PROGRESO volver al indice
 

     En julio, para tener el mar al alcance de la mano, alquilamos un coche. Funcionaba perfectamente casi.
     Mi acompañante, mucho más joven que yo, estaba incomparablemente más kilometrado. Con lo que prudentemente le cedí el volante.
     Yo sólo entraba en acción a la hora de aparcar. Me especialicé en la marcha atrás. Entraba con dificultad.
     Me acordé entonces de la respuesta de una alumna mía.
     Durante 1970 en una revista de amplio radio apareció durante bastante tiempo una página en la que señoras algo sonoras contestaban con notable desenfado a un cuestionario de 20 preguntas.
     Pensé que mis alumnos de pedagogía serían capaces de dar respuestas muy superiores. Y no me equivoqué.

     A la pregunta séptima, «¿A qué llama progreso?», contestó la pedagoga aquella:
     —A las marchas de los coches, sin olvidar la marcha atrás.

     La marcha atrás, cuando hace falta, también es progreso,