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EL CONCEPTO DE "VIDA CONSAGRADA"
a partir del Sínodo de 1994


Lucía Alvear R.

 

Juan Pablo II decía al inaugurar el Sínodo de Vida Consagrada: "Debo destacar un hecho significativo; en el desarrollo de los Sínodos que siguieron al Concilio Vaticano II, el Sínodo dedicado a la Vida Consagrada llega sólo ahora, después de los Sínodos de la Familia (1980), los Laicos (1987), los Presbíteros (1990). Se podría decir que el camino necesario para llegar a este tema ha sido más largo. Ése ha madurado más lentamente sobre la mesa de la iglesia y de la reflexión teológica.
 
La Exhortación Postsinodal retorna la idea anterior: "Este Sínodo, que sigue a los dedicados a los laicos y a los presbíteros, completa el análisis de las peculiaridades que caracterizan los estados de vida queridos por el Señor Jesús para su Iglesia. Si en el Concilio Vaticano II se señaló la gran realidad de la comunión eclesial, en la cual convergen todos los dones para la edificación del Cuerpo de Cristo y para la misión de la Iglesia en el mundo, en estos últimos años se ha advertido la necesidad de explicitar mejor la identidad de los diversos estados de vida, su vocación y su misión específica en la Iglesia" (V.C. 4).

Diversas intervenciones en el aula Sinodal  urgían clarificar el concepto de Vida Consagrada y sugerían ofrecer una buena base doctrinal, a lo cual responde muy bien la Exhortación, especialmente en los numerales 30, 31 y 32, con doctrina clara, de orden teológico, en cuanto a la índole y naturaleza de la Vida Consagrada en general y para cada una de sus formas en particular.

Igualmente el documento de trabajo (Instrumentum Laboris nº 6), evidenciaba la dificultad que existe en la Iglesia para asumir la nueva terminología que propone el Código de Derecho Canónico de 1983.

El Sínodo fue la espléndida respuesta a la necesidad sentida por todos de explicar mejor la identidad de las diversas formas de Vida Consagrada, su vocación y su misión específica en la Iglesia. Porque la comunión en la Iglesia no es uniformidad sino don del Espíritu que pasa también a través de la variedad de los carismas y de los estados de vida. (cf. V.C.4)

El Sínodo y la Exhortación Postsinodal "VITA CONSECRATA" constituyen la mejor catequesis para enseñamos a todos a utilizar un mismo lenguaje al hablar de VIDA CONSAGRADA como una expresión muy preciosa de la vitalidad espiritual de la Iglesia, hecha de variedad prodigiosa y atrayente Es aprender a mirar las varias formas de vida consagrada para percibir en cada una de ellas la sacramentalidad de la iglesia, porque cada una expresa más significativamente que otra un aspecto peculiar del amor que salva.

 

LA VIDA CONSAGRADA Y SUS DIVERSAS FORMAS

La forma clásica es la de los religiosos, a partir de los canónigos regulares, los monjes y las monjas y terminando con los institutos modernos aprobados en estos últimos años. otra forma menos clásica pero entrada ya pleno jure en el Derecho Canónico de 1983, es la de los INSTITUTOS SECULARES. Después del Concilio además han reaparecido las dos formas primitivas de la vida consagrada, El Orden de las vírgenes consagradas y de los eremitas. También ellas han sido reconocidas en el Código.

Además de estos, existen otros fieles consagrados mediante la profesión de los consejos evangélicos en asociaciones no erigidas todavía canónicamente como institutos de vida consagrada, pero reconocidos como asociaciones públicas de fieles con todas las características propias de los institutos.

Hoy es frecuente encontrar asociaciones  de hecho o de derecho privado, dedicadas a las misiones de carácter eclesial, cuyos miembros asumen los consejos evangélicos en diversas maneras, según las diferentes situaciones de vida. A veces se trata de grupos relativamente pequeños que forman el núcleo central de movimientos eclesiales más amplios; otras veces de asociaciones complejas. No pocas de estas entidades aspiran a un reconocimiento de la Jerarquía y miran esperanzadas hacia el canon 605 donde se habla de nuevas formas de vida consagrada.

