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Fin de año. Estábamos reunidos un grupo de amigos.
Como quien más quien menos tenía por patrono a san Francisco de Sales, pasamos revista a los mejores logros personales del año.
Uno había sacado un volumen de tomo y lomo. A otro le habían premiado una colección de poesías...
Yo no llegué a tanto. Dije que lo que más satisfecho me había dejado era la frase que había puesto a una fotografía (un perro contemplando cuatro polluelos): «Al mundo lo salvará la ternura».
Me salió sin darme cuenta. Imagino que como sedimentación de una traducción francesa en la que sale muchas veces la palabra tendresse y de la lectura de varios libros de José Mauro de Vasconcelos.
Ya sé que es muy poco. Pero estoy contento: he visto que el perro y los polluelos están salvando al mundo con su ejemplo. ¡Hace tanta falta!
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