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Hablaba poco. Pero sus juicios solían dar en el clavo.
Me dijo: Ese matón con el que nos cruzamos cada día a la altura de San Esteban tiene una anemia galopante.
Al encontrarle en días sucesivos presté atención a su aspecto. Rostro nada pálido, andar decidido.
Le dije: ¡Pues no se le nota la anemia!
Me miró y echó mano de estos latines: Adhuc et vos sine intellectu estis?
Comprendí entonces que no se refería a una anemia física.
¿Por qué al hablar de salud siempre pensamos en el cuerpo?
Anemia significa ni más ni menos que sin-sangre.
Los que no se oxigenan (no respiran a Dios, no rezan), los que no se alimentan de su cuerpo y su sangre, ¿cómo no van a estar anémicos y muy anémicos?
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