OJOS volver al indice
 

     Me entero que ha muerto de repente el padre de una antigua alumna mía.
     En vez de una carta de pésame —que no me sale— le envío un folio en el que con rotulador verde he escrito sólo esto:
     «Me gustaría ahora mirarle los ojos».
     Sé que si cayese en manos de un malpensado malpensaría de mí. Pero yo nunca escribo para malpensados. En cambio estoy seguro que ella se sentirá acompañada.
     Fue hace años. Al comentar en clase de pedagogía la frase de Spranger «La madurez sólo se consigue cuando se bebe profundamente de la copa del dolor», recuerdo que dijo: «Este pensamiento me recuerda una frase de Eugenio D'Ors: "Los ojos de los hombres que han estado en la guerra o han vivido en el mar (es decir, de los que han sufrido) no son como los de los demás hombres"».
     Sí, los buenos pedagogos saben que los ojos son un buen termómetro de la madurez humana. Madurez no siempre deseada por nosotros, que nos viene a veces como regalo de Dios a contrapelo.