ss.cc.

 

487
La obra de la redención no se realiza en el mundo y en el tiempo sin el ministerio de hombres entregados, de hombres que, por su oblación de total caridad humana, realizan el plan de la salvación, de la infinita caridad divina. Esta caridad divina hubiera podido manifestarse por sí sola, salvar directamente. Pero el designio de Dios es distinto; Dios salvará en Cristo a los hombres mediante el servicio de los hombres. El Señor quiso hacer depender la difusión del Evangelio de los obreros del Evangelio.
- PABLO VI