Algo así como confusión y oscuridad que no deja percibir y apreciar debidamente las cosas.
Hay un proverbio oriental que lo explica luminosamente:
Marchando un día hacia la montaña, muy temprano y con un tiempo brumoso, percibí en la ladera algo que se movía y que parecía tan raro que lo tomé por un monstruo.
Cuando estuve más cerca, vi que era un hombre. Cuando por fin lo alcancé, vi que era mi hermano.
La distancia —física, temporal, humana sobre todo— es como la bruma.
Tendré que acercarme a ti para reconocerte, hermano.