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EXHORTACIÓN
33. Por consiguiente,
el sagrado Concilio ruega encarecidamente en el Señor
a todos los laicos, que respondan con gozo, con generosidad
y corazón dispuesto a la voz de Cristo; que en esta hora
invita con más insistencia y al impulso del Espíritu
santo, sientan los más jóvenes que esta llamada
se hace de una manera especial a ellos; recíbanla, pues,
con entusiasmo y magnanimidad. Pues el mismo Señor invita
de nuevo a todos los laicos, por medio de este santo Concilio,
a que se unan cada vez más estrechamente, y sintiendo
sus cosas como propias (cf. Flp 2,5), se asocien a su misión
salvadora. De nuevo los envía a toda ciudad y lugar adonde
El ha de ir (cf. Lc 10,1), para que con las diversas formas
y modos del único apostolado de la Iglesia ellos se le
ofrezcan como cooperadores aptos siempre para las nuevas necesidades
de los tiempos, abundando siempre en la obra de Dios, teniendo
presente que su trabajo no es vano delante del Señor
(cf. 1 Cor 15,58).
Todas y cada una de las cosas contenidas en este Decreto han
obtenido el beneplácito de los padres del Sacrosanto
Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostólica
recibida de Cristo, juntamente con los venerables padres, las
aprobamos, decretamos y establecemos en el Espíritu santo
y mandamos que lo así decidido conciliarmente sea promulgado
para gloria de Dios.
Roma, en san Pedro,
18 de noviembre de 1965.
Yo, PABLO, obispo de la Iglesia Católica.
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