JESUCRISTO volver al indice
 

     Todo habla de él, es verdad. Y todos con nuestras palabras somos eco de la Palabra.
     Toda agua habla inconteniblemente del mar inmenso. Pero el agua limpia de los riachuelos escondidos es la que nos transmite la melodía más pura, más transparente.
     Para oír hablar de Jesús es bueno acercarse a los que viven lejos del mundanal ruido, los monjes. Ellos que viven en la paz reproducen su voz casi sin interferencias.

«Jesucristo es nuestro hermano mayor. Es, podríamos decir, el hijo mayor de la casa. Aquel del cual todos estamos orgullosos, aquel que ha hecho cosas grandes que nos entusiasman. Y que, sin anular nuestra personalidad, nos deja a todos en buen lugar. La Iglesia nunca nos dejará bien. Nosotros mismos nunca la dejaremos bien, ni a ella ni a Jesucristo. Es Cristo el que nos deja a todos bien, en buen lugar. La encarnación y la redención significan que Dios, viendo el mundo sumido en mediocridad y pecado, quiso darle una calidad relevante. Quiso que del mundo, de la humanidad, de la familia, de nuestra familia, surgiera, pese a todo, una voz limpia, profunda, auténtica. Por eso envió a Jesucristo. Para que desde el mundo, desde la humanidad, alguien, Alguien con mayúscula, hablara a Dios en nombre del mundo, en nombre del universo tal como Dios lo había soñado desde la eternidad» (A. Altisent).