LIBRO VOCACIONAL RECOMENDADO
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SATURNINO GAMARRA

MANUAL DE ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL

Monte Carmelo, Burgos 2008 , 418 pág.

 

Inmensa es la literatura que sobre espiritualidad del ministerio presbiteral se ha producido durante las últimas décadas. Faltaba una síntesis organizada de todo ese abundante material.

La síntesis comprende nueve amplios capítulos. El primero, sobre la historia de la espiritualidad sacerdotal, con sus raíces neotestamentarias y patrísticas, desarrolladas en las diferentes etapas de la historia eclesial.

La espiritualidad sacerdotal en esta etapa última que es la nuestra, la encontramos en el capítulo segundo en que analiza la postura general positiva ante la espiritualidad después de los avatares de unas ausencias y silencios preocupantes, con especial insistencia en el planteamiento de la íntima relación entre identidad y espiritualidad y los retos que la desafían, el reto de la sacramentalidad y el reto de la relacionalidad.

Los dos capítulos siguientes se centran en la relación con Cristo, con su sacerdocio, tanto en la comprensión teológica como en la vida concreta, y en la relación con la  Iglesia, acentuando con particular énfasis la comunión-­comunitaríedad del presbítero con la comunidad cristiana; con el Obispo y con los co-presbíteros.

En los tres capítulos siguientes se exponen aspectos particulares de la espiritualidad, el del ministerio, o sea, las funciones y actividades como fuente de la espiritualidad sacerdotal (cap. V), el de la oración en la vida y ministerio del sacerdote (cap,Vl), y el de la caridad pastoral y la vivencia gozosa del celibato.

El capítulo VIII se dedica a la fe y la esperanza del sacerdote, ambas entendidas no en su sentido general, sino centradas en el propio ministerio y en la propia función sacerdotal. El capítulo último, el IX, como colofón lo titula hermosamente sentados a la mesa, y en él se expone la especial relación vivencial y ministerial del presbítero con la Eucaristía.

A destacar en esta amplia obra, en primer lugar, el permanente entrelazado de preguntas e interrogantes con que se abre cada capítulo y cada aspecto, como punto de partida de la situación. En segundo lugar, la presencia frecuente y significativa de la perspectiva antropológica con lo que se empalma también hasta en los aspectos más altos y teológicos con el sustrato humano y como entronque también con la humanidad del presbítero y su existencia concreta, fundamento y punto de partida o de convergencia de los aspectos tratados, especialmente la relación con Cristo (pp. 134-135), la oración (pp.258-262), el celibato y la caridad pastoral (pp.342-349), la esperanza ( pp.372-380).

En tercer lugar, el amplio relieve concedido a la aportación del magisterio reciente en la fundamentación y argumentación de cada uno de los aspectos tratados, de manera que se puede afirmar que el Manual constituye un auténtico florilegio, en especial de los Documentos del Concilio, de la Exhortación Pastores dabo vobis y de las Cartas y Discursos de Juan Pablo II a los sacerdotes, y. de las ya profundas y significativas intervenciones de Benedicto XVI.

Asimismo la presencia y alcance concedido a la liturgia; y más en concreto, al rito de la ordenación, en cuanto fuente teológica, expresión y manifestación de la identidad del ministerio ordenado.

Entre las perspectivas teológicas no podemos menos de resaltar y subrayar el relieve dado en la descripción de la identidad y espiritualidad del presbítero a las categorías teológicas de la sacramentalidad y de la relacionalidad, claves fundamentales para la comprensión actual del ministerio sacerdotal y de la espiritualidad específica y propia del sacerdote. A la exposición detallada y profunda de ambas en los cap. ll y III, hay que añadir que ocupan transversalmente todo el desarrollo de la espiritualidad, toda su línea expositiva y argumentativa.

No podemos por menos sino alabar también el desarrollo amplio y estimulante dado a la comunitaríedad del presbítero dentro del capítulo sobre la relación con la Iglesia y, sobre todo, las implicaciones apuntadas para la vida y acción del sacerdote, y que, como se intuye, constituye uno de los retos más desafiantes, pero, a la vez, de las oportunidades más esperanzadoras, en el actual contexto eclesial y pastoral, para la vida y la acción de los presbíteros.

Y no puede dejarse de mencionar, por su hondura y alcance, el tratamiento dado a la caridad pastoral y a la vivencia gozosa del celibato, en que se percibe el clima de serenidad que con relación a éste último se advierte hoy en general entre el clero, así como el acento puesto en la consideración y en la valoración sobre la vivencia del mismo, calificado acertadamente y con un matiz muy personal del autor, como gozosa.
No queda en todo caso sino agradecer al autor el esfuerzo y el general acierto de esta obra, una especie de corona de su numerosa y siempre valiosa aportación intelectual a la identidad y espiritualidad del presbítero diocesano.

 

Nuestra recomendación, por tanto, más calurosa a los presbíteros que buscan una fundamentación seria a su espiritualidad. Y a los formadores de los futuros presbíteros que tienen aquí una ayuda manual adecuada para su delicada función de formar en una espiritualidad sólida a los futuros presbíteros.

 

(Fuente: Luis Rubio Morán en revista SEMINARIOS, n. 192)