INSCRIPCIÓN volver al indice
 

    
  Andaba por Zamora, la que no se ganó en una hora.
     Disponía de un buen rato libre.
     Iba por las calles a ver, a oír.
     Desemboqué en una gran plaza solitaria, soleada aquella tarde de invierno. Como hacía frío, el sol era todo un regalo. Dejé de callejear y me quedé allí paseando por delante de un gran edificio antiguo.
     No soy aficionado a leer inscripciones, pero al cabo de un rato, a falta de transeúntes, me distraje lamentando la ramplonería de unas desafortunadas pintadas. Mientras alejaba la vista de aquellas kakografias (letras malas en la forma y peores en el contenido) tropecé con el oasis de una inscripción antigua.
     No me resultó difícil reconstruir la frase entera:

Non te pigeat visitare infirmum,
ex his enim in dilectione firmaberis
.

     (No te dé pereza visitar a los enfermos, porque por ellos te afianzarás en el amor).
     Supuse que el gran edificio había sido en su tiempo un hospital.
     Siempre que paso por delante de un hospital o de una cárcel experimento una sensación desagradable, que atribuyo a la «radioactividad» de las toneladas de sufrimiento almacenadas en el interior.
     Aquella tarde, no. Fue penetrándome, como melodía pegadiza, el final de la inscripción: te afianzarás en el amor (in dilectione firmaberis).