CODICIA volver al indice
 

     Últimamente he estado traduciendo la vida de Emilia de Rodat. Confieso que no sabía absolutamente nada de esta santa, canonizada por el papa Pío XII precisamente el día de san Jorge de 1950.
     Fue la fundadora de la Sagrada Familia, una congregación extendida hoy por muchas naciones de Europa, Asia, Africa y América.
     Mujer lanzada, valiente, enamorada de la pobreza, sorprendente.
     Había encontrado una fórmula infalible para salir de los apuros económicos de las fundaciones: para empezar, como «primera piedra», aceptaba cada vez dos huérfanas a pan y cuchillo, y cariño. Si tardaba en llegar la solución, adoptaba otras dos. ¿Cómo iba Dios a dejarse ganar en generosidad?
     Es curiosa su «inconcebible» ilusión por la obra de la Santa Infancia. A punto de morir dirá: «Entre todas las gracias que Dios me ha concedido, considero una de las mayores, haberme dado a conocer esta obra».
     Un día, ya anciana, acababan de entregarle una moneda de oro o plata para «sus chinitos». No dejaba de contemplarla, alegre como unas pascuas. Fue cuando exclamó: «Ahora comprendo la codicia de los avaros».