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Comer datos. Manía, enfermedad de quienes quisieran abrirte en canal para conocerte mejor y ayudarte luego, cuando ya sólo puedes ir al Depósito.
Reunir datos y detalles, y más detalles y más datos. Vengan carpetas y ficheros. Más, siempre más. Para tener seguridad. Triste seguridad del inseguro.
Los datófagos prefieren sumar a pensar, tocar a intuir. Con lo que fomentan la inmodestia del alma, que es la más vil de las ¡modestias.
Los secretos del corazón son sólo para Dios. Por esto el examen de la vocación no es ni un manoseo ni una exhibición.
La vocación es vida, brota silenciosamente, crece en la intimidad. Es la vida la que deja huellas, la que habla, no las palabras. Esto basta.
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