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     Me gusta el slogan publicitario de un producto comercial que dice: «Cambia el polvo por brillo».
     Lástima que resulten algo caros esos spray y, según tengo entendido, algo perjudiciales para la salud.
     En nuestra lengua tenemos algo más económico y menos peligroso: la preposición inseparable «des», que denota negación, inversión o privación del significado del verbo o sustantivo al que va unida.
     Siempre es higiénico repasar las palabras del diccionario comprendidas entre «desabarrancar» y «deszumar».
     Se pulveriza directamente sobre la superficie de nuestra rutina el «des», se pasa un paño suave... ¡y ya está!

     Estaba yo pulverizando el «des» sobre mi vida pecadora, cuando cayó en mis manos las respuestas de una pedagoga al cuestionario Proust.
     A la pregunta:
     —¿Principal rasgo de su carácter?, contestaba:
     —Una tendencia natural a «desvivirme» por los demás.
     ¡Los hay con suerte!