PRESENTE volver al indice
 

     Hay quienes coleccionan cosas: sellos, monedas...
     Hay quienes regalan objetos: bandejas de plata, botellas de licor...
     Desde hace tiempo he echado por la borda casi todas mis colecciones: la de sellos —!y me costó!— la di a las misiones; las cartas cardíacas las rompí todas...
     Antes no aceptaba regalos. Tampoco los hacía.
     Ahora noto que con los años cada vez disfruto más regalando. Pero no cosas valiosas, sino valores casi independientes de las cosas.
     El jueves en la tertulia de pedagogía (reunión de futuros educadores con ojos para ver atardeceres y con corazón dispuesto a conjugar el verbo amar) repartí a los contertulios varios jaboncitos de hoteles que fui recogiendo en mi último viaje.
     Podía haber repartido servilletas de papel de los aeropuertos de Montreal, Guadalajara (Jalisco), México, Dallas, Nueva York..., o aerogramas de KLM, Braniff, Panam.
     Jaboncitos, servilletas, aerogramas... el regalo habría sido el mismo: un recuerdo, un presente.
     Es bueno darse cuenta de que, cuando ofrecemos un recuerdo a alguien, más que decirle sin palabras «esto te servirá» le estamos diciendo «te recordé, te metí de nuevo en el estuario de mi corazón cuando estuve en Montreal, en Dallas...».
     Porque realmente el verdadero presente consiste en tener presente.