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Le conocí un verano en Puerto Rico.
Se reía ruidosamente, como una catarata.
A veces me contaba sus aventuras militares en la guerra de Corea.
Todos los días me ayudaba a misa muy de mañana. Demasiado mañana para mí.
Al despedirnos me dijo con un español muy «made in Usa» que me mandaría su «verdadera fotografia».
Meses después recibí una cartulina con la frase «Going my way» y un chavalejo que en compañía de su perro marcha hacia la derecha mientras una flecha bien visible apunta hacia la izquierda.
De momento creí que era una humorada del brother. Pero luego me he ido dando cuenta que no, que ese chaval que a contra-corriente va siguiendo su camino se parece muchísimo al hermano Eugenio.
Desde entonces cada vez que tropiezo con un brother (hermano) de verdad observo que tienen un alma casi igual. Es natural: los hermanos suelen tener un gran parecido entre sí.
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