MAR II volver al indice
 

     Tengo un amigo provincial que me quiere mucho. Y lo demuestra. Acabo de recibir carta de él, escrita en el portal de Belén. Termina así: «Va esta poesía de Carmen Conde que seguro le gustará».

Como nadando, abandonada
al agua gruesa del mar.
O mejor que si nadara: flotante
en ondas firmes en ondas fuertes
en una inmensa ola azul
que se juntara
con otra inmensa ola azul.
Hasta los cielos.
Así, en tu mano.
Igual que en el mar, en la mano tuya,
abierta, infinita mano ilimitada,

que sostiene mi cuerpo sin tensión...
Tú, el mar; el mar, Tú.
La ola, tu mano; la mano, tu ola.
Abandonándome a las dos, ciega
y sorda y vuestra. Con fe.
No hay peligro de ahogarse
ni de morir sin alegría
de que la muerte
no sea bellísima liberación
hacia Ti.
El misterio de la confianza
reside en nadar,
en flotar abandonándose
plenamente a Ti.
Al mar.

     Efectivamente, me ha gustado.