ESPERANZA II volver al indice
 

     El capellán del hospital me pidió que del 18 al 25 fuese a hablar a sus enfermos.
     Debido a unas conferencias fuera de Salamanca, del jueves al domingo, programadas con mucha anterioridad, tuve que declinar su invitación.
     Para demostrarle que mi negativa me dolía, le envié ocho frases por si quería ponerlas en cada sala, en un lugar bien visible, cambiándolas cada día. Vienen a ser como un sonoro comentario del tema: «La esperanza que no decepciona». Un tema que nadie más preparado para entender y vivir que los enfermos.

     18. Esperar es llevar dentro de mí la íntima seguridad de que, cualesquiera que puedan ser las apariencias, la intolerable situación en que ahora me encuentro no puede ser definitiva, tiene que tener arreglo (G. Marcel).

     19. Verná la mañana, pasarán las sombras y verná la luz, y el Señor le hartará con su vista, y, en enjugándole las lágrimas, le hinchirá sus labios de risa y de gozo (Juan de Avila).

     20. La esperanza es como el aire que respiramos y el pan que comemos. La necesitamos como el pez del agua, para movernos. Si se nos quita la esperanza somos como un ser echado a tierra donde se seca y muere (J. Moltmann).

     21. No hay esperanza infinita que no comience por acunarse en esperanzas concretas, como no puede haber esperanzas concretas que no presupongan la esperanza infinita (R. le Senne).

     22. El pecado contra la esperanza es el más mortal de todos, y acaso el mejor acogido, el más acariciado ( G. Bernanos).

     23. Sólo el que cree espera de verdad, y sólo el que de verdad espera cree. No creemos sino lo que esperamos, y no esperamos sino lo que creemos (M. de Unamuno).

     24. ¿Qué sería de nosotros si no nos apoyásemos en la esperanza, y si, en este camino a través de las tinieblas, iluminado por la palabra y por el espíritu de Dios, no se apresurase nuestro entendimiento a ir más allá de este mundo? (J. Calvino).

     25. Una llama temblorosa ha atravesado el espesor de los mundos, una llama vacilante ha atravesado el espesor de los tiempos, una llama imposible de dominar, imposible de apagar al soplo de la muerte, la esperanza (Ch. Péguy).