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Dedicamos un rato a «pintar palabras». Pintar, no dibujar. Material: papel en blanco y lápices de colores a granel.
«Carbón»: color negro. «Azufre»: color amarillo. Fácil, ¿no?
Al principio, porque ¿qué color es el de la «prisa», la «paz», el «miedo»?
Para «desenfreno» todos emplearon colores tristes. Todos, menos él.
Y dio la razón: «Tengo coche. Sólo lo uso para prestar algún servicio. Cuando le quito el freno, lo desenfreno, es para correr en auxilio de alguien. Por esto la palabra me suena a obra buena, a caricia».
Voy a sugerir a un académico, algo amigo, que corrijan la expresión sólo negativa que de «desenfreno» trae el diccionario: «desmandarse, entregarse desordenadamente a los vicios y maldades».
Y por si tarda en llegar la enmienda he encargado un banderín en el que aparezca bordado en color alegre: «¡Viva el desenfreno!»
¡Nos hacen tanta falta las obras buenas, las caricias: esos desenfrenos!
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