ECUMÉNICO volver al indice
 

     Acariciar es una de las cosas más sublimes que existen. Acariciar, digo, no acariciarse.
     Se pone tonto un niño pequeñín. No hay manera de hacerle callar. Entonces su madre lo desentontona acariciándole suavemente.
     Se te echa encima un perro con cara de pocos amigos. Acaríciale, verás cómo te sonríe con cariño.
     Lo mismo pasa con las palabras. Parecen cerradas, herméticas. Acariciándolas, se abren como una flor. Se ponen a cantar y su melodía se convierte en polifonía por el eco de palabras hermanas.
     ¿Cómo no recordar que «ecología», «economía y ecónomo», «diócesis», «parroquia», «meteco», «ecuménico» no son más que disimulados parientes de la palabra «casa» (oikos)?
     Ecología (parte de la biología que estudia las relaciones entre los organismos y el medio en que viven). Economía, ecónomo (buena administración, buen administrador de la casa). Diócesis (casa-región administrada). Parroquia (casas vecinas, vecindad). Meteco (extranjero libre: el que cambia de casa).
     Ecuménico quiere decir: habitado. Como va con la palabra g(u)e (tierra): tierra habitada. Se aplicó a los concilios ecuménicos, a los que asistían obispos de toda la tierra habitada, concilios universales.
     ¿Cómo ando de habitación? ¿de universalismo? ¿abro la puerta de mi casa, de mi corazón para no retrotraerme a los reinos de taifas?
     Un buen abono para el universalismo, para el ecumenismo, es el rezo del padrenuestro. Procurando que el eje de «nuestro» no se limite a mi grupo, mi familia, mi pueblo, mi ciudad, mi provincia, mi región, mi nación, mi continente, sino que abarque todo lo habitado.
     Padre nuestro... y mi vista se pierde en el horizonte.