Estamos en el siglo de los posters. Y en el de las pintadas.
Probablemente dentro de tres o cuatro siglos habrá investigadores que se lamerán los dedos viendo nuestras «huellas».
Para que los futuros seguidores de nuestras pistas encuentren algún oasis en su futuro trabajo cansino ahí va la transcripción de un poster que encontré recientemente en la habitación de un enfermo.
Estaba colocado frente a su cama. En letras grandes. Estaba escrito en su lengua original:
MEIN LEBEN
BEGINNT
JEDEN MORGEN NEU
UND ENDET
JEDEN ABEND
Le dije que, por favor, me lo tradujese porque había un par de palabras que no acababa de entender.
«Mi vida empieza cada mañana de nuevo y termina cada noche», tradujo. Y añadió: «Es un pensamiento de una monja alemana, de origen judío. Gran filósofa. Se llamaba Edith Stein. La eliminaron los nazis en la última guerra. Me ayuda a vivir sin amontonar malos recuerdos y sin sufrir por miedos futuros».
Si tuviese un spray a mano, no sé si no me lanzaría a escribirlo por las paredes que milagrosamente quedan todavía limpias.
