LIBRO VOCACIONAL RECOMENDADO
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CARLO MARIA MARTINI

Y

GEORG SPORSCHILL

COLOQUIOS NOCTURNOS EN JERUSALÉN

 

San Pablo, Madrid 2008, 200 páginas

 

A los 81 años, el cardenal Carlo María Martini, jesuita y una de las voces más prestigiosas de la Iglesia, famoso por sus posiciones abiertas en varios temas, ha vuelto a remover las aguas, tanto dentro como fuera de la Iglesia. ¿Qué nos muestra pues este pequeño libro?

En primer lugar, trataremos de situarlo. Llama la atención el mismo título. Cuando se jubiló hace seis años como Cardenal Arzobispo de Milán, volvió a Jerusalén donde había realizado parte de su formación en el Pontificio Instituto Bíblico. Allí ha mantenido estos años una serie de conversaciones con su compañero, el padre jesuita Georg Sporschill, quien ha preparado con cariño la edición. Jerusalén es un lugar especial, un lugar que confronta con la dura realidad, pero también un lugar inspirador de sueños. Los «Coloquios nocturnos en Jerusalén» sondean tanto las dudas como las esperanzas. El adjetivo " nocturnas" no es pesimista o despectivo, sino descriptivo del tiempo crepuscular en el que se realizaron, como entre dos luces, la de la tarde que anuncia la noche o la del alba que anuncia el día.

No quiero dejar de señalar desde el comienzo cuál es el sustrato de sus afirmaciones. Nos indica que es necesario pensar la vida del creyente como peregrino que camina buscando a Dios con otros que también lo buscan desde otras confesiones. Este esfuerzo urgente de ecumenismo no nace de un olvido o negación de las señas de identidad, sino del caminar conjunto, del encuentro en el camino respetando las diferencias.

A lo largo de una serie de conversaciones, los autores se preguntan qué puede significar la fe para la vida, qué futuro tienen los jóvenes en la Iglesia y qué tiene que cambiar para que el cristianismo en cuanto tal tenga futuro. Las preguntas de los jóvenes son punto de partida para reflexiones de carácter fundamental. ¿Es sólo oscuro el futuro? ¿Dónde se perciben franjas luminosas en el horizonte? ¿Qué diría hoy Jesús?

Martini demuestra en el libro una abierta sinceridad. En una afirmación más que impactante, reconoce, por ejemplo, que hubo un tiempo en que "soñé una Iglesia en la pobreza y en la humildad, que no depende de las potencias de este mundo. Una Iglesia que concede espacio a la gente que piensa más allá. Una Iglesia que da coraje, especialmente a quien se siente pequeño o pecador. Una Iglesia joven. Hoy ya no tengo estos sueños. Después de 75 años he decidido rezar por la Iglesia".

Y a pesar de esta bella confesión, Martini nos dice: «La Iglesia necesita reformas internas. La fuerza de renovación tiene que venir desde dentro. No sólo el individuo, sino también la comunidad, la Iglesia local puede hacer ejercicios espirituales, arrojar una mirada retrospectiva a su camino, ver lo que se ha logrado, considerar los pecados. Puede meditar el camino de Jesús y dejarse llevar por él, dejarse plasmar por su muerte y resurrección. De allí resulta la capacidad de futuro y de allí proviene también la respuesta a la pregunta acerca de cómo y dónde se nos necesita en el mundo, en dónde quiere Jesús que lo sirvamos».

Señalo algunos puntos que Martini presenta en su libro.

«La Iglesia, dice, ha hablado mucho del pecado. Ella puede aprender de Jesús que es mejor dar ánimos.» Si Jesús se presentase hoy día en medio de nuestromundo «lucharía con los actuales responsables de la Iglesia y les recordaría que su tarea abarca el mundo entero.»

Admite Martini el valor del celibato sacerdotal, pero añade que «tal vez no todos los llamados al sacerdocio tengan este carisma... la Iglesia deberá desarrollar inventiva. Hoy en día se confían cada vez más comunidades a un solo párroco o las diócesis importan sacerdotes de culturas extranjeras. Esto no puede ser una solución a largo plazo. De todos modos hay que discutir la posibilidad de ordenar a viri probati, es decir, a hombres experimentados y probados en la fe y en el trato con los demás». Cuando visitó Martini en 1990 en Canterbury al arzobispo Carey, entonces primado de la Iglesia de Inglaterra, estaba sobre el tapete el tema de las ordenaciones sacerdotales de mujeres. «Yo intenté, dice, darle ánimos para asumir ese riesgo, algo que podría ayudarnos también a nosotros a ser más justos con las mujeres y a entender cómo puede seguir el camino en el futuro.»

Frente a la creciente escasez de sacerdotes considera que confiarle a un párroco más parroquias, o importar curas del exterior no son soluciones. "A la Iglesia se le debe ocurrir alguna idea", pide Martini, para quien debe debatirse la posibilidad de ordenar hombres casados de reconocida fe.

Otra afirmación provocadora de Martini es que "uno no puede hacerlo a Dios católico", frase en sintonía con una famosa de la Madre Teresa de Calcuta, que decía directamente: "Dios no es católico". El famoso intelecutal indica que siempre los hombres necesitan de reglas y límites, pero que Dios está más allá de las fronteras que suelen levantarse.

En cuanto a la homosexualidad, afirma: "Entre mis conocidos hay parejas homosexuales, hombres muy estimados y sociales. Nunca nadie me pidió, ni jamás se me habría ocurrido, condenarlos".

Para terminar, queremos decir que es probable que las páginas de Martini defrauden a quienes creen que el cristianismo es una confesión pasada de moda porque los obispos sólo emiten juicios y condenas. No defraudará a quienes creemos que está preñada de futuro cuando se presenta como espacio de perdón, consuelo y alegría.

Recomendamos el libro como material que ayuda a ir reflexionando y remodelando la vocación desde perspectivas podemos decir más que novedosas y  sin duda comprometedoras