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Es curioso el significado que toman a veces las palabras.
Contrario a lo que en sí significan.
Estaba en El Huerto del Cura, en Elche, uno de los rincones más bellos que conozco.
Había ido el día anterior acompañado. Y quise volver solo.
La belleza invita al silencio.
Palmeras y más palmeras. Cactus de mil formas y tamaños.
Se acercó un matrimonio francés. Alrededor de los 45.
Le indicó que se pusiese en un ángulo fotogénico. Con coquetería se arregló el pelo. Apuntó una sonrisa.
«Fog-mi-dabl(e)», dijo después de disparar.
La palabra me hizo temblar por lo impropia (Formido = temor, miedo, pavor, espanto).
Ni ella ni los cactus y palmeras producían temor. Eran sencillamente bellos.
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