INSTALACIÓN volver al indice
 

      Iba la nube cambiando de latitudes, como siempre. Peregrinando, decía ella satisfecha. ¡Como si los peregrinos pudiesen estar satisfechos!
     Aquel día, nadie sabe por qué, la nube estaba en baja. Tropezó con la encina y enfadada le dijo: «¡Instalada!».
     La encina, a la que nunca se le ocurrió presumir de peregrina, pero sabía mucho de peregrinaciones, porque todos los peregrinos que pasaban por allí se cobijaban bajo su frondosa sombra, lloró silenciosamente.
     Pasó un pastor, muy pacificador, la acarició despacio y le dijo: «Existe la instalación en la desinstalación, encina, y es la peor de las instalaciones. No hagas caso».
     Sigue la encina en su sitio. Desde que oyó decir un día a un gran aventurero: «Hay que florecer allí donde Dios nos ha puesto», ya no le duele lo de la instalación.
     Y los peregrinos se sienten acompañados con su perseverancia.