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La ONU determinó que 1968 fuese el año internacional de los derechos humanos; 1970, de la educación; 1971, de la lucha contra el racismo; 1972, del libro; 1974, de la población; 1975, de la mujer. Y... 1979, año internacional del niño.
Digan lo que quieran algunos sempiternos quejones, la ONU tiene buenas ideas.
Para empezar 1979 con buen pie, leí a un grupo de aprendices de pedagogos esta oración de Michel Quoist:
La madre se ha alejado un momento
del coche del pequeño
y yo me he acercado para encontrarme con la
Santísima Trinidad que vive en su alma.
El niño duerme, con los brazos caídos
sobre la pequeña sábana bordada.
Sus ojos cerrados miran al interior
y el pecho dulcemente se levanta a compás.
Señor: Tú estás ahí.
Te adoro en este niño que te conserva intacto.
Ayúdame a volver a ser como él,
a reencontrar tu imagen y tu vida tan hondas en mi alma.
Porque me temo que muchos hablen de algunos derechos, no de todos.
Todos los niños tienen derecho a ser morada de la Trinidad.
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