La Exhortación Postsinodal “vita Consecrata" ofrece conceptos precisos que es necesario conocer:

-LA NUEVA Y ESPECIAL CONSAGRACIÓN. (cfr  V.C. 30)
En la tradición de la Iglesia la profesión religiosa es considerada como una singular profundización de la consagración bautismal. Esta posterior consagración tiene, s~n embargo,una peculiaridad propia respecto a la primera consagración, de la que no es una consecuencia necesaria. La profesión de los consejos evangélicos supone un don particular de Dios, no concedido a todos, como Jesús mismo señala en el caso del celibato voluntario.

- LAS DIVERSAS FORMAS DE VIDA. (cfr V..C. 31)
Todos son llamados a la santidad. Todos cooperan en la edificación del Cuerpo Místico de Cristo, cada uno según su propia vocación. La igual dignidad es obra del Espíritu. Está fundada en el Bautismo y en la Confirmación, corroborada por la Eucaristía. La variedad de formas de vida es también obre del Espíritu. Todos en la Iglesia son consagrados en el Bautismo y en la Confirmación, pero, el Ministerio Ordenado y la Vida Consagrada suponen una vocación distinta y una forma específica de consagración;

Las personas consagradas que abrazan los consejos evangélicos, reciben una nueva y especial consagración, que sin ser sacramental, las compromete a abrazar en el celibato, la pobreza y la obediencia, la forma de vida practicada por Jesús y propuesta por Él a sus discípulos.

-EL VALOR ESPECIAL DE LA VIDA CONSAGRADA. (cft V.C. 32)
En este conjunto de dones se confía a cada uno de los Estados de Vida fundamentales la misión de manifestar, en su propia categoría, una u otra de las manifestaciones del único misterio de Cristo. Como expresión de la santidad de la Iglesia se debe reconocer una excelencia objetiva a la vida consagrada, que refleja el mismo modo de vivir de Cristo. Precisamente por esto, ella es una manifestación particularmente rica de los bienes evangélicos y una realización más completa del fin de la Iglesia que es la santificación de la humanidad.

En este horizonte común a toda la Vida Consagrada, se articulan vías distintas entre sí, pero complementarias:

 

LOS CONSAGRADOS RELIGIOSOS

a.   LOS INSTITUTOS DE VIDA CONTEMPLATIVA (cfr. V.C.8)
La presencia de consagrados que con su Vida y su misión imitan a Cristo orando en el monte5 testimonian el señorío de Dios sobre la historia y anticipan la gloria futura. Esta presencia del contemplativo que vive desde el silencio1 la soledad y la vida fraterna en constante oración siempre en referencia a lo absoluto de Dios, es fundamental en la misión para la edificación de la Iglesia.

Necesitan por tanto, una recta comprensión de su estilo de vida, apoyo en la formación y acompañamiento humano y espiritual para cualificar a sus miembros.

b.   LOS INSTITUTOS APOSTÓLICOS Y MISIONALES   (cfr. V.C., 9)
Hacen a Cristo presente en los muy diversos campos de la vida humana con actividades apostólicas y misioneras y múltiples obras que la caridad cristiana suscita (I.A.43). Su testimonio refleja los dones otorgados por Dios a los fundadores, siguiendo sus huellas muchas personas han tratado de encamar con la palabra y la acción el Evangelio en su propia existencia para mostrar en su tiempo la presencia viva de Jesús.

Consagrados a Dios por la profesión religiosa de los votos, son para la Iglesia Particular una presencia fundamental en la animación evangelizadora a partir de la fidelidad a los carismas fundacionales y testimonian con la vida su vocación de comunión con todo el Pueblo de Dios.

Conscientes de la evolución de la historia, de un cambio de época, de nuevos retos y de una mayor coherencia, los religiosos se empeñan en mantener una dinámica de apertura al cambio acorde con los signos de los tiempos. El reto que se presenta a los religiosos es intentar volver a la experiencia original de Dios y del seguimiento de Jesús que está en el inicio de la Vida Consagrada.

c.  LOS RELIGIOSOS HERMANOS  (cfr. V.C. 60)
Según la doctrina tradicional de la Iglesia la vida consagrada; por su naturaleza, no es ni laical ni clerical y por consiguiente la "consagración laical", tanto de varones como de mujeres, es un estado de profesión de los consejos evangélicos completo en si mismo. Dicha consagración laical, por lo tanto, tiene un valor propio; independientemente del ministerio sagrado, tanto para la persona misma como para la Iglesia.

Según la terminología vigente, los Institutos que, por determinación del fundador o por legítima tradición tienen características y finalidades que no comportan el ejercicio del Orden sagrado, son llamados "Institutos Laicales". En el Sínodo se ha hecho notar que esta terminología no expresa abundantemente la índole peculiar de la vocación de los miembros de tales institutos religiosos.
Con el fin de evitar cualquier ambigüedad y confusión con la índole secular de los fieles laicos, se propone el término de INSTITUTOS RELIGIOSOS DE HERMANOS.

 

LOS CONSAGRADOS SECULARES

a.   LOS INSTITUTOS SECULARES (C. 710 a 730) (cfr. V.C. 10)
El Espíritu Santo, admirable artífice de la variedad de los carismas, ha suscitado en nuestro tiempo nuevas formas de Vida Consagrada, como queriendo corresponder, según su providencial designio, a las nuevas necesidades que la Iglesia encuentra hoy al realizar su misión en el mundo.
Quieren vivir la consagración a Dios en el mundo mediante la profesión de los consejos evangélicos en el contexto de las estructuras temporales, para ser así levadura de sabiduría y testigos de gracia dentro de la vida cultural, económica y política. Mediante la síntesis, propia de ellos, de SECULARIDAD Y CONSAGRACIÓN, tratan de introducir en la sociedad las energías nuevas del Reino de Cristo, buscando transfigurar el mundo desde dentro con la fuerza de las Bienaventuranzas.

De este modo, mientras la total pertenencia a Dios les hace plenamente consagrados a su servicio, su actividad en las normales condiciones laicales contribuye, bajo la acción del Espíritu, a la animación evangélica de las realidades seculares. Los Institutos Seculares contribuyen así a asegurar a la Iglesia, según la índole específica de cada uno, una presencia incisiva en la sociedad.

b. LOS INSTITUTOS SECULARES CLERICALES (cfr. V.C.1O)
En los que sacerdotes pertenecientes al presbiterio diocesano, aun cuando se reconoce a  alguno de ellos la incardinación en el propio Instituto, se consagran a Cristo mediante la práctica de los consejos evangélicos según un carisma especifico. Encuentran en las riquezas espirituales del Instituto al que pertenecen una ayuda para vivir intensamente la espiritualidad propia del sacerdocio y, de este modo, ser fermento de comunión y de generosidad apostólica entre los hermanos.

 

LOS CONSAGRADOS INDIVIDUALES

a.  EL ORDEN DE LAS VÍRGENES  (C.604) (cfr. V.C. 7)
Es motivo de alegría y esperanza ver cómo hoy vuelve a florecer al antiguo Orden de las vírgenes, testimoniado en las comunidades cristianas desde los tiempos apostólicos. Consagradas por el Obispo diocesano, asumen un vínculo especial con la Iglesia, a cuyo servicio se dedican, aun permaneciendo en el mundo.

b. LOS EREMITAS. LAS EREMITAS CO.603) (cfr. V.C. 7)
Pertenecientes a Ordenes antiguas o a Institutos nuevos, o incluso dependiesen del Obispo directamente, con la separación interior y exterior del mundo testimonian el carácter provisorio del tiempo presente.

c.  LAS VIUDAS, LOS VIUDOS  (cfr. V.C. 7)
Hoy vuelve a practicarse también la consagración de las viudas que se remonta a los tiempos apostólicos, así como la de los viudos. Estas personas, mediante el voto de castidad perpetua como signo del Reino de Dios, consagran su condición para dedicarse a la oración y al servicio de la Iglesia.

LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA (C. 731 a 746) (cf. V.C. 11)

La peculiaridad de su consagración las distingue de los Institutos Religiosos y de los Institutos Seculares. Son sociedades seculares de vida común de Clérigos y sociedades seculares de vida común de laicos, masculinas y femeninas, las cuales buscan, con un estilo propio, un especifico fin apostólico o misionero. En muchas de ellas con vínculos sagrados reconocidos oficialmente por la Iglesia, se asumen expresamente los consejos evangélicos.

 

NUEVAS FORMAS DE VIDA CONSAGRADA (cf. V.C. 12)

Después del Concilio Vaticano II han surgido nuevas o renovadas formas de vida consagrada. En muchos casos se trata de Institutos semejantes a los ya existentes, pero nacidos de nuevos impulsos espirituales y apostólicos. Su vitalidad debe ser discernida por la autoridad de la Iglesia, a la que corresponde realizar los necesarios exámenes tanto para probar la autenticidad de la finalidad que los ha inspirado, como para evitar la excesiva multiplicación de instituciones análogas entre sí, con el consiguiente riesgo de una nociva fragmentación en grupos demasiado pequeños. En otros, son experiencias originales que están buscando una identidad propia en la Iglesia y esperan ser reconocidas oficialmente por la Sede Apostólica, única autoridad a la que compete el juicio último.

LOS LAICOS ASOCIADOS(cf. V.C. 56)

Una manifestación significativa de participación laical en la riqueza de la vida consagrada es la adhesión de laicos a varios Institutos Religiosos o Seculares bajo la fórmula de Miembros Asociados (cfr. Canon 725) De acuerdo al derecho propio de cada Instituto se impulsa esta modalidad para proyectar más ampliamente su carisma y espiritualidad, contribuyendo así a la formación de los laicos y a la evangelización de la Iglesia.

Es preciso evitar la posible confusión en el laico asociado respecto a su ser de laico y no de miembro de la vida consagrada.

 

LAS NUEVAS FORMAS DE VIDA EVANGÉLICA (cf. V.C. 62)

Son nuevas fundaciones con características originales respecto a las tradicionales: Grupos compuestos de hombres y mujeres, de clérigos y laicos, de casados y de célibes. Su compromiso de vida evangélica se expresa de varias maneras: aspiración a la vida comunitaria, a la pobreza, la oración, con fines apostólicos.

Es necesario proceder con el debido discernimiento de los carismas. El principio fundamental para que se pueda hablar de vida consagrada es que los rasgos específicos de las nuevas comunidades y formas de vida estén fundados en los elementos esenciales, teológicos y canónicos, que son característicos de la vida consagrada. En las diócesis, el Obispo ha de examinar: el testimonio de vida y la ortodoxia de los fundadores, su espiritualidad, la sensibilidad eclesial, los métodos de formación, los modos de incorporación a la comunidad.

 

EL COMPROMISO DE LOS CÓNYUGES CRISTIANOS (cfr. V.C. 62)
Se hace necesario distinguir entre Vida Consagrada y Consagración de la vida matrimonial.

En virtud del principio de discernimiento, no pueden ser comprendidas en la categoría específica de vida consagrada aquellas formas de compromiso, por otro lado loables, que algunos cónyuges cristianos asumen en asociaciones o movimientos eclesiales, cuando, deseando llevar a la perfección de la caridad su amor "como consagrado" ya en el sacramento del matrimonio, confirman con un voto el deber de la castidad propia de la vida conyugal y, sin descuidar sus deberes para con los hijos, profesan la pobreza y la obediencia.

 

 

 

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