La sociedad y la Iglesia se encuentran bajo el signo de la transformación y el cambio. Esta situación influye de manera significativa en la percepción del ministerio sacerdotal, de su existencia y su tarea. Podemos ver ver esta constatación como realidad palpable.
Todos los aspectos que conforman este servicio eclesial encuentran en la eucaristía su expresión más profunda y luminosa. En ella se transparenta el pueblo de Dios que camina hacia la felicidad completa y permanente (beatitudo) del Dios de Jesucristo. Y en ella y a partir de ella el sacerdote se convierte en "servidor de la alegría", aquella que brota del mensaje pascual.
Queda así sobre el tapete el tema de la alegría y el deber de ser servidor de la alegría. Esto resulta muy importante en la actualidad. Porque hoy constituye un deber fundamental ayudar a muchas personas a redescubrir las fuentes de la verdadera alegría. Por supuesto que la alegría es más que diversión, broma y regocijo. Esta afirmación no esconde hostilidad hacia el cuerpo y el placer. No hay que rechazar las pequeñas alegrías cotidianas, que a menudo son las que hacen la vida soportable y digna de ser vivida. No hay que quitar nada, pero sí añadir mucho y esencial. El cuarto evangelio habla de la plenitud de la alegría (Jn 15, 11).
Las alegrías cotidianas vienen a ser preparativas de la alegría; despiertan el gusto de más y mejor, de una alegría que no se disipe, sino que permanezca. Este enfoque positivo de un humanismo cristiano parece hoy el camino pastoral correcto. No debemos fisgonear las flaquezas de los hombres, ni tratar de explotarlas pastoralmente; es mejor conectar con lo que hay de grande y bello en la avida, y despertar así el gusto por Dios.
En el fondo, el ser humano ha nacido para la alegría. Porque todos queremos ser felices. Pero, ¿dónde y cómo encontramos la alegría? Sólo Dios es lo bastante grande para llenar toda la grandeza, altura y profundidad, y toda la amplitud de nuestro corazón. "Sólo Dios basta" (Teresa de Ávila). (autor)
INDICE
1. Ser sacerdote: crisis y "kairós"
2. Existencia sacerdotal y existencia cristiana
3. Ser sacerdote como misión apostólica
4. El sacerdote, hombre religioso
5. Servicio sacerdotal y servicio pastoral
6. El sacerdote, testigo del evangelio
7. Al servicio de la reconciliación
8. Existencia eucarística
Conclusión: servidor de la alegría
